Clarissa

La casa de las agujas

Parece que la historia nos sabría mejor de boca de aquella anciana. A la mañana siguiente nos encontramos en el punto que diera Abbie la noche anterior, caminamos un poco y llegamos a una casa con su fachada anticuada, el transcurrir de los años no afectó en nada a esa casa porque pareciera que se mantuvo congelada en el tiempo, nunca envejeció ni se marchitó.
En el corredor nos recibe una mujer que bien puede tener sus 40 años bien cumplidos, no tiene facha de que sea la anciana que buscamos, debe ser la mujer que vela por ella.
En nuestra juventud no nos preocupa nada, pero cuando llegamos a cierta edad es mejor que alguien nos cuide para evitar accidentes no deseados, nuestros movimientos se hacen lentos y esas cosas que no quiero mencionar, mejor esperar al momento.

—Abbie, milagro tú por aquí —Le extiende los brazos—. ¿Amigos?

—Sí, ella es Clarissa, David, Matías y Alexandra. Amigos ella es Leticia —Termina de presentarnos y toma ambas manos de la mujer—. He estado muy ocupada, necesitamos hablar con la anciana Marggie.

—Está viendo su programa en este momento, ya sabes cómo se pone si la distraen de sus series de televisión, aunque tratándose de ti hará una excepción. Ya sabemos cuánto te quiere —Le dedica una cálida sonrisa —Dame un momento.

—Muchas gracias Leticia.

Luego de una señal para pasar de parte de Leticia, cruzamos la puerta, en la sala de estar en una mecedora reposaba una anciana con sus cabellos blancos. Mi mirada viaja por cada centímetro de la casa y se encuentra con fotos viejas, supongo de la persona que descansa en frente de la televisión, también veo artefactos antiguos como un tocadiscos; es emocionante conocerlos. 
Abbie toma a la anciana por los hombros desde atrás y se acerca a su oreja.

—Abuela —Creo que es de cariño de lo contrario hubiera especificado que es su abuela.

La anciana voltea y dibuja una gran sonrisa en su cara.

—¡Naranjita! Llevas semanas sin visitarme. ¿Encontraste novio ya? —A la anciana se le dibuja una tierna sonrisa.

Ella sonríe y nos observa para luego volver a los ojos de la anciana.

—No abuela, mi trabajo y el estudio consumen mi tiempo. —Abbie de seguro está mintiendo.

—Es tu hora de empezar una familia. No querrás quedar sola para siempre —Aconseja la anciana.

—Ya después pensaré en eso. Te traje a unos amigos que quieren que nos cuenten tus historias.

—¿Historias? ¿La casa de las agujas? Parece ser que soy la única vieja que conoce de esa historia, o los demás prefieren ignorarla por completo.

—Sí, ¿Podrías contarla una vez más? —Pide Abbie.

Abbie nos presenta, luego de un incómodo silencio digo:

—Un placer conocerla —Todos estrechan su mano y se sientan.

—Desearía volver a mi juventud —En su cara se dibuja la nostalgia—. Aquellos tiempos donde hacía lo que quería y era la dueña del mundo ahora estoy vieja y ya casi pasó a una mejor vida.

—Llegar a su edad es difícil en estos tiempos —responde David— Nosotros los jóvenes ya no medimos las consecuencias de nuestros actos.

—Sí. Por eso le digo a naranjita que se cuide mucho que no tome drogas ni cosas de esas. La juventud está muy loca en estos tiempos, solo cosas estúpidas saben hacer e imitan todo lo que sale en la televisión o eso que llaman internet.

—Antes de empezar, ¿Te importaría si te grabamos? —Preguntó Matías.

—Pero niño hubieras avisado—Se pasa la mano por el pelo—¿Saldré en televisión?

—Puede que sí ¿Lista para la fama? —Matías bromea, mientras acomoda la cámara.

—Está bien —La anciana acepta.

Por alguna razón el hecho de una anciana queriendo volver a su juventud entra en mi alma. Me pongo en los zapatos de la anciana y me imagino un mundo que poco a poco se va hundiendo, mis amigos mi familia, todas las cosas que solía hacer se pierden con el tiempo. Debe ser difícil recordar a la gente que creció a tu lado y saber que no las volverás a ver, supongo que de eso se trata la vida. 
La anciana nos echa un ojo a todos, toma el control, apaga el televisor. Está lista para hablar.

—Les contaré sobre "La casa de las agujas" ahora la conocen así, porque este pueblo de locos donde han ocurrido cosas extrañas, le ha puesto ese apodo, pero antes solo era la casa de Alex Seth y su madre Alaina. No era muy amigo de esa familia, pero sí era curiosa y su vecina también, para ese tiempo me llamó más la atención luego de que ocurriera lo que llamamos: "La plaga de los ojos negros" tal vez ustedes saben de eso. ¿Abbie?

—Ellos no son de aquí abuela, pero les diré —se dirige a nosotros—. "La plaga de los ojos negros" era una extraña enfermedad que este pueblo sufrió en la década de los 50, simplemente se encontraban cuerpos y tenían los ojos totalmente negros. Sí, este pueblo esconde cosas raras.

—Exacto. Abbie puede conseguirles periódicos de esa época, le gusta guardar esas cosas y me mostró unos videos de una chica que hace investigaciones y eso deberían verla. ¿Como se llama Abbie?

— Clarissa, es esta chica que está aquí

— ¿En serio? — Hablaban de mi — Eres muy buena niña deberías seguir por ese camino, entonces supongo que viniste a hacer uno de tus videos.

— Sí, Matías es mi asistente.

—Ahora entiendo. Estoy emocionada ¿Me enseñan el video después?

—Lo haremos— La anciana se acomodó en su silla.

—Bueno, pongan atención... corría el año 57, 60 años para ser exactos. Yo era una chiquilla que le gustaba salir a caminar y andar en bicicleta. En ese entonces cursaba la universidad. Mi vida no es lo importante en este cuento, si no la vida de la casa de al lado, la casa de Alaina Seth y su hijo Alex Seth. Eran muy tranquilos, mi madre, que en paz descanse, a veces los invitaba a comer; para ser honesta ese chico era medio raro. Un día decidí hablarle y no fue muy bueno, era un poco tímido, no le conocí ninguna novia. ¿Abbie les has hablado del bosque? — Abbie niega con la cabeza— bueno, muy cerca de aquí hay un bosque donde se dice habitó el diablo una vez; yo no lo creo, lo que sí se comprobó fue que un grupo de gente profesaba una extraña religión...sect... bueno, una organización de gente que invocaba cosas raras. El chico Alex frecuentaba ese lugar, lo sé porque una vez lo seguí, nunca le pregunté nada sobre eso. 
Alex cambió totalmente cuando su mamá fue encontrada muerta, recuerdo ese día muy bien. Se encerró en su casa y nunca volvió a salir. Recuerdo un hombre con una máscara roja que lo visitaba antes de que su mamá muriera, un tipo sumamente extraño bueno... ¿Quién en Heblem no lo es? Luego de eso, empezaron a meter gente en esa casa, él y el chico de la máscara; yo lo sé porque yo lo espiaba, y fue cuando comenzó la llamada: "Plaga de los ojos negros" así como las arañas que rondaban por todo el pueblo. Alex Seth murió en la masacre que ocurrió ahí, días después la plaga se detuvo. No volví a ver al chico de la máscara nunca más. La gente de Heblem cree que debido a las agujas metían gente ahí para torturarlos luego se confirmó que contenían somníferos poderosos.



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En el texto hay: cultos, nuevas experiencias, terror suspenso

Editado: 18.11.2020

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