ARQUÍMEDES
Después de estacionarnos, fuimos al gimnasio. Ahí era donde se llevaría a cabo el baile. Aunque solo eran cuatro grupos de primero había mucha gente. Tal vez algunos de los alumnos invitaron a alguien que no eran de la escuela, pero yo no soy nadie para juzgarlos. Camine junto a Cesar hasta la entrada y cuando estábamos por entrar había una persona poniendo antibacterial en las manos a los invitados. Yo no pude ponerme, tenia guantes.
Mas adelante estaba una persona en una mesa, estaban apuntando a los invitados. Cesar me hizo el favor de poner nuestros nombres, uno al lado de otro. Cuando terminamos nos guiaron a un lugar decorado en donde estaban tomándole fotos a las parejas que llegaban.
—Si quieres, podemos decir que no—dijo Cesar al lado mio.
—No viviré la experiencia completa si salto este paso—le dije nervioso. No era bueno para mi hacerme el valiente, sin embargo, la mirada de satisfacción de Cesar lo valió, con todo y mis manos temblorosas.
Era una tina de porcelana con mucha espuma azul. Era un baño de burbujas. Cesar y yo nos sentamos en el borde y sonreímos.
—¿Son pareja o no? Mas juntos—Nos dijo el fotógrafo. Me comenzaron a temblar mis manos, aunque me estaba muriendo de nervios vi a Cesar, estaba acercándose mas a mi, solo un poco y de manera lenta.
—Lo siento, si no quieres...
—Esta bien—Lo interrumpí. Sonreí para la foto.
Nos dijeron que la foto nos la iban a dar cuando nos fuéramos. Estaba ansioso por ver todo lo que estaba en el baile. Las luces, los globos, la gente bailando, era una ilusión enorme. No recuerdo la ultima vez que me sentí tan emocionado.
En cuanto llegamos al centro del baile nos encontramos con nuestros amigos. Yeya, que a pesar de traer el vestido sencillo que le di, se veía hermosa. Se puso muchos adornos encima brillantes. Me sonrió y me pidió dar una vuelta.
—¡Que guapo!—Me halagó. Se alejó y dio una vuelta también. —¿Como me veo?
—Preciosa—le dije sonriéndole.
—Tengo que seguir dándole la bienvenida a los invitados, pero estamos en la mesa 3. Por si se quieren sentar—dijo Yeya apuntando a la mesa de al fondo. Pude identificar a Enrique platicando con un chico que traía un sombrero blanco con flores que lo adornaban, debe ser Jacinto. —¡No lo vayas a hacer bailar tanto, Cesar, que lo cansaras!
Cesar y yo caminamos lento hacia la mesa riendo por lo que le había dicho Yeya. Más cerca vi a Lupe con un chico que no conocía, pero tenia vista cansada, también a Diego, tenia un traje azul claro y se veía muy elegante.
—¡Ya llegaron!—grito Enrique en cuanto nos vio. Salto de su silla y dio una vuelta, como las que dan los bailarines para que admiráramos su traje purpura.
—¡Que bien te vez!—Lo halago Cesar sonriendo.
—Ustedes dos también se bien atractivos. Vamos, Arquí. ¡Vuelta!—Enrique era mu escandaloso, pero logro disminuir mis nervios. Me di la vuelta y este comenzó a aplaudir.
—Vamos a sentarnos—me dijo Cesar y lo seguí.
Me senté al lado de Jacinto y ahí fue cuando Enrique se digno a presentarnos. Era un chico agradable y muy amable. De lejos parecía serio y cohibido. Sonreía mucho.
—Él es Johan, esta en el 103—me presentó Lupe. —Es mi novio.
Me sorprendí, pero no demasiado, era una chica muy bonita y carismática cuando quiere.
—Un gusto—dijo él. También lo salude.
—¿Que le hiciste al pobre para que saliera contigo?—pregunto Cesar entre risas.
—Que grosero—respondió Lupe arrojándole una servilleta hecha bola. No parecía enojada, de hecho hasta su novio se comenzó a reír por la broma.
Nos sumimos en una conversación muy extraña sobre los pantalones del director Huerta. Al parecer no se dio cuenta que el estampado de esos pantalones no le ayudaba a dar una buena vista. Johan era mas divertido de lo que parecía, no necesitaba mucho esfuerzo para hacernos reír. Diego a los pocos momentos se fue a ayudar a Yeya y de eso, comenzó una canción muy ruidosa, Lupe se llevo a su novio a bailar y Enrique se emociono.
—¡Y llego la cumbia!—grito y apunto a Cesar el cual negaba mientras Enrique iba a por él. —Vamos a bailar.
—¿Porque no te llevas a Jacinto?— le pregunto apuntándolo, este comienza a negar y reír-
—Lo siento, no se bailar esas canciones—respondió.
Cesar me vio pidiéndome ayuda. Le sonreí y me puse de pie. Este no sabia lo que iba a hacer y su rostro de duda me dio mucha gracia. Ahora que no sabe lo que haré hace esta dinámica mas divertida.
—Personalmente, tengo sed—Vi a Jacinto. —¿Me acompañas?
—Claro—contesto poniéndose de pie, era mas bajo que yo -casi una cabeza de diferencia. La risa escandalosa de Enrique hizo su victoria publica.
—Eso me deja el camino libre. ¡Anda o se acaba la canción!—le grito llevándolo casi a rastras a la pista de baile mientras Cesar me veía.
Me fui con Jacinto a la fuente de sodas. Las gradas tenían una división, era una lluvia de luces. Era un gimnasio muy grande, tenia dos canchas. En una jugaban Volleyball y la otra baloncesto. Cuando llegamos a la fuente había de todo, alguien estaba sirviendo y para no tardar mucho Jacinto me dijo que él se encargaría. Estaba bien, veía desde lejos a Cesar y a Enrique bailar.