Clandestino luz y sombra

CAPITULO 37 CAMBIO DE MANDOS

“(…) ¡Baila, baila, Bailarina,

no te detengas!

¡Gira, gira, Bailarina

por la ruleta de la vida!”

(Baila, Bailarina)

 

Grace…

Todavía veía borroso cuando abrí los ojos, pero sí puedo asegurar que oí la voz de Satán, susurrándome de manera precavida y agitada.

—Debemos irnos lo más pronto posible.

Me dejó tiempo para vestirme en su habitación elegante y bien adornada, con toques góticos y muebles con oro.

Apenas al acabar de ponerme la ropa, apareció en la habitación con forma de neblina y me tomó del brazo. Ya estaba totalmente acostumbrada a que hiciera aquello. De repente aparecimos en otro lugar. Un bosque quizá, pero este me resultaba muy familiar.

— ¿No me explicarás qué sucede? —Le pregunté de forma juguetona, intentando coquetearle. Resultaba atrayente la idea de emparejarme con Lucifer, la maldad en vida, la tentación, el deseo dominante, lo prohibido… Si Peter está con Anelis ahora, yo también tengo el derecho de estar con quien yo quiera, fuera o no Lucifer.

—Tomará tiempo explicarte... —Bajó la mirada, recorriendo todo mi cuerpo. El vestido negro de seda que me regaló podía darle una figura nunca antes vista a mi cuerpo. Debería de usar mucho más a menudo este tipo de ropa favorecedora, en vez del típico uniforme de la academia.

— ¿Crees que no podré entenderlo? —Le seguí el juego.

—Lo dejo a tu criterio —Sonrió y me miró directamente a los ojos. Me quedé embobada viendo aquellos ojos bordo. Daba la sensación que, con tan sólo echarles un vistazo te introducirían en un hoyo profundo de adrenalina y lujuria.

— ¿Al menos puedes decirme para qué vinimos a este lugar?

—Es mejor que lo compruebes por ti misma a través de la acción.

—Eso suena excitante —Reí.

Sonrió, de forma que su comisura derecha se elevara un poco más.

—Te aseguro que lo será.

Se movió rápidamente y me empujó contra un árbol; dándome besos en el cuello, lo que me provocó gemir por el imprevisto aviso.

—De acuerdo.

 Mientras hablaba reía, su lengua en mi piel me provocaba muchas cosquillas e impedía concentrarme en lo que fuera que dijese. Me pregunto si lo hace apropósito.

— ¿Esto es como una clase de cita? ¿O es otro jueguito tuyo?

—Erraste en todas —Me besó.

—Um —Una absurda idea llegó a mi mente, sabía con claridad que ya no nos encontrábamos en el infierno, por lo que Lucifer no podía leer mi mente, así que la dije de todos modos — ¿Me irás a violar?

Reí a carcajadas, esperando a que hiciera lo mismo.

—Casi.

— ¿Es eso verdad?

Miró hacia el suelo —Realmente me gustará hacerte esto.

—Espera, ¿De qué estás hablando, Lucifer?

Mi corazón empezó a palpitar con fuerza, quizá esté malentendiendo las cosas, pero su presencia me hace sentir cosas que nunca habría creído.

—Calla y lo sabrás.

Se acercó lo suficientemente a mi como para sentir su respiración chocando contra mi cuerpo, provocando aquella chispa de electricidad, pero no era lo suficientemente profunda. Aun podía recordar lo que un solo roce con Peter me hacía sentir.

Me puse tensa ante el contacto de nuestras pieles, una que no es la que realmente deseaba, y cerré los ojos, cediendo a cualquier cosa que pudiese pensar en hacerme.

Aunque, al hacerlo, él realizó lo menos impensable en el mundo: mordió mi cuello. Pero no aquel tipo de mordidas superficiales, sino una en donde Lucifer introduce sus dientes dentro de mi piel.

Desde luego que grité y una que otra lágrima salió de mis ojos, resbalándose por las mejillas a medida que bajaban. Nunca imaginé que él me hiciera algo así. Siempre tuvo acceso a todo lo que yo pensaba, pero yo nunca supe con exactitud lo que él creía de mí. Dolió como el infierno, y la presión no ayudó en nada. Sus colmillos se hicieron más grandes, escavando aún más profundo.

—Lu... Lucifer... ¿Por... por qué? —Lloré con más fuerzas.

Él seguía mordiendo y clavando sus dientes, me sentía traicionada y frustrada. Pero cómo no esperar una jugada tan sucia como esta de Satanás.

Una sensación de escalofrío recorrió por todo mi cuerpo, advirtiéndome que algo malo estaba pasando, y lo comprendí de inmediato. Me estaba transformando.

Escuché a Satán lamer sus labios con la lengua y dijo tranquilamente:

—Grace, es hora de la guerra.

¿Eh?

Tuve una sensación extraña, estaba débil, realmente sin energías. Pero a pesar de mi humor tan confuso, al oír el tintineo de su voz, sonreí, casi sin darme cuenta. Me sentía encerrada dentro de mi propio cuerpo ¿esto era normal? Quería gritar, pero el eco resonó sólo dentro de mi propia mente.

 

Daisy…

Desperté de madrugada, cuando oí las campanas de alerta llamándonos a todos y cada uno para prepararnos a atacar.

Hace días que noto a la atmósfera de la academia muy inquieta, esperando a que pasara algo.

No soy la única confundida, pero caminé junto a la multitud de estudiantes hacia el cuartel de ataque, donde todos estaríamos esperando en nuestros puestos a que nos den las órdenes para atacar.

Tan sólo pensar en eso me entraron enormes ganas de vomitar. No sabía lo nerviosa que estaba hasta que miré las palmas de mis manos, sudando. Quería huir, sumergida en pánico, no quiero salir al campo de batalla. Estamos en guerra y no estoy lista para pelear, ni siquiera sé qué tendría que hacer. A penas llevamos meses entrenando, y en casos normales llevarían años.

Me asusta la idea de salir de la escuela donde me han estado protegiendo para luego, simplemente morir... ¿Qué pasa si muero? Si muero... ¿Habré dejado alguna marca en el mundo sobre mi existencia? ¿Habré significado algo? ¿Cambiará algo con mi falta? Si muero... ¿Alguien me extrañará? ¿Alguien me espera al volver de la guerra? Todavía no puedo responder a todas estas preguntas, lo que significa... significa que no puedo dejar que me maten ¡No voy a morir! Todavía no estoy lista para hacerlo... no... No quiero morir.



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En el texto hay: secretos, amor, exorcistas

Editado: 24.09.2020

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