“(…) Si abro la boca
sólo te lastimo,
Y no quiero hacerlo
porque te amo,
te admiro (…)”
(Lo siento al dolor)
A diferencia de las películas, no vi pasar mi vida a través de mis ojos. Tal vez porque no hice nada significante en vida, pero tal vez también porque no estaba muerta.
No del todo.
Al principio creí que seguía sin ver todavía, pero más tarde me di cuenta que mi alrededor era el que estaba en penumbras.
Luego oí una voz, de una Grace oscura que me miraba distante.
—La prisión ya no es un lugar cálido ¿Qué sucedió? Dijiste que te encargarías.
Mis ojos ardían y quise soltar el llanto. Mi cuerpo se sentía pesado y sólo me invadía un deseo insaciable de descansar.
—Lo hice, me esforcé, quise hacerlo… pero Lucifer es un tramposo.
—Deberías saberlo, estuviste demasiado tiempo con él como para adivinar lo que piensa.
Antes no me había percatado, pero fue hasta ver la apariencia de ésta Grace oscura que tomó mi cuerpo, cuando me di cuenta que realmente no es del todo una “Grace oscura”, sino el complemento de la elegida. De allí su aspecto oscuro.
—Realmente eres… el complemento de la elegida.
—Eso no importa ya, mira, estás muerta.
—Eso no es verdad, lo sabes, lo sé. Lo siento en mi interior, todavía no muero.
—Y si es así, ¿Qué lugar es este?
—El… Purgatorio.
Al acabar la frase ella se dejó caer al suelo, agarrando sus piernas en un solo movimiento limpio.
—Estoy cansada.
Me acerqué a ella, deseando que me dejara tocarle.
—Haremos… haremos un nuevo trato —Dije en tropiezos —Tomaré el control por completo, y en cambio tú y todos los demás complementos serán libres. Dejarán de luchar contra ustedes mismas.
<<Yo tomaré las decisiones desde ahora, me haré cargo de todo.
Sin decir nada, me miró, comprendiendo mis palabras, después de todo soy yo hablando con mi mente.
— ¿Estás lista? —Pregunté con velocidad, no podía perder ni un segundo más, la batalla final había llegado y debía acabarla. No había momento alguno para recapacitar y pensar en mis problemas íntimos, no ahora.
Asintió —Grace, gracias, por… liberarnos. Tú sabes.
Se generó una luz entumecedora, radiante, repleta de energía que me cubrió, a la cual absorbió todo mi ser, me sentía viva otra vez.
Significaba que los complementos son libres, ya no están atadas a la elegida, a mí.
Sentía algo más aparte de la energía, aquello me cubría cada célula de mi cuerpo, suave al tacto. Cálido. Abrí los ojos, el cielo estaba a mi altura, la tierra se hallaba muy lejos. Y mi cuerpo terrenal ya no se hallaba allí, tirado a su merced.
Los exorcistas continuaban luchando, gritando.
Eran más exorcistas de los que recordaba, muchos más. Los refuerzos al fin habían llegado, pero los demonios tampoco paraban de salir del portal al infierno.
Debía hacer algo para ayudarlos.
Pensé en ir tras el portal y cerrarlo de algún modo. Tan sólo fue un pensamiento, pero mi cuerpo respondió solo, y aun así en el cielo me dirigí como un rayo al lado del portal. Me di cuenta que no sólo realmente estaba volando en el cielo, unas bellas alas me cubrían, bañadas de fuego y cada llama se trataba de plumas. Era obra del ser de luz. Quien a través de una promesa me juró lealtad.
Toqué al portal con la palma de la mano. Era caliente al tacto, podría derretirme sólo estando allí parada, se asimilaba al ácido. Pero el calor de mis alas era aún más caliente que el portal.
Se desvaneció en la nada.
Quería ayudar a los exorcistas, enfrentarme una última vez a Lucifer. Darles una razón para ganar la guerra.
Las alas brillaron con más intensidad, y fui descendiendo a medida que explotaba a los demonios del cielo con mi luz azul. También mucho más poderosa que antes.
Las personas vestidas de uniforme oscuro miraron hacia arriba, totalmente asombrados.
Aterricé al lado de alguien a quien reconocí, en el momento él estaba exorcizando a un espíritu de nivel muy poderoso, con sorprendente éxito.
—Tomaste tu tiempo para cambiar de ropa.
Era verdad, miré mi cuerpo, mi vestimenta también había cambiado, ahora llevaba una armadura preciosa que parecía resistir cualquier tempestad.
Sonreí, feliz de estar viva y poder ayudar de verdad.
— ¿Cómo son los resultados?
Me observó como si de una broma se tratara.
— ¿Acabas de volver a la vida con un look distinto y preguntas los resultados? Ve y extermina a Lucifer de una vez.
—Pero, ¿Y Peter? Antes… lo vi volver.
—No te entretengas, ve y destroza todo a tu paso.
Pedro parecía eludir a todas mis preguntas, aunque tenía razón, el motivo por el cual reviví es completar mi misión de una vez por todas.
Me elevé en el aire, de nuevo con sólo pensarlo, y busqué a Lucifer entre todas las cabezas del suelo.
Lo encontré. Sólo había un ser que era capaz de crear una gran bruma oscura. Me lancé por los cielos de cabeza hasta su localización, con la intención de derribarlo. Noté que estaba rodeado de bastantes exterminadores que no podría contar con sólo los dedos de la palma. Pero Lucifer había estado apañándoselas para continuar ganando.
Lo encerré debajo de mí, a unos metros de profundidad por la potencia de la caída que hizo estragos. Si fuera un humano ordinario estaría muerto, por supuesto no lo es.
Movió su cuello, sonando varios huesos del cuerpo. Y sonrió diabólicamente, tratándose del diablo.
— ¿Será mi turno de acabar contigo? —Pregunté con ansias en mi voz. Quería aplastarlo allí mismo, mandarlo junto al magma si era posible.