“(…) Me callaré sólo por hoy
¿O no? (…)”
(Lo siento al dolor)
Grace…
—Vámonos, preciosa Grace —Lucifer extendió su brazo hacia mí.
Avancé lentamente hasta su ubicación, dispuesta a ceder su deseo y tomar su mano, pero algo dentro de mí no me lo permitía, algo dentro me estaba ahogando con lo que parecía ser culpa y me decía que no lo hiciera.
Era como una voz que se escuchaba lejos, muy lejos, a distancia. Pero cuando me concentré cada vez más en lo que decía, logré escucharla con claridad. Esta voz en mi mente quería salir, gritar, controlarme; pero también sabía que yo no la dejaría.
—Libérame, estás cometiendo un grave error. Déjame arreglar las cosas.
—No —Respondí en voz alta, sin darme cuenta que en realidad le contesté a Lucifer.
— ¿No? —Él me observó detenidamente con una sombra espeluznante en sus ojos.
—No, no quería decir eso —Empecé a temblar sin saber por qué.
—Mientes —Resonó en mi mente.
— ¡No miento! —Me agarré la cabeza, lograba irritarme con facilidad, y sentí una punzada que no me dejaba en paz.
Todos se quedaron absolutamente callados, consumidos en el silencio.
—Si no me creerías, no me estarías escuchando con tanta intensidad.
—No... ¡Cállate!
Derramé algunas de las lágrimas que llevaba tiempo suprimiendo. Intentando opacar a la voz, levanté la mano en un movimiento para agarrar la del ser oscuro, pero sin razón alguna me detuve en seco.
—Deja de arrastrarte hacia él, sólo te usa porque te necesita para destruir el mundo donde te criaste. Él es el que está mintiendo.
Miré hacia los ojos de Lucifer con cautela. Nadie sabía lo que estaba pasando y no querían cometer un movimiento en falso, porque sabían que yo aun así en este estado podría destruirlos.
—No me importa... —Susurré — ¡Este mundo está podrido! —Finalicé entre sollozos.
—Y si tanto crees eso ¿Por qué lloras?
—Porque... no tendría que ser así —Bajé mis brazos, permitiendo que sólo colgaran de mi cuerpo.
—Entonces, déjame ayudarte.
—Pero me volverás a encerrar.
Al decir aquello Lucifer frunció el ceño, ahora temo que sepa lo que en verdad está sucediendo. Mi ventaja es que no puede leer mi mente si no estamos en el infierno, pero eso no le resta que se trata de alguien muy inteligente.
—Te prometo que no lo haré, pero si tú también prometes que el lugar en el que estoy no se parezca a una prisión, que no sea un lugar frío y sí uno cálido, que parezca un hogar. Y de esa forma liberarás el tormento de tu mente. Pararás la tormenta y este lugar oscuro volverá a llenarse de una abrigadora luz.
— ¿Pero por qué te empeñas tanto en ayudarme? Si sabes que no te dejaré libre.
—Porque después de todo...
—...Tú eres yo.
Por instinto miré detrás de mí, a Peter, quien me regaló una mirada confusa, tratando de adivinar qué me estaba pasando. Y luego, un brillo salió de sus ojos, como si por fin lo hubiese descubierto.
—Libérame, luego volveré.
—Lo haré.
Cerré los ojos para concentrarme en sacarla del calabozo en mi mente.
Yo seré la parte distorsionada por la maldad de Grace, pero ella es mi luz. Nos necesitamos, sino ambas estaríamos encerradas en esa habitación del tormento. Una vez hecho, cerré los ojos con temor a entrar de nuevo en aquella celda, pero me encontré con algo distinto. Era cálido, como dijo ella. Mucho mejor que el exterior.
Unos segundos antes de al fin poder despertar siendo de nuevo yo, vi a Lucifer correr hacia mí lo más pronto posible, como si tocándome fuera a impedir que retomara el control de mi cuerpo.
Parpadee, y mis ojos ya no se encontraban de color rojo con franjas negras por la transformación demoníaca, y volvió a su color original.
Sonreí como si nunca lo hubiese hecho hace mucho tiempo y miré a Peter nuevamente.
— ¿Grace?
—Sí, Peter, sí soy yo.
Lágrimas de alegría desbordaban de mis ojos. Lo único que quería hacer era correr hacia él y abrazarlo con fuerza para jamás soltarlo. Volví a amarlo.
Pero cuando agarré mis dos manos, Lucifer aprovechó mi distracción y me sujetó por detrás, impidiendo moverme.
— ¿Piensas que con tan sólo haciendo eso me podrás detener?
Ya estaba harta de sus maldades.
—Sólo es para conversar un poco contigo —Sonrió.
—Tan sólo tienes que pedirlo, para hablar no hay que usar la violencia.
—Pero tú ya lo hiciste ¿Recuerdas? Tomaste una vida innecesariamente, causando pena y sufrimiento, además de destruirte a ti también en el proceso.
—Tienes razón al decir que Nick no merecía morir, y merezco lo peor por haberlo asesinado.
Me mantuve seria y con una postura firme a pesar de estar acorralada
—Aun diciendo eso sigues siendo una asesina. No puedes reparar lo que ya rompiste.
—Grace, sé que no querías hacerlo ¡No tenías otra elección, él te obligó! —Gritó Peter tratando de calmarme.
—Peter, no hace falta que digas eso, yo misma sé que nada justifica el hecho de que tomé una muy mala decisión matando sólo por rabia, a pesar de que no era yo misma en ese momento.
Desvié la mirada.
—He tomado malas decisiones en lo largo de toda mi vida, pero también he decidido pagarlo. Y lo haré cuando todo esto termine y te destruya, Lucifer.
—No... —Susurró Anelis desde la distancia — ¡Eres la asesina que acabó con la vida de Nick! No te mereces redención. Tú no eres nada —Escupió a la tierra seca.
— ¡Anelis!
—Nunca dije que merezco el perdón. Lo sé muy bien.
—Hice un buen trabajo en hacer tiempo creando a tu versión desgarrada. Además, ella sí me gustaba, esa Grace había logrado conquistar mi corazón, no era tan deprimente como tú. La verdad es que sí la extraño… Pero ahora que ya no existe, no hay razón para hacerlo.