ARQUÍMEDES
Mi corazón estaba latiendo muy fuerte, casi lo sentía en la garganta, me asfixiaba. Le pregunte a todos los que se me cruzaban si habían visto a Cesar. Estaba volviendo a pasar... todo estaba exactamente como aquella vez. Cerré los ojos buscando tranquilidad, camine hasta el baño y cuando entre, me asegure de que nadie estuviera para dar un grito. Corto, pero me libero solo un segundo, nada iba a cambiar lo que estaba pasando.
Entre deprisa a un cubículo cuando escuche a alguien entrar al baño.
—Te vi entrar, Arquímedes— Era la voz de Sour. Salí tratando de verme tranquilo aunque me temblaran las manos.
—Hola.
—¿Buscas a Cesar, me imagino?—Deje de ver el suelo para verlo a él lavarse las manos. Vi como sonreía a través del espejo.
—¿Sabes donde esta?— pregunte. Este asintió.
—Esta hablando con un conocido...—se giro y me vio. Algo no me esta contando. —, me pidió que te dijera que lo esperaras en la mesa.
Mentía. Cerré los ojos. Era paciente así que no pensé en hacer mucho escándalo. Abrí de nuevo los ojos.
—¿Donde esta?
—En el pasillo que lleva a los vestidores de hombres... pero esta hablando con alguien—dice Sour.
—Entiendo—Mi cabeza no carburaba bien. Estaba con una persona en un lugar que podía no haber nadie. Era peligroso.
Mis pasos eran rápidos, demasiados como para mi, que estoy tratando de verme normal. Los nervios no me lo permitían, estaba tan ansioso por verlo bien que se me olvido por completo en donde estaba. Reviví un par de veces lo que le paso a Jacobo.
Sus gritos. Su mirada de horror. No quería ver a Cesar así. Seria una pesadilla.
Abrí la puerta que daba al pasillo, y como me lo imagine, estaba vacío, bueno a simple vista. Gire mi cabeza y lo vi, estaba sentado en el suelo con la cabeza agachada. Su espalda se recargaba en la pared y solo levanto la cabeza cuando di mi primer paso.
—Hola...—dijo con voz rara. Tenia los ojos muy irritados, parecía que estaba llorando.
—Hola...—Iba a irme cuando recordé a lo que iba. Lo vi una vez más. —¿Conoces a Cesar?
Frunció el ceño. Claro que lo conocía. Se puso de pie tambaleándose un poco. Limpio las pequeñas lagrimas que tenia en las mejillas y se incorporo.
—Si. Eramos compañeros de secundaria—me dijo. Supe en ese instante que este chico era el “conocido” del que hablaba Sour que estaba charlando con Cesar. Pero él ya no estaba ahí. Tragué saliva y apreté mis dedos, ahora estaba mas nervioso.
Era castaño y moreno. Tenia muchos lunares en la cara y sus ojos eran claros, no era feo.
—¿Sabes donde esta?—pregunte cohibido. Me intimidaba. Su altura, su mirada... sentía que podría comerme en un parpadeo.
—Se fue hace unos momentos...
Estaba listo para cruzar la puerta cuando su llamado me detiene justo cuando mi mano esta en la puerta. Solté aire y lo vi.
—¿Eres su cita?—Mi corazón me dio un latido fuerte. ¿Porque preguntaba? Asentí lento. —Le puedes decir que de verdad lo siento...
—No entiendo.
—...Se que hice las cosas mal. Pero eramos unos niños, e hice una estupidez.
—¿Que le hiciste?—le pregunte. Se quedo callado y vio al suelo. Estaba vulnerable.
Aproveche ese momento de debilidad para dar el paso que me acercaría a él. Busque su mirada mientras que este cerraba los ojos. Algo le daba vergüenza.
—Dime...
Abrió los ojos llenos de arrepentimiento. Le sonreí.
—Dile que si lo quería, pero...
—Si dices un “pero” después de eso, realmente no lo querías—comente desviando la mirada.
No sabia que le había hecho. Pero se algo muy bien, si quieres a alguien, no harás nada que lo lastime. Sin embargo... verlo en ese estado me hizo sentir pena por él. Me quite mi guante derecho, le indique que me diera el suyo y con suavidad se lo puse. Así guie su propia mano a su rostro. Estaba confundido por lo que estaba haciendo. Sonreí de lado.
—Con ese guante tome de la mano a Cesar—le dije.
Después de eso lo deje solo. No necesitaba verlo llorar. Abrí la puerta sin sentir la carga de que Cesar estaba en peligro... tal vez estaba en algún lugar de la fiesta, pero seguro. No tuve que dar muchos pasos para volverlo a ver. Estaba en frente de mi con un cupcake en la mano con betún azul.
Estaba bien. En una pieza con una sonrisa en su cara caminado hacia mi. Mis ojos ardieron, no podía deshacer el nudo de mi garganta al verlo tan alegre. Camine a él conteniendo todo sentimiento. Sonreí cuando el sonrío.
—Adivina—me pide. No conteste, sabia que si abría la boca y dejaba fluir cualquier palabra iba a llorar, solo sonreí viendo el cupcake. —Feliz cumpleaños.
Llevaba casi cinco años sin celebrar mi cumpleaños desde lo de aquella noche. Tenia tanto miedo de que todo se repitiera que me negué a cualquier celebración, incluso me irritaba que me dijeran “feliz cumpleaños”