Cleventine 1: Realidad y Ficción

1x27. El pasado de papá (1/5)

 

1º LIBRO – Realidad y Ficción

27.

El pasado de papá (1/5)

 

—Bien —carraspeó Lex, y comenzó a contarle a Yenkis—. Lo primero de todo, como ya habrás deducido, Jean Vernoux es nuestro abuelo.

—¡Sí, lo deduje! —saltó. «Claro, lo que leí en ese periódico tiene datos que encajaban con eso» pensó, «El año en el que fue escrito ese artículo, papá debía de ser un niño, y la edad que ponía de Jean encaja para ser su padre...».

—Al parecer, nuestro abuelo paterno era una mala persona y estaba loco. Decían que tenía un trastorno mental. Y su mujer, nuestra abuela Lilian, era una alcohólica que se pasaba la vida ausente, fuera de casa, y las pocas veces que estaba, digamos que no se comportaba bien. Monique Vernoux, que la has mencionado, era la hermana mayor de papá. Eran una familia bastante miserable, como imaginarás. Si pensabas que papá tuvo una vida fácil y de lujo como la que tiene ahora, te equivocas.

»Vivían en un barrio mediocre de París, sin mucho dinero. Al haber crecido maltratado y desatendido, no era de sorprender que papá fuera un niño violento, hostil, y también peligroso. Esto, sumado a su inteligencia por encima de la media, le hizo convertirse con tan sólo 9 años el cabecilla de una banda de jóvenes delincuentes callejeros. Se pasaba la vida en la calle más que en su casa, lo que es comprensible. Robaban dinero, causaban destrozos, peleas con otras bandas… Y a pesar de ser uno de los más pequeños de su grupo, no había alma que se atreviera a plantarle cara, no había rival para su astucia, su agilidad y su sangre fría. Así, se ganó a pulso el respeto de las otras pandillas callejeras y el título de cabecilla de la suya.

»Pero papá tenía otra cara, otra faceta que mostraba de vez en cuando al exterior. No era todo maldad y violencia en él. No todas sus acciones eran porque sí o por capricho. Por lo que a mí me contaron, resulta que muchas de las peleas o delitos que él cometía eran por motivos más complejos. Porque aparte de peligroso y violento, también era protector. Protector de los suyos, de aquellos que eran sus amigos, que vivían en las mismas o en peores condiciones que él.

»Por eso, muchas veces robar dinero era para fastidiar, pero otras muchas veces era para ayudar a un amigo a comer; muchas veces, darle una paliza a gente adinerada era para desahogar su maldad, pero otras muchas veces era para vengarse de ella, cuando descubría que eran pedófilos o violadores que esquivaban la cárcel gracias a su dinero o estatus social. Y aunque podían librarse de la cárcel, no se libraban de los puños de papá y sus amigos.

»Así era su vida, rodeado de gente como él, gente que tenía que sobrevivir en las calles, que buscaba como meta una mejor vida, que soñaba con un mundo menos injusto. Buscaban inconscientemente la felicidad. Papá siempre tuvo sus dos caras enfrentadas en su interior. Una de ellas sólo quería caos y destrucción, placer, violencia y diversión sin sentido; la otra, soñaba con ser alguien importante para el mundo, alguien útil, alguien necesario.

»La única persona que alimentaba de esperanza su lado bueno era la tía Monique. A pesar de todos los problemas, a pesar de todos los errores, defectos y cosas horribles que pudiera hacer, papá siempre recibía de ella un amor incondicional y una gran paciencia. Ella nunca se rendía con él. Nunca se cansaba de hacerle ver el lado bueno de las cosas y de convencerlo para que no dejara de soñar con convertirse en un hombre grandioso algún día.

»Monique era cinco años mayor que él y siempre lo había cuidado ella. Ella misma tenía planes para mejorar su vida. Con 15 años estudiaba y trabajaba sin descanso, ahorraba dinero, y tenía un novio de 18 años muy bueno que estaba dispuesto a llevarse consigo a Monique y a papá a vivir a otra parte y empezar de cero los tres juntos.

»Sin embargo… una noche, papá volvió a casa muy tarde. Se encontró con su padre y con su hermana discutiendo. Al parecer, empezó porque Jean había vuelto a tener uno de sus brotes espontáneos de agresividad por su trastorno mental, y la tomó con Monique. Ella siempre había sido tan buena y tan fuerte que ya desde pequeña estaba acostumbrada a cuidar de su padre, a tratar de calmarlo cuando se le iba la cabeza. Pero… esta vez era diferente. Era peor que nunca. Jean había perdido totalmente la cordura. Se convirtió en un auténtico monstruo incontrolable.

»Según como me contaron la historia, al parecer ella no paraba de decirle cosas como: “¡Basta, tú no eres así! ¡Vuelve a ser quien eres en realidad! ¡No dejes que eso te domine!”. Sea lo que sea a lo que ella se refiriera, no funcionó. Jean ya no distinguía amigo de enemigo. Perdió los estribos, la golpeó, ella intentó defenderse, él cogió su escopeta de caza, ella trató de quitársela, forcejearon y… eso. Ella murió.

Yenkis tragó saliva, tras haber estado varios minutos con la garganta totalmente seca, imaginándose la escena.

—Papá lo presenció todo. Había ocurrido muy rápido. Vio a su hermana perder la vida, llena de sangre y de tristeza, mientras Jean seguía enloquecido destrozando los muebles de la casa. En aquel momento, algo dentro de papá se quebró. Se le paró el tiempo, y el pulso, y la respiración. Quedó traumatizado para toda la vida. Me has dicho que en ese artículo decían que la policía encontró al día siguiente a Jean tirado en el suelo, inconsciente. Pues no. Estaba en coma. Fue papá quien lo atacó brutalmente.




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