ARQUÍMEDES
Madre no dejo de preguntarme en todo el camino si estaba seguro de lo que estaba haciendo y yo no me canse de decirle que si, aunque en parte era una mentira. Estaba nervioso, ansioso y muy asustado por lo que estaba haciendo.
Estaba solo en la parada de autobús, esperando. Al parecer era el primero en llegar, eso me pasaba por mi insomnio, solo dormí como 2 horas y cuando me desperté a las 3 de la madrugada no pude volver a dormirme, me levante, me puse mi uniforme, desayune y levante a mi madre para que me trajera. Solté un gran suspiro buscando disipar la opresión que sentía en el pecho.
Volteé a todas direcciones y me encontré con Gissel que al verme sonrío saludándome, yo también le devolví el saludo.
—Amiguito, madrugaste—me dice poniéndose a mi lado para esperar el autobús.
—Si, yo... no pude dormir—confesé.
—Es normal cuando pruebas algo nuevo—Su voz era muy relajante, parecía que todo se arreglara si seguía hablando conmigo. —La primera vez que tome un autobús sola, me asuste mucho, pensé que me asaltarían o que un pervertido se masturbara al lado de mi...
—Eso es terrible.
—Lo sé, pero, ¿Sabes lo que paso?
—¿Que?
—Nada—contesto. —Me senté e ignore a todo el mundo a mi alrededor, imagine que estaba en viajando en un vehículo hermoso, como un carruaje jalado por caballos y música clásica—Subió la mirada, la chica era diminuta y volvió a sonreír. —Puedes imaginar que estas en un lugar hermoso tu también.
Suspire y mi vista fue hacia el otro lado de la parada de autobuses, había un señor chaparro con aspecto moribundo, me asuste, parecía un cadáver andante.
—Oye, tranquilo. Es mi tío Juan—Al parecer Gissel escucho mi corazón o olio mi pánico, solté el aliento y sonreí o trate de hacerlo. —Me acompaña todas las mañanas, mi madre piensa que soy muy estúpida como para hacerlo sola... o tal vez solo no quiere que me secuestren.
—Que horror.
—Lo sé, pero así es la vida—volteo con su tío y este hace un movimiento con la cabeza, era algo así de “que paso” y Gissel me apunto. —Es mi amigo, me quedare con él, estaré bien. Te llamo cuando llegue al colegio.
El tío de Gissel asintió y antes de irse me grito un: “me la cuidas” Apuntándola. Si supiera que yo no me se cuidar solo. Del lado contrario al que se fue el tío de Gissel vimos el autobús, estaba vacío. Tan distraído estaba que apenas sentí el tacto de Gissel al tomar mi mano. Volteo a verla y en el acto me suelta la mano.
—Es una mala costumbre, lo siento. Cesar me contó que no te gusta que te toquen—Su disculpa me hizo sentir mal. Parpadee muchas veces antes de tomar de nuevo la mano de Gissel, cada vez que lo hacia se volvía mas fácil.
—Ya estoy trabajando en ello. Es una buena terapia, tus manos son pequeñas—Eso la hizo sonreír.
El autobús se detuvo en frente de nosotros y abrió las puertas. Ansioso invite a Gissel entrar primero y de la mano me guio adentro. Por dentro no se veía tan horrible como pensaba, era normal, limpio y sin graffitis. Los asientos eran azules y eran para máximo dos personas, y dos hileras de asientos. Gissel y yo nos sentamos en los segundos asientos. Y como eramos los únicos en la parada, el chófer arranco.
En cada parada había al menos dos alumnos, en la primera subieron Isaias con Aitana, en la segunda entraron el trío dinámico de Enrique, Pan y Jason. Llevaban burritos que les dieron a todos, yo acepte solo por cortesía, no tenia hambre. Después entraron los mellizos, Honey y Sour con mucha energía. En la cuarta parada entro una chica gordita que al parecer era amiga de Gissel, se saludaron muy amigables.
—¿Te importa si me siento con Marta?—Yo negué.
Aunque estaba sentado solo, no me sentía como tal, los que estaban en el autobús no me excluían, me unían a sus conversaciones raras. Nos detuvimos en la ultima parada y por la ventada vi a Cesar con Yeya al lado. Lo vi entrar y este con una sonrisa me saludo con su mano, le devolví el saludo algo nervioso.
Se sentó al lado de mi y me miro, al parecer no creía que iba a venir.
—Hola—dijo con una brillante sonrisa.
—Hola—dije casi en un suspiro.
—¿Cuanto llevas en el autobús?
—Desde la primera parada, con Gissel—respondí, después caí en cuenta de algo y fruncí el ceño. —¿Hablas sobre mi con Gissel?
—No— Estaba mintiendo, era muy obvio que lo hacia. —Bueno, solo un poco.
—¿Que le has dicho?—le pregunte curioso. Este comenzó a reír.
Era una risa mágica, casi hipnótica... ¿que tiene Cesar que lo hace tan encantador? Todos lo conocen, a todos les agrada o eso creo, concentrado en admirar a Cesar el bache que paso el autobús me tomo desapercibido, intente sostenerme fuerte, pero un brazo logro sostenerme primero.
—¡No trae vacas!—gritó Enrique al final del autobús.
“Me di un madrázo” escuche a alguien junto a otros quejándose mientras que el chófer se disculpaba.
Vi el brazo de Cesar alejándose de mi con lentitud. —Lo siento, te habrías golpeado feo...