Cláusula

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   Salgo de la oficina del director Kraftvoll para dirigirme hacía mi habitación, necesitaba pensar lo que tendría que hacer de ahora en adelante, además de que también tengo que investigar más sobre ese libro, La mónada jeroglífica. No conozco mucho sobre las maldiciones o como invocar demonios, realmente, nunca me interese en nada de eso, pero ahora, que me veo en la necesidad de hacerlo, tengo que encontrarme preparada. Si invoco a uno de los demonios poderosos, o alguno de los Siete Príncipes, sé que tendré que dar algo realmente valioso para mí. ¿Mi vida? ¿mis recuerdos? ¿mi conocimiento? O peor aún ¿mi magia? No me encuentro aún preparada de desprenderme de lo único que me completa, que me hace ser yo misma, pero si voy a recuperar a mi hermano, y salvarlo de la maldición que seguramente yo active, necesito entregar algo realmente valioso.

Llego a mi habitación, encontrándome con un gran desastre; libros por todas partes, bolas de hojas rodeando el bote de basura, mi cama hecha un desastre, paquetes de comida instantánea por los suelos y un olor a ropa sucia que inunda el lugar. Suspiro agotada. Sin tener más opción, me pongo a recoger todo el desastre que hice en estos últimos meses por estar estudiando hechizos complicados y pocos entendibles para mí. Con ayuda de la magia, lavo la ropa y también el suelo, despolvo los libros que me pertenecen colocándolo nuevamente en el estante, y aquellos libros que no son míos, los coloco arriba del escritorio para llevarlos más tarde más tarde a la biblioteca. Cuando dejo todo limpio y ordenado, me dejo caer de espalda a la cama, mi piel con una ligera capa de suciedad y la ropa oliendo un poco mal, pues la llevo puesta desde el domingo y hoy es miércoles.

Sintiéndome algo sucia, me quito la ropa y me entro en mi baño privado, dándome una corta ducha de unos diez minutos, limpiando la suciedad de mi cuerpo. Me visto con una pijama basada en una camisa de manga largas negra con lineas rojas entre las mangas y el cuello, y un pantalón de lana que hace conjunto con la camisa. Dejo caer mi cabello llameante color zanahoria en mis hombros, mojando un poco la tela de mi camisa pues acabo de lavarme el cabello, este encontrándose algo húmedo. Me dejo caer en la cama, sintiendo el peso de todas las noches que me la pase en vela estudiando. Mis ojos se cierran, volviéndose demasiado pesados para mí. Y sin darme cuenta, me quedo completamente dormida entre las cobijas suaves de mi cama.

Me despierto a la hora de almorzar del otro día, mi cuerpo sintiéndose un poco más liviano que ayer. La preocupación de la desaparición de mi hermano aún se encuentra en mi mente y también en mi corazón, palpitándome con desesperación y dolor. Sin querer perder más tiempo, me levanto de la cama y me quito la pijama, colocándome el uniforme que solemos usar los estudiantes de esta Academia; una camisa negra sin mangas ajustada con una linea roja entre los botones, una falda negra con una linea roja bordeada en el final de las faldas, una corbata roja pequeña y una chaqueta roja; siempre suelo usar media pantis negra transparente y mis aclamadas botas hasta los tobillos negras con un simbolo rojo perteneciente a la primera división de los ángeles caídos.

Salgo de la habitación, cerrando la puerta con llave y me voy a mi primera clase. Cuando llego al salón pasa lo que siempre me pasa en las mañanas, los estudiantes se me amontonan a mi alrededor, queriendo estar conmigo en todo momento. En las últimas semanas he faltado a las clases de la mañana por estudiar mi siguiente especialización, así que se me había olvidado por completo que soy tremendamente popular en la Academia, y que además, mi cabello cuando esta suelto llama demasiado la atención.

   ━¡Buenos días! ━me saluda una de mis compañeras de clase, Alexandra.

Ella es la única chica que me ve como una persona normal, por eso nos llevamos tan bien. Siempre hablamos cuando nos encontramos aburridas, o cuando no me encuentro rodeada de todos los estudiantes que se me acercan por mi popularidad, o más bien, por ser la última descendiente del gran mago Merlín.

   ━¡Buenos días! ━le devuelvo el saludo un poco cansada.

Alexandra suspira algo irritada antes de sujetar mi mano y sacarme del gran circulo de personas que me rodeaban, haciendo que volviera a respirar con normalidad. Lleve mi mano derecha a mi pecho izquierdo, mi palma sintiendo los acelerados latidos de mi corazón. Los estudiantes que me rodeaban comenzaron a irse después de que el timbre sonara, iniciando las clases de la mañana, yo suspiro aliviada al saber que por ahora no me sucederá lo mismo que hace un momento.

   ━¿Estás bien? Te veo más cansada de lo habitual. ━menciona mientras caminamos hacía nuestros asientos.

Me encojo de hombros, sintiéndolos un poco tenso. Tomo asiento en mi pupitre, y Alexandra se acomoda a mi lado.

   ━Estoy bien. Y gracias por rescatarme hace unos momentos.

Ella hace un gesto despreocupado con su mano derecha.

   ━No es nada.

El profesor Jonathan Guisan no tarda en aparecer en el aula, mandando a callar a todos los que se encontraban hablando, la clase inicio con normalidad, el profesor Jonathan se la paso explicando sobre los hechizos de autodefensa y nos aviso de que en la siguiente íbamos a practicarlo con magia de verdad en el gran salón de entrenamiento.



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En el texto hay: fantasia, misterio, ciencia ficcin

Editado: 08.08.2019

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