Clean Boy

Capitulo 11

ARQUÍMEDES

No quería volver a la escuela, pero tuve que hacer el esfuerzo, apenas era miércoles y me cansaba tan solo pensarlo. Pero no fue un día tan malo, fue muy silencioso de hecho, en el almuerzo Yeya me contó que Gissel, la chica del salón 101 le había dicho que Cesas fue suspendido el resto de la semana porque golpeo a Francisco.

Fue una noticia impactante, pero justo ahora estoy en un dilema, ¿Por qué Cesar golpearía a Francisco? Puede que sea un payaso, pero por lo general no es agresivo, o será que no lo conozco. Puede que no.

Caminaba a la cocina cuando alguien toca a mi puerta. Me asuste, nunca me había tocado abrirla. Mis padres estaban en una cena de negocios que me negué a ir, Hara está perdida y yo estoy en frente de la puerta. Sería muy descortés de mi parte dejar a la persona detrás de la puerta esperando. Suspire con pesadez mientras caminaba a la puerta.

Todavía tenía mis guantes puestos, así que no se me hizo difícil tomar la chapa de la puerta. Me quejé cuando abrí la puerta y darme cuenta que el acosador de Cesar estaba en la entrada de mi casa.

— Espero que tengas una buena explicación de como sabes donde vivo— le dije molesto viéndolo sonreír como tonto.

— Te pido perdón por invadir un poco en tu privacidad, pero fue por una buena causa— me contesto sonriendo y extendiendo su brazo. Sostenía una caja blanca con la fotografía de un teléfono.

— ¿Qué es eso?

— Un celular…

— Ya sé que es un celular, Cesar. No soy tan ignorante como crees— le dije fastidiado.

— Bueno, en ese caso es un regalo— insistió y puso el teléfono más cerca de mí. Por un acto reflejo di un paso atrás alejándome del celular.

— No lo quiero.

— ¿Por qué no?

— No necesito esas cosas— le dije. A un lado de la puerta siempre ponemos paraguas. Tome uno y con la punta aleje a Cesar de la puerta.

— Siempre se necesita un celular, alguna emergencia. Puede que ahora no lo creas, pero un celular te puede salvar la vida en el momento correcto…

—… o te la puede quitar— Lo interrumpí sin pensar un poco en lo que salió de mi boca. Cesar tomo la punta del paraguas y evito que lo siguiera empujando.

— Se quién te arrojo el globo— confeso.

— ¿Fue Francisco?— sus ojos estaban repletos de confusión, confundido ladea su cabeza mientras sonreía.

— ¿Cómo sabes?

— Mera hipótesis, sé que te suspendieron porque golpeaste a Francisco— le dije con la frente en alto. Estaba listo para cerrar la puerta cuando comienza la llovizna. 

La puerta de mi casa no tenía donde cubrirse del agua por lo que la ropa y el cabello de Cesar comenzaron a mojarse.

— Déjame entrar, Arquímedes— me pidió caminando adentro con el paraguas bien sujeto. Di unos pasos atrás y después sonreí, con el paraguas lo empujé afuera. 

— Ahí tienes el paraguas, cuídate…— le dije cerrando la puerta.

Camine de espaldas viendo el desastre que había dejado Cesar. Había agua en el suelo. Le grite a Hara para que se encargara y cuando lo iba a hacer otra vez, mi visión se fue a la mesa donde mi padre pone sus llaves. Ahí estaba el celular que Cesar había traído.

Para mi sorpresa, comienza a sonar una musiquita rara dentro de la caja, me hacía recordar a los teléfonos de juguete. Sin más remedio abrí la caja y el celular tenía una llamada entrante: Cesar. Se atrevió a registrar su número, que bien… Contesté y lo puse a un par de centímetros lejos de mi oreja.

— ¿Quieres que entre por el celular o te lo vas a quedar?

— Si la única manera de tenerte lejos de mi es aceptándolo, diré que está bien. Pero eso no significa que te vaya a contestar en el futuro— le dije y escuche una risa por parte de Cesar.

— Te agrado, no lo puedes ne (…)

Le colgué antes que completara su frase. Es imposible que me agrade.

— ¿Te regalo un celular?— pregunto la doctore Lore, asentí repetidas veces y la mire. Puse mis manos entre mis piernas para calmarme un poco.

Las citas con la doctora Lore las programamos para los martes y jueves después de la escuela. Me miro y comenzó a mover la cabeza asintiendo, como si estuviera preparando lo siguiente que iba a decir.

— Me lo quede, pensé que… no lo sé, le dije que, aunque me lo quedara no le iba a contestar y…

— Contestaste— completo ella y volví a asentir. Me daba algo de vergüenza aceptarlo, pero tampoco quería mentir ya que quería que alguien me ayudara. — ¿Te gusta?

— ¿Qué? No, claro que no— respondí rápido.

— Bien… ¿solo te agrada?— me pregunto, ladee mi cabeza pensando en mi respuesta.

No siento que Cesar me agrade, sin embargo, nunca ha sido grosero conmigo. Asiento un poco, aunque mi respuesta no era segura.

— ¿Se lo dijiste?

— No. Si se lo digo lo tendré como chicle pegado a mi espalda todo el siclo escolar…




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