CESAR
Era viernes y mi cuerpo lo sabía de sobra. Ayer Yeya planeo una fiesta en su casa para mañana sábado, le pidió la casa a su padre el cual siempre le dice que sí. Preparado, sencillo y muy dispuesto a invitar al astronauta. Merece divertirse y puedo jurar que nunca ha ido a una fiesta. Baje del camión con Gissel a un lado con su maqueta ya terminada.
— Me siento feliz Cesar— dijo Gissel detrás de mí caminando de prisa, tiene las piernas cortas y con un paso mío ella da tres. Traté de caminar lo más lento que pude para no hacerla sufrir.
— ¿En serio?— pregunte, todas las mañanas tenía una razón diferente para estar feliz, era interesante saber que iba a decir todos los días.
— Cuando salí de casa una chica se cayó de su bicicleta…
— Oh, ¿está bien?
— No, pude ver como se le rompieron dos dedos de la mano. Fue satisfactorio, ¿sabe porque?— me pregunto y yo negué con la cabeza. — Citlalli, la chica que me cae gorda desde la primaria, se encargaba de que todo lo que yo hacía se viera horrible, como una pequeña basura en la esquina del centro.
— Me imagino que disfrutaste mucho verla llorar— le dije sonriéndole y ella asintió.
— No volverá a destruir mis maquetas en mucho tiempo— continuo para después despedirse de mí.
Nos despedimos en un pasillo, Gissel era una chica peculiar y aunque ella no lo creyera había muchos chicos que querían invitarla al baile de burbujas de San Valentín. Camine por el pasillo hasta los casilleros esperando a encontrarme con alguien, tenía que hacerlo rápido antes de que el director me vea, era capaz de suspenderme otra semana si me ve en la escuela.
Corrí cuando vi a Arquímedes en guardando sus cosas en su casillero.
— ¿Qué haces aquí?— pregunto Arquímedes alterado cerrando su casillero. Movía mucho los ojos evitando mirarme, era chistoso como actuaba.
— ¿Iras a la fiesta de Yeya mañana?— pregunte rápido sin contestar a su pregunta, tenía prisa. Me asegure de que no estuviese ningún prefecto por ahí que pudiera decirle al director que estaba aquí.
Al ser una escuela con solo dos grupos pequeños era fácil identificarnos a todos.
— No— contesto caminando a su clase. Lo seguí poniéndome a un lado de él.
— Sé que no te gusta salir, pero pensé que te haría bien distraerte y…
— Tengo un compromiso mañana Cesar. No podría ir aunque quisiera— me contesto. — Viniste aquí solo para preguntarme eso… pudiste llamar, no tiene caso que me hayas regalado un celular si no llamaras.
— Buen punto, pero tengo que ir a otro lugar a las dos, así que aproveche…
— Apenas son las 10 de la mañana…
— ¿Tienes otra fiesta mañana?— solo lo dije, quería que dejara de cuestionarme.
— Solo es de negocios, vienen inversionistas de mi padre y cenan en mi casa, soy miembro de los anfitriones así que no puedo faltar— respondió amable a pesar de que seguía evitándome. Era raro hasta para Arquímedes actuar así.
— ¿En que trabaja tu padre?— Quería seguir hablando con él. De seguro ahora se está preguntando porque el pasillo se convirtió tan largo.
— Una fábrica de textiles…
— ¿Eso qué es?— Me hice el tonto, este se detuvo de repente y me ve solo por un segundo, fue un lapso tan pequeño de tiempo que me costó grabarlo en mi memoria. Sonreí con triunfo, por fin había captado su atención.
— Tela… los textiles son tela. — me respondió algo fastidiado.
— Creí que en la industria de las telas no se ganaba mucho.
— Se gana si sabes a quien venderle— me respondió mientras seguía caminando.
Cuando llegamos a la puerta del salón salude al profesor que me miro con el ceño fruncido, era claro que le dirá al director que estaba aquí.
— Me voy antes de que el director me suspenda otra semana— solté corriendo a la salida con prisa, en un giro me resbale y después de eso escuche el grito del profesor al final del pasillo. Me levanté y seguí corriendo hasta la salida, antes muerto que atrapado.
☼
Estaba en una esquina esperando a Sour por la avenida revolución en el centro, muchas personas, muchas taquerías, muchos casinos y un burro pintado de cebra en la esquina en donde los turistas podían tomarse fotos encima de él con sombreros zapata. Era gracioso ver a las chicas de estados unidos emocionadas por algo que yo veía todos los días.
Yeya me había encargado algunas cosas antes de la fiesta de mañana. Somos menores de edad y solo Sour sabe cómo comprar bebidas alcohólicas sin identificación. Más barato y sin gastar en falsificaciones que son una basura.
Volteé y vi el cabello rojo brillante de Sour. Se sonaba las narices y sonreía viéndome. Lo salude también.
— Ahora hay que esperar a Bob— me dijo escondiendo su papel con sangre. Sé lo que le pasa, de hecho, todos sabemos que se droga pero este sigue empeñado a creer que todavía es un secreto aunque no puede fingir conmigo, yo le conseguía las drogas a veces.