CESAR
Me acababa de arrepentir de los mensajes que le había enviado a Arquímedes, pero ya era tarde para borrarlos ya los había leído.
Estoy acostumbrado a tomar malas decisiones, pero de seguro esta es la peor, acabo de confesarle a Arquímedes que me gustaba. Pase mis manos sobre mi cara aplastando todas mis facciones. Cuando separé mis manos de mi cara vi a Yeya entrar algo alterada paso al lado de mí y ni siquiera me saludo.
— ¿Qué pasa Yeya? ¿Alguien se murió o qué?— bromee viéndola que seguía seria. Del cajón saco unos guantes verdes de plástico que se usaban para lavar trastes. — ¿Qué sucede? Ya sin bromas…
— Llego Arquímedes muy alterado, está en el baño— soltó abrazando los guantes, me vio muy preocupada. — Estoy preocupada, dijo que se iba a morir, no trae guantes ni cubre bocas…
— ¿Dónde está?— la interrumpí y esta trago saliva.
— Lo dejé en el baño, ven ayúdame— No necesitaba pedírmelo, la seguí hasta el baño ignorando todo el descontrol que estaba en su casa.
Cuando giramos en el pasillo que daba al baño se me paralizo el corazón antes de tan siquiera ver lo que estaba dentro del baño. Tragué saliva nervioso, pero cuando Yeya comenzó a hablar volví a la realidad.
— ¿Qué mierda le diste Sour!
¿Arquímedes no estaba en el baño? Me asome y solo estaba Sour apagando su cigarrillo tratando de calmar a Yeya. Había algo en la pequeña barra del lavabo, polvo blanco. Se me paralizo el corazón de nuevo al entender que el hijo de perra de Sour le había dado cocaína a Arquímedes.
— Voy a buscarlo, después hablaremos tu y yo Sour— le advertí enojado a Sour que seguía con su expresión despreocupada.
— Lo necesitaba, estaba muy triste…
— No tenías derecho— le dijo Yeya.
— Oye, tampoco lo obligue. No le puse una pistola en la cabeza para que inhalara la línea, él solo lo hizo— argumento sonriendo, apuntando al polvo que seguía en el lavabo. — Ya está grande, no es un niño…
— ¡Mejor cállate antes de que te parta la madre!
No podía seguir escuchándolo, camine por el pasillo con la sangre hirviendo de ira. Sour podía matarse con las drogas, pero no podía soportar que haya convencido a Arquímedes de meterse esa mierda. Yeya tiene piscina, justo ahora podría estar ahogado o podría…
Ay canijo… o podría estar bailando encima del comedor mientras se quitaba su traje.
— ¡Arquímedes! — le grite, pero la música estaba muy alta y no alcanza a escucharme.
“¡Mucha ropa!” “¡Mucha ropa!” gritaban todos mientras Arquímedes aventaba su saco negro.
— ¡Ese muchacho es la sensación!— escuche a Jasón en el micrófono. — ¡Astronauta llévanos al espacio!
Logre llegar a donde estaba Arquímedes y lo agarre de la cintura para bajarlo, había personas grabándolo me lo agradecerá después, estaba riéndose mientras lo llevaba a un lugar con menos gente, se despedía de las chicas que le pedían que regresara a terminar su show descarado.
Lo lleve a la habitación de Yeya, un cuarto en donde reinaba el rosa y las plumas.
— Arqui, ¿Estas bien?— le dije mientras le abotonaba la camiseta blanca.
— Muy bien. Incluso mejor que antes de hecho— confeso sonriéndome. No podía evitar sonreír por ese acto dulce.
Estaba tocándolo y este no me alejaba. Antes de abotonar el último botón note una cicatriz en su cuello. Era larga y fibrosa, con mi dedo índice la toque.
— ¿Qué te sucedió aquí?
— ¿Sabes que no siento la cara?— soltó riéndose, quien sabe cuánto consumió. — Quiero bailar…
— ¿Bailas?— Esta versión de Arquímedes era muy divertida y espontánea.
Sonreía, no quería dejar de ver su cara feliz y despreocupado, su risa era la mejor parte, a veces me imaginaba como era escuchar a este palo serio reír y era exactamente como me lo imaginaba, incluso mejor.
— No me regañes, tampoco a Sour— dijo después sin dejar de sonreír. — Quería ayudarme.
— Nadie regañara a nadie esta noche…— Ahí se me prendió el foco. — ¿Escuchaste mis mensajes de voz?
— No los escuche completos, ¿Decían algo importante?— Estaba confundido, pero todavía tenía oportunidad de borrarlos si no sabía lo que decían.
— Nada serio— respondí. — Dijiste que no podías venir.
— Mejor si, es que no quería estar en casa con gente indeseable— respondió con amargura en su tono de voz y su sonrisa se había ido. — Mejor aquí, con mis amigos— volvió a sonreír y se balancea hacia delante casi chocando con mi cara.
— Cuidado— le dije riendo, no pude evitarlo me daba gracia.
— ¿Sabes? Te tengo que confesar algo— me dice en un susurro como su fuera un ultrasecreto.
— ¿Qué es eso?— le respondí susurrando igual que él, parecíamos dos niños jugando.
— Tuve una erección pensando en ti— confeso susurrando. Abrí la boca tratando de responder, pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.