Clarissa

Mira a los ojos

—¿Lo dices en serio? —Era difícil de creer lo que me contaba— Él me contó lo mismo en una llamada y me costó creerle. 

—Pues cree, es verdad lo que te dijo. Su familia nació aquí y un hombre de rojo trató de matarme, chantajeo a Matías y lo hizo volver, de seguro debe estar muerto.


—No digas eso. —Dice Abbie —Un padre no mataría a un hijo así. 

—Los de su familia están locos. Matan a un Salazar cada 20 años para mantener su fortuna. 

—Eso explica lo que Matías me enseñó antes de partir. 

—¿Qué fue eso? —Dice David— ¿Su pene? ¡Ay! Aquí está su novia. 

—¿Cómo puedes bromear en un momento como este? —pregunta Abbie, David solo se encoge de hombros. 

—57, 77, 97 —Susurro— Abbie llévanos donde tu «abuela» 

Dennis Salazar debe ser la conexión entre ellos. Esa anciana debe saber sobre él y todo lo que diga debe coincidir. Solo sabemos que la maldición nació aquí.
Esta vez la señora Marggie estaba acompañada de otro hombre mayor con el cual jugaban a las cartas.


—Mis niños han vuelto. Me alegra ver sus hermosas sonrisas juveniles. Él es Theodore un viejo amigo —El señor nos dedicó una sonrisa, luego siguió en las cartas —Theodore, ¿Recuerdas cuando éramos jóvenes?

—Marggie eso es pasado no volverá. 

—Viejo amargado. 

—Es tu turno. 

Bajó una carta de la mano y tomo otra. 

—¿Naranjita que te trae por acá? ¿Más preguntas?


—Sí, abuela. ¿Te suena el nombre Dennis Salazar?

—Dennis Salazar — Repite la anciana en voz baja.

—Al que recuerdo es a un Mauricio, Mauricio Salazar, ¿Recuerdas vieja? Su madre trabajaba en una oficina—Aclara Theodore. 

—Claro, no vivían muy bien. Naranjita ¿Qué quieren saber? 

—¿Mauricio? Matías no lo mencionó. Dije. 

—Tal vez fue su bisabuelo. Dice Ale 

—No importa Clari —Abbie no quería entrar en detalles— ¿Alguna vez lo viste con Alex Seth o el chico de rojo? 

—Uff el chico de rojo, lo había olvidado totalmente —Theodore no quita los ojos de las cartas.


—Viejo, están hablando conmigo —Marggie arremete. 

—Eres muy lenta, contesta y deja de pensar. 

—Mi memoria ya está fallando. 

—Yo te la refresco. Niña una vez que Marggie y yo salíamos, porque ella estaba enamorada de mí y al día de hoy no quiere admitirlo... 

—Ese eras tú... ¿Quién rondaba mi casa esperando que saliera? 

Como dos jóvenes comenzaron a pelear sobre quien buscaba a quien, en ese momento Matías llegó a mi cabeza, me pregunto si seremos así cuando estemos viejos. Mati espero que estés bien y que vuelvas pronto. Abbie tuvo que intervenir.


—Disculpa naranjita, es que este vejestorio me interrumpe. 

—¿Te acuerdas, vieja? 

—Cuenta tú, refréscame esta memoria. 

—Señora Marggie —David interrumpe— ¿Puedo preguntar algo? 

—Claro joven. 

—¿Cómo es que puedes recordar lo que sucedió hace 60 años y no eso? 

—David —Abbie responde— ¿Eres idiota? Es muy compleja la pregunta, el saber si una persona se topó con otra no es algo que se guarde tanto en la memoria. 

—Naranjita, los recuerdo una vez, Theodore y yo los vimos, Mauricio y el rojo juntos. Seguramente andaban en las andanzas. 

—Tengo una pregunta —Interrumpe David— Este rojo andaba en cosas raras tal vez la secta extraña tenga algo que ver. 

—Joven ahora que lo mencionas, no sé si la vieja Marggie recuerda —La ve—. Un chico que andaba diciendo una palabra: "el espía" 

—Claro cuando empezaron a aparecer los cuerpos. Todos creíamos que era una enfermedad, pero él decía que era parte de un conjuro. Sabíamos que había cosas extrañas en ese bosque, pero simplemente las ignoramos. 

—¿Donde esta él? —pregunto David.


—Murió. El que queda es su hijo —Responde Marggie. 

—Chicas, Mauricio estuvo aquí. Deberíamos saber a qué se refería ese chico. Clari a grabar.

Las 6:20 de la tarde marca el reloj, la claridad del día iba desapareciendo para dar paso a la tenebrosa oscuridad. La gente volvía de sus trabajos, los niños regresaban de la escuela para dedicarse a ver sus dibujos animados. Las tardes en Heblem eran muy amenas, las sombras del pasado desaparecieron y los que eran niños en ese entonces ahora son lo que tanto admiraban y respetaban: Adultos. La etapa de la vida con la que soñamos y cuando estamos ahí la odiamos, tiene sus ventajas, pero no creo que superen a las desventajas.
Los árboles mal cuidados y un charco eran parte del sendero que nos daba la bienvenida a la vieja casa de Jerónimo, según palabras de los viejos se dedicaba a estudiar el bosque y al casi desapercibido culto que ahí se practicaba o se practica. ¿Quién sabe?
David comenzó a gritar el nombre, luego de unos minutos un hombre asomó la cabeza.

—No tengo para comprar —La voz no se escuchaba feliz de recibir visitas.

—No venimos a vender. Vinimos a platicar.

—¡Váyanse!

—¿Podríamos hablar con el hijo de Jerónimo?

—Les diré por la buenas no quiero tomar medidas, por favor váyanse.

—Chico, soy Clarissa Marín. Poseo un canal de videos y vine aquí para averiguar qué ocurre. Déjanos entrar.

—Así que investigas, como el difunto de mi padre. Espérenme ahí, yo saldré.

La puerta se cerró y creímos que nos iba a dejar plantados. No fue así.

—A ver, a ver. ¿A quién tenemos aquí? —dice mientras se acomoda el pantalón— Mi nombre es Jordan Aargin.

—Soy David Carter.

—Alexandra Carter.

—Abbie Cipriani

—El mío ya lo sabes...

—Claro, Clarissa Marín. La chica de los videos. Tengo curiosidad ¿Quieres documentar los escritos de mi padre o hacer una película?

—Esa la haré yo —Dice David.

—Queremos ver lo que sea que haya adentro para entender mejor el pueblo —digo.

—Interesante. Por casualidad hoy no tuve trabajo, el hijo de puta de mi jefe me sigue acortando los días, me va a echar; lo huelo. Pero puede ir a comer mierda, lo detesto...



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En el texto hay: cultos, nuevas experiencias, terror suspenso

Editado: 18.11.2020

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