Clean Boy

Capitulo 9

ARQUÍMEDES

—Arquímedes— era mi madre, quite la sabana de mi cabeza. Estaba recargada en la pared con las manos cruzadas. — ¿Vas a ir a la escuela hoy?

Negué con la cabeza y ella sonríe.

— Faltaste ayer— me dijo. Volví a taparme con mi cobija.

— ¿Y?

— ¿Y? ¿Es en serio? Vamos, levántate y arréglate, iras a la escuela— dijo mi madre.

— No quiero— le dije aferrándome más a mis cobijas.

— No tienes opción… ¿Quién te crees? Los adolescentes van a la preparatoria y si no quieres seguir el ejemplo de tu madre, iras ahora y aprobaras todas tus materias— me dice tratando de quitarme las cobijas de encima.

Me las quito yo mismo y la veo con el ceño fruncido. Gruñí de la manera más fea posible solo para que después de 15 minutos de arreglarme estar en el coche con mi madre sonriendo por su triunfo.

Veía por la ventana, estábamos tan cerca de la escuela que me daban escalofríos, pero en un semáforo dio un giro inesperado, en definitiva, no era el camino para ir al colegio. Me volteo a mi madre y ella no decía nada, ni siquiera me miro.

— ¿A dónde vamos?— pregunte confundido, ella se encogió de hombros y sonrió.

— Despidieron a la psiquiatra— dijo ella despreocupada. Abrí los ojos de impresión y me enderecé en el asiento.

— ¿Por qué? ¿Qué hizo?

— Algo nada profesional, pero tu tranquilo, eso no tiene nada que ver contigo— confesó asintiendo con la cabeza.

Mi psiquiatra era una chica joven, mis padres le pagaban extra para que me tratara a domicilio. Lo más raro del asunto es que si puedo creer que la doctora fuera capaz de hacer algo no profesional.

— Esta bien, pero eso no responde a mi pregunta— le dije y ella solo me dio una ligera mirada para volver a poner los ojos en el camino. — ¿A dónde vamos?

— Al psiquiatra— dijo sin más, como si fuera tan normal. Solté un aliento.

— ¿No querías que fuera a la escuela?

— Quiero que te sientas seguro…

— Llevándome con una nueva psiquiatra no me va a ayudar. Accedí a volver a la escuela— me defendí, mi madre llevo su mano a sus lentes oscuros y se los quita.

— Si, lo sé y estoy feliz de ello, pero ayer me recomendaron a esta doctora, dicen que es muy buena— dijo expresándose con su mano libre.

— Una psiquiatra me trato por 4 años…

— 4 años sin resultados, esa mujer solo sirvió para quitarte dos horas de vida cada semana. Quiero que alguien te trate, con el que puedas abrirte— me dijo alterándose un poco.

— ¿Por qué no lo intentas tú?— le pregunte viendo a la ventana.

Madre llevaba varios días llegando con mi padre discutiendo a casa, pero cada vez que me veía solo mostraba una sonrisa y fingía estar alegre. Ella piensa que su hijo es ciego y sordo, pero yo lo sé. El resto del camino no cruzamos palabra hasta que llegamos a las instalaciones que estaban en el centro de la ciudad.

Un lugar muy limpio a simple vista, camine detrás de la guía de mi madre hasta que cruzamos la puerta. Ella la abrió por mí y paso. Adentro hacia frio y estaba vacío. Las paredes eran naranja y había una palma artificial el lado del escritorio de recepción que estaba a mi altura. Madre hizo sonar la pequeña campana avisando a las personas que trabajaban ahí que habíamos llegado por fin.

Una mujer salió del pasillo de la derecha.

— ¿Señorita Guevara?— pregunto y mi madre asintió. — Puede pasar…

— En realidad el paciente es él— dijo mi madre apuntándome. La chica me vio de arriba abajo, no se preocupó en disimular.

Después de sentirme completamente acosado por la mirada de la chica me hace una seña para que la acompañara. Camine detrás de ella notando que era mucho más baja que yo, dos de ella eran un yo completo…

Me indico a una puerta que ella misma abrió, me deseo suerte y cuando levante la mirada era una habitación muy amplia, solo tenía un escritorio y enfrente, un sillón de piel negra. La psiquiatra levanto la mirada y me sonrió, sus labios eran muy delgados y gozaba de una mirada triste, sus manos temblaban un poco muestras acomodaba los papeles que estaban en el escritorio en una carpeta.

— ¿Usted no es la señora Guevara, verdad?— dijo en tono sarcástico invitándome a sentar. Yo caminé hasta el lugar, vi atento a sillón. — Tranquilo, es nuevo…

— Nuevo no es igual a limpio— le dije y ella comenzó a reír, pero no era una risa escandalosa, reía con la boca cerrada.

— Soy la doctora Rebeca Lore Espinoza, y seré tu psiquiatra a partir de este día. Te voy a hacer unas cuantas preguntas para poder determinar y respaldar mi diagnóstico y así poder trabajar, ¿estás de acuerdo?— dijo tomando una pluma y sonriéndome, sonreí aunque no pudiera ver mi sonrisa por el cubre bocas que tenía en la cara,

— Esta bien— le dije soltando aire. No podía evitar ponerme nervioso.

— Estaba viendo tu historial, Joven Mondragón. Adicto a la limpieza— asumió. Mi pecho tembló cuando escuche que había visto mi historial, ¿Quién se lo había dado? — tu antigua psiquiatra te diagnostico con misofobia, ¿alguna mejoría con su tratamiento?




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