Clarissa

Greta Salazar

¿Soy yo o esto está tomando un rumbo parecido a las películas o a los libros? Resulta que mi amado padre me manda un mensaje diciéndome donde está la persona que busco ahorrándome todo ese tiempo. Tendré tanta suerte o el destino está de mi lado, no importa, lo único importante es que podré conocer a un familiar paterno que no es mi abuelo. Me apresuro al asilo, entro y le pregunto a la oficinista que me indique donde esta Greta Salazar, digo que soy su nieto y me da el número de habitación. Al entrar me encuentro con una anciana en cama.

— ¿Greta Salazar?

— Así me llamaban antes ahora soy Rosa. Tú debes ser el último Salazar antes de cerrar el trato — Dice.

— Hola — Me siento a su lado— ¿A qué te refieres?

— Mi hermano ha guardado muy bien el secreto.

Esta señora es hermana de mi abuelo.

— ¿Qué secreto?

— Los hombres Salazar han sido parte de un trato repugnante. ¿Por qué crees que poseen tanto dinero?

— ¿Qué clase de trato?

— Con el participante de una secta, o el diablo qué sé yo. Todo empezó con Mauricio. Mi padre. Tu bisabuelo. Corría el año 57 y tenía problemas económicos, intento trabajar en diferentes lugares, pero nunca le resultó siempre le iba mal. Así que no se le ocurrió mejor idea que buscar la ayuda de un practicante de brujería u ocultismo aún no me ha quedado claro eso.

Se detiene porque empieza a toser sin detenerse. Busco su vaso de agua y bebe un sorbo aclara su garganta y trata de continuar.

— Estoy en las últimas Joven, no diré que moriré hoy, tal vez mañana — sonríe— pero me alegro mucho que eres el único que quiere romper esta maldición.

— ¿Puedes continuar?

— Claro... — Posa su mirada en el techo—, Luego de la intervención del ocultista, mi padre comenzó a hacer mucho dinero y así comenzó las hermosas empresas que tu padre tiene.

— ¿Como sabes esto?

— Lo escuché decir del confidente de mi padre.

— Pero, ¿Cuál fue el trato?

— Cada veinte años un Salazar varón debía ser sacrificado. No podía ser mayor a veinte años.

Me quedo perplejo, eso explica muchas cosas.

— Tú te salvaste por ser mujer.

— Por poco, me iban a matar para ocultar el secreto, pero pude huir. Tu padre sabe que existo, pero no me ve como una amenaza en lo más mínimo, supongo que él te dijo que vinieras.

— Sí.

— Ten cuidado. Como te dije al principio eres el último para terminar el trato de una vez por todas.

— ¿Mi padre quiere matarme?

— No es que quiera, debe hacerlo. Así el legado estará seguro. Si no lo hace estará en la ruina antes del amanecer.

— ¿Como se detiene?

— Heblem. Ese pueblo tiene más secretos de lo que puede ocultar.

Más sorpresas. ¿El pueblo que tiene que ver?

— Vengo de ahí.

— Ahí nació y vivió Mauricio. En otras palabras, ahí se hizo el pacto con el rojo.

Ahora recuerdo que la anciana de Heblem hablaba sobre un chico vestido de rojo.

— ¿Ese demonio era un chico que vestía de rojo?

— Eso me dijo mi madre, ¿Lo conoces?


— Una anciana nos contó una historia sobre un chico que era visitado por él.

La conexión entre Heblem y mi familia viene de ese misterioso hombre. Ahora sí necesito la ayuda de mi madre para saber si lo ha visto.

— No sé si haya una solución a este problema, pero de haberlo debe estar en Heblem. Vete antes de que tu padre decida matarte. Sabes muy bien que él no lo hará, es muy cobarde para eso. En este momento ya buscar como matarte e incluso tiene un plan.

¿Me habrá seguido?

— No creo que me haya seguido estarás bien.

— De por sí moriré muy pronto. Vete chico y termina con esto.

Salgo de la habitación. Pienso en todo lo que me dijo Greta y me pregunto qué pasará con mi madre, luego de que lo termine, quedaremos en la ruina total. Podría quedarme callado y seguir con mi vida cómoda o volver a Heblem y buscar una solución. Escojo la segunda opción. 
Saco mi teléfono celular y le mando un texto a Clari: "Volveré mañana" 
Lo mejor será seguir ocultándoselo a mi madre. Solo necesito saber de ella si conoce al chico vestido de rojo. 
Entro a la casa y me la encuentro en la sala junto con Ale.

— ¿Como te fue? — Me dice Ale mientras me abraza.

— Luego te cuento. Madre necesito hacerte una pregunta y que me respondas con la verdad.

— Claro, pero primero dime que es el misterio que te traes, quise sacárselo a Ale y tampoco me dice nada.

— Muy pronto lo sabrás. Dime... ¿Mi padre ha estado viendo personas extrañas?

Mi madre piensa unos momentos.

— Pues hay un hombre que usa una máscara roja. Una vez le pregunté y me dijo que era un actor de teatro o algo así.

— ¿Cuándo fue eso?


— Hace unos pocos días, es la primera vez que lo veo con él.

De seguro aparece cada veinte años, esta vez viene por mí. Un ruido se escucha a las afueras de mi casa. Son llantas de auto. Mi padre. De seguro ya se habrá dado cuenta.
¿Greta? No puede ser... 
Cruza la puerta y comienza a gritar el nombre de mi madre.

— ¡Margaret! ¡Margaret!

— ¿Qué pasa?

— Aquí estás Matías, ¿Qué averiguaste? ¿Qué te dijo la vieja Greta?

— Ya lo sé todo — Trato de cubrir a Ale— ¿La mataste? Tú me llevaste donde ella.

— ¡Vete de mi casa! ¡Y llévate a tu perra contigo!

— ¡¿Qué diablos pasa? — Grita mi madre.

— Tranquila madre yo me voy, Ale prepara tus cosas.

— Pero... — Mi madre no entiende nada.

Al salir de la casa, mi padre se detiene en la puerta y grita:

— ¡Disfruta el poco dinero que te queda, no perderé mi dinero por tu culpa, ten cuidado!

Me ha sentenciado a muerte, mi propio padre ha puesto un contador a mis días. Me duele mucho dejar a mi madre con él, pero no puedo hacer nada por el momento.



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En el texto hay: cultos, nuevas experiencias, terror suspenso

Editado: 18.11.2020

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