ARQUÍMEDES
Estaba en mi habitación meditando por lo que me pondría, no debería de importarme el como iba a verme, solo era un baile. Rodee en la cama para ponerme de pie, estaba cansado, pero ya tenia una idea de lo que quería hacer para mañana.
Al volver a la habitación de los vestidos ni siquiera los vi solo fui directamente a mi objetivo. En una esquina estaban telas dobladas y muchos retazos de tela. Algunas veces, los clientes las regresan por algún error de impresión o en ocasiones el color no era el adecuado. Tome una tela azul, el cliente había regresado mas de 20 metros de tela azul porque el color era muy brillante.
Se coser y cortar, aunque nunca me había hecho algo para mi. ¿Que tan difícil puede ser? Me medí mis manos y saque un patrón, era algo torpe, pero quedo bien para ser la primera vez. Me hice unos guantes azules que me llegaban a los codos. Seguí con mi travesía y me hice unos pantalones amarillos y un chaleco para hacerle juego, era una tela con estampado; razón, es tela de cortina.
Dure toda la noche haciéndolo, cuando volví a ver mi reloj eran casi las 4 de la mañana, gracias al cielo que el baile es en la tarde-noche, porque si fuera temprano, en definitiva no habría sido agradable estar en una fiesta desvelado.
☼
Solo abrí un ojo cuando escuche la alarma, no recordaba que hasta para los fines de semana la tengo. Vi el reloj, eran las 8 de la mañana. Talle mis ojos con ambas manos y después me estire. Por alguna extraña razón no sentía cansancio, mas bien, tenia una sensación extraña en mi pecho. Estaba nervioso, ansioso e inquieto. Me senté en mi cama absorto por el baile.
Cerré mis ojos e inhale aire, después de soltarla me levante para ir al baño, me di una ducha y cuando me termine de cambiar fui a desayunar. Las horas pasaban tan lento que me era imposible mantenerme quieto en un lugar, me sentía ridículo con lo que traía puesto, a pesar de habérmelo hecho yo mismo. Me quite la ropa dos veces, no estaba seguro de ponérmelo, era colorida, tal vez nadie lleve algo así... pero me la volví a poner pensando en las horas que tarde haciéndolo.
Me quite el chaleco unos minutos después de verme al espejo, lo arroje a mi cama y di un grito de frustración. ¿Porque no solo me use algo normal y ya? Me senté en mi cama y vi el chaleco. No estaba pensando con claridad, lo tome de nuevo y me lo puse, fue ahí cuando mi madre me grito... Cesar había llegado.
Me inquiete, comencé a rondar por mi habitación después de gritarle a mi madre que bajaba en un segundo. Me troné los dedos y me vi en el espejo unas cuantas veces mas. ¿Se burlara? O peor, me va a juzgar, se burlara de mi y me dirá que ira solo al baile, le daré vergüenza y como es muy amable no me lo dirá, así que quedaré como un tonto.
Suspire y trate de relajarme, ¿porque estaba tan preocupado? ¡Es Cesar! Y él no es del tipo que se preocupa por como se ve la gente... pero me dijo que me pusiera algo bonito.
Ya Arquímedes, baja y afronta el problema me dije a mi mismo y salí de mi habitación. No me di prisa cuando baje las escaleras, baje lo mas lento que pude, un escalón a la ves. Cuando lo vi mi corazón dio un latido muy fuerte. Estaba ahí parado hablando con mi madre.
Dí un pisotón fuerte al bajar el último escalón para llamar su atención. Cuando Cesar volteo, se le formo una sonrisa, no sabia si sonreír o solo esperar a que dijera algo. Pero no decía nada, solo me miraba de arriba a abajo. Llevaba traje café con una camiseta de botones con estampado de flores azul cielo, elegante y sencillo a comparación con lo que tenia puesto yo. Suspire por la desesperación que me provocaba que no dijera nada.
—¿Nos iremos ya?—le pregunte y fue cuando lo vi reaccionar.
—¡Claro! Si, vamos. Lo traeré de vuelta mas tarde, señora Guevara—le dice a mi madre y esta asiente, me da mi saco por si en algún momento me da frio. Caminamos a la puerta y cuando gire a ver a mi madre esta tenia los dos pulgares arriba.
Vi a Cesar abrir la puerta y me invito a salir.
—Oye, ¿Estas bien? Tienes la cara toda roja...
Abrí la boca para decirle algo, pero no estaba seguro de lo que quería responder, negué y reí por los nervios, camine afuera encontrándome con una camioneta combi de color verde lima.
—Convencí a mi abuela de que me prestara la camioneta—dijo caminando a la puerta del copiloto. Abrió la puerta y me invito a entrar.
—Te estas comportando muy raro—le dije entre risas. Era chistoso que se comportara de esa forma.
Siempre fue servicial, pero no a esa medida. Me gustaba, en parte solamente.
—Eres mi cita y tu mamá nos esta viendo. Quiero causar una buena impresión—Ni siquiera tuve que voltear para sentir la mirada de mi madre en nosotros. Sonreí y subí a la camioneta.
—¿Sabes manejar?
—Agradece que pedí la camioneta, mi primera opción era llevarte en bicicleta—bromea... aunque no lo parecía. No quería imaginarme a mi y a Cesar yendo al baile en bicicleta.
La camioneta estaba limpia, casi reluciente, había un aroma a bosque muy agradable. Lo vi subirse en el asiento del piloto y encender la camioneta con una sonrisa. La había limpiado muy bien, o tal vez le pago a alguien, pero, por lo que conozco a Cesar... él la limpio.