Clandestino luz y sombra

CAPITULO 35 ALMA MARCHITA

“(…) Quisiste volar,

no parar de soñar

y con esfuerzo te volviste

la sombra de alguien más (…)”

(Baila, bailarina)

 

No podía abrir los ojos y por unos segundos me sentí confundida al respecto de todo. Tampoco podía moverme. Y una sensación escalofriante me invadía por todo el cuerpo.

¿Qué ocurriría si lo que Satán dijo es verdad? ¿Qué pasa si cambio? ¿O si logra que me enamore de él? No sólo mis sentimientos y cordura están en juego, sino el futuro de toda la humanidad.

No puedo permitir que esto suceda, pase lo que pase. Noté un leve mareo en mi cabeza, además de la jaqueca que permanecía desde que Satán me volvió a tocar. Y luego aquel mareo prosiguió con una sensación de ahogo, ¿O en verdad lo estaba haciendo?

Al siguiente segundo abrí los ojos para ver a distintos colores mezclándose y distorsionándose, cada vez más borrosos y oscuros. Lo único que quería era salir de allí, no lo toleraba.

Hasta que de un momento a otro me pareció ver la imagen de Peter. Y más tarde aparecieron muchas más alrededor mío.

Aquellas imágenes empezaron a moverse, y un escenario distinto y muy familiar apareció detrás de cada una de las fotos. Eran mis recuerdos.

Cierto, por el dolor olvidé lo que Satán dijo que haría… Ahora podrá extraer toda la información de Peter a través de mí. Todos sus secretos serán revelados. Nuestros secretos... de ambos.

— ¡Basta! —Al fin pude decir algo y de inmediato empecé a llorar —Ya puedes parar, ¿Acaso no te es suficiente?

La vista se nubló y esta vez de forma rápida volví a la realidad, en el infierno.

— ¿Contento? —Tenía los ojos cristalizados.

—No esperaba que esto te hiciera sentir tan mal. Es mejor de lo que creía.

— ¿Q-Qué?

¿Qué es lo que quiere lograr?

A medida que se acercaba, yo retrocedía.

—Sólo quiero tu lealtad, bonita.

Señaló con los ojos detrás de mí, y haciéndole caso también miré, para luego encontrarme con un gran pozo sin fondo con el que podría quizá morir por la caída.

—En... verdad estás loco.

Volvió a reír. Qué increíble sentido del humor tiene.

—Así que de esta forma planeas acabar conmigo.

—Por favor Grace ¿Cuántas veces he dicho que no deseo matarte? Además, si quiero tu lealtad no la voy a conseguir matándote o encerrándote en el infierno... Aunque podría ser una buena idea.

— ¡Oye!

—Mejor iré al punto; te mostraré lo que tu noviecito está cometiendo en este instante, para que te des cuenta del verdadero animal repugnante que en realidad es.

Peter no es mi novio… todavía. Y aun así, ¿Qué podría estar haciendo Peter que fuese tan malo?

—Oh Grace, lo que ni en tus sueños podrías imaginar.

Dudé, pero si mirando aquello él me dejaría al menos un poco en paz; lo haría.

—De acuerdo... muéstrame.

— ¿Segura? Debo advertirte que existe una condición.

— ¿El qué no las tiene? —Respondí de forma irónica, rodeando los ojos.

—Primero que todo, una vez al verlo, no seré yo el culpable de lo que le pase a tu alma... puede que aquel sentimiento de furia te arrastre a la oscuridad. Y no tendré que ver con lo que quieras hacerle, ¿De acuerdo?

—Sí... ¿Y lo otro?

—Eso es que... espera, no hay otra cosa.

—Bien, entonces empecemos —Sacudí las manos impaciente.

—Nunca vi a alguien tan apresurado por caerse al vacío. Ahora sólo mira al pozo.

Le obedecí, y de un parpadeo se vio repleto de un extraño líquido verde.

—No quiero que te desquites conmigo, así que me iré por un momento. Prometo que cuando termines de ver la película regresaré.

Me guiñó un ojo.

—Ponte cómoda.

Miré nuevamente al pozo. En verdad no creo que Peter fuera capaz de hacer algo tan grave.

Una vez lista, me concentré al máximo en aquel pozo.

Pasaron algunos pocos segundos cuando comencé a escuchar una mezcla de sonidos extraños. Intenté agudizar mi oído y los sonidos se convirtieron en voces, pero no cualquier voz, sino en gemidos.

Dentro del líquido verde aparecieron reflejadas dos personas moviéndose, apegadas. En un principio no podía ver de quiénes se trataba o incluso qué estaban haciendo; pero luego la imagen se me hizo más clara... todo se me hizo más claro aún.

Mi corazón se aceleró y mis mejillas se ruborizaron del enojo y la vergüenza. Peter y... Anelis. Esto no puede… no puede estar pasando ¡No puedo estar viendo esto!

Me sentí obligada a apartarme y dejar de ver lo que hacían.

No podía creerlo ¿Desaparezco unas horas y Anelis ya se adueña de la situación? La rabia y los celos pudieron conmigo, quería llegar allí y separarlos, hacer que se detengan, lo que sea…

Me agaché y abracé mis piernas por la desesperación, y solitaria volví a llorar.

No tenía idea, no sabía que Peter también amaba a Anelis… debí ser un estorbo para él todo este tiempo. Debí ser… soy una inútil. Y lo soy todavía más por sentirme destruida por haber echado un vistazo a lo que dijo Lucifer, a pesar de haberme advertido.

Sentía algo similar a una apuñalada en la espalda, pero peor aún, era el sentimiento de impotencia. No podía reclamarle a Peter por sus acciones, no somos nada. Fui tan tonta al pensar que algún día podríamos estar juntos. Aunque no soy la única que pensaba de esa forma. Y ahora lo veo.

Dejé de resistirme a la soledad, a un futuro que nunca sucederá. Y poco a poco permití que la oscuridad me persuadiera. Me veo tan triste. Tan… patética.

Hice un puño con mi palma y desee dárselo por la cara a Anelis. Ella no tiene la culpa de amar a la misma persona que yo, pero así están las cosas.

Suspiré. Cuántas cosas cambian en un abrir y cerrar de ojos.



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En el texto hay: secretos, amor, exorcistas

Editado: 24.09.2020

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