Clean Boy

Capitulo 16

ARQUÍMEDES

La casa de Yeya se veía muy colorida, estaba en una colonia privada un poco al sur, ubicada aproximadamente a 15 minutos de la playa, casi podía oler la brisa del agua salada. Jerry me llamo un par de veces, pero no podía escucharlo, estaba desconcentrado.

— ¿Seguro que quiere quedarse aquí, joven Mondragón?— me pregunto por tercera vez. Cerré los ojos, inhale y exhale buscando alivio de alguna manera.

Negué con la cabeza.

— Moriré de igual manera— dije ignorando a Jerry mientras bajaba del coche, me voltee y le advertí que no le dijera a mi padre ni siquiera a mi madre donde estaba.

Camine hacia la puerta y aunque nadie estaba mirándome me sentía observado, ni siquiera sabía porque estaba ahí, pero tenía que ir a algún lugar en donde nadie me encontrara, donde podía ser invisible. Entre esta gente soy lo suficientemente insignificante como para que no me pregunten si estoy bien, nadie le importaría porque no es su asunto, justo en el ambiente de fiesta adolescente solo están preocupados de sentirse bien y divertirse y no gastarían saliva en alguien con ansiedad.

Iba a tocar, pero abrieron la puerta antes de acercarme.

— ¡El astronauta!— grito alguien de cabello azul teñido que no conocía. — ¡Soy Isaac, del 101!— volvió a gritar. — ¡Pasa se escapa el poder!

Entre como pude después de eso, el olor era penetrante y lastimaba la nariz, la música me estaba dejando sordo y las personas que estaban ahí parecían no darse cuenta de mi presencia. Entre la gente y las luces me hacían sentir mareado pregunte por el baño y una chica con la cara llena de brillantina me indico donde estaba.

Había muchos pasillos y me sentía perdido, hiperventile, no porque estuviera cansado sino porque comenzaron de nuevo mis nervios.

— ¿Arquímedes?— Voltee, esa voz le pertenecía a Yeya. Tenía perlas en la cara y un peinado muy bello, vestía de rosa pastel y sonreía.

Puso cara seria al verme alterado. La salude con la mano.

— ¿Dónde están tus guantes?— preguntó. Escondí mis manos detrás de mí y tragué saliva.

— Yo, no… no sé dónde los deje, es que…— no encontraba las palabras, lamí mis labios y miré el suelo. — Yo… Necesito el baño, quiero ir al baño.

— Estas en el pasillo incorrecto, vamos— me guio al pasillo del baño y justo cuando entre fue directamente al lavabo.

Abrí la llave y dejé que el agua corriera por mis manos, el jabón olía a frutas, el sonido de la música no se escuchaba tan fuerte en el baño. Tallé mi palma con las uñas, no me di cuenta de que estaba haciéndome daño hasta que Yeya me detuvo poniendo su mano en mi muñeca. Pero su toque no lo sentí, como si estuviera anestesiado. Basto un segundo para sentir el calor de la mano de llena.

Un impulso recorrió mi sistema y de un manotazo aleje la mano de Yeya de la mía. 

— ¡Ey tranquilo!

— Lo siento— respondí de inmediato viéndola, estaba confundida y masajeaba su mano.

Le había hecho daño, ¿Cómo fue? ¿Qué tan fuerte le pegue? Nervioso vi mi mano la de ella, sentí mis ojos arder por las lágrimas que se juntaban en mis ojos.

— En serio lo lamento, perdóname— le pedí con la voz quebrada, no podía deshacer el nudo que tenía en la garganta. — No sé qué hacer yo…

Las palabras querían salir de mi boca, necesitaba gritarlo a los cuatro vientos. No sabía si eso iba a ayudarme, pero si lo seguía teniendo en mi pecho iba a asfixiarme más y ya es muy difícil respirar ahora.

— Voy a morir— le dije en un suspiro. — Moriré Yeya, sé que no es una excusa por haberte pegado, pero… lo siento mucho— el llanto no me dejo seguir hablando, tape mi boca con mis manos mientras veía el suelo.

Retrocedí y me recargué en la pared.

— Lo lamento…

— Calma, Arqui. Respira despacio— escuche su voz acercarse a mí. — No me dolió, solo me desconcertó. No debí tocarte.

Negaba con la cabeza, logre ver en sus ojos que quería consolarme, pero, ¿Cómo iba a consolar a alguien que no podía tocar? Ahogue mi desesperación. Si tocar a alguien iba a matarme prefiero que Yeya me mate. A paso lento me acerqué a ella y hundí mi cara entre su hombro y su cuello mientras me asfixiaba su perfume olor a rosas.

— No me dejes morir solo— solté sin pensar. Trague saliva sintiendo los brazos de Yeya rodeándome.

Era pequeña y delgada, o eso era lo que sentía en ese momento.

— No vas a morir— me susurro. Nos separamos y ella sonrió. Con sus manos y teniendo cuidado de no picarme los ojos por sus largas uñas, seco mis lágrimas despacio. — Espera aquí. Te voy a traer algo, ¿Sí?

Asentí y la vi irse del baño. Confiaba en que no divulgaría lo que había pasado ahora, ella no era así. Respiré un poco y me senté a un lado del lavabo ya que había una pequeña plataforma lisa de mármol. Solo tenía que esperar.

Saque mi inhalador no para usarlo, me sentía seguro teniéndolo en la mano. Y mi pecho volvió a vibrar, saque mi celular encontrándome con otro mensaje de Cesar, era un mensaje de voz.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.