Cleventine 1: Realidad y Ficción

1x32. La voz al otro lado del teléfono

 

1º LIBRO – Realidad y Ficción

32.

La voz al otro lado del teléfono

 

Yenkis observó el trozo de pizza que tenía en la mano, en sumo silencio. A pesar de que Lex había parado de hablar, sus palabras todavía sonaban en su cabeza. Lex le había contado esta historia, pero había omitido astutamente todas las partes que trataran acerca del “iris”, del Monte Zou y la Asociación, sustituyéndolas por metáforas y eufemismos. No quería que Yenkis supiera aún el tema de los “iris”.

El médico se cruzó de brazos sobre la mesa, mirando a su hermano detenidamente, esperando a que dijese algo. Le dejó un tiempo para que recapacitase. Era normal que estuviese desconcertado ante todo lo que había oído. Al igual que Cleven, Yenkis siempre había deducido cómo debió de ser la vida de su padre, y ahora que sabía lo distinta que era la realidad de las suposiciones, le costó tragarlo.

—¿Eso sólo es el principio? —preguntó al fin.

—Hm, hm... —asintió Lex.

—Lao... —murmuró Yenkis, frunciendo el ceño—. Kei Lian Lao… ¿Ese no es el viejo que siempre va con papá en el trabajo, el vicepresidente de su empresa?

—Así es.

—¿Pero ese señor… entonces…? —Yenkis no lograba asimilarlo—. ¿Ese señor adoptó a papá? Pero… ¿sigue adoptado, o… o qué es… cómo…?

—Sí, Yenkis. Ese señor adoptó a papá y así sigue siendo. Por eso, Kei Lian es nuestro abuelo. Nuestro abuelo Lian.

El niño abrió los ojos con asombro. Sólo conocía al viejo Lao de las cenas de empresa de Navidad, y quizá tenía algún lejano recuerdo de él de su infancia más temprana, que asociaba, en todo caso, con otras posibles cenas de Navidad en la empresa de su padre. Pero en realidad, era porque Lao llegó a ser su abuelo –es decir, a tener una relación con él de abuelo real, sin ocultar nada– durante sus primeros 4 años de vida, porque a los 4 años fue cuando Yenkis perdió a su madre y eso lo cambió todo en la familia, y los Lao se separaron de los Vernoux para reforzar la seguridad. Entonces, Yenkis apenas tenía recuerdos de él de esa época lejana, y lo que conocía de Lao ahora era de ser el compañero de trabajo de su padre y un tipo muy divertido y simpático en las cenas de Navidad de la empresa.

Además, recordó que la noche anterior, ese viejo vino a su casa y habló con Hana sobre Neuval. Fue él quien mencionó a Jean y lo que le llevó a Yenkis a investigar sobre eso. No podía creer que ese viejo fuera su abuelo. Había estado toda la vida acostumbrado a tener como familia a su padre, su madre, Cleven y Lex, nadie más. Nunca supo si tenía más familiares, hasta que Cleven mencionó al tío Brey, y después, hasta que Lex le reveló quién era Lao en realidad.

—¿Por qué...? ¿Por qué papá nunca nos lo dijo? —saltó decepcionado—. ¿Por qué no nos dijo que teníamos un abuelo y que era ese Lao?

Lex puso una mueca culpable. Su hermano no sabía que Lao y Vernoux fueron una única familia antes, cuando él era demasiado pequeño para acordarse y mucho antes de que naciera. Y que Lex siempre lo supo. Incluso Cleven, antes del borrado de memoria.

—La razón por la que papá ha tenido que ocultar esta y muchas cosas forma parte del resto de la historia, hermanito —respondió, robando un trozo de su pizza y llevándoselo a la boca—. Pero hemos acordado que no te iba a contar nada más allá de quién es Jean y cómo lo que hizo acabó llevando a papá al otro lado del mundo.

—Pero… no entiendo la necesidad de ocultar a su familia adoptiva de mí, y de Cleven, que, al final, ¡también es nuestra familia! ¿Qué daño puede hacer eso? El daño no está en revelarlo, sino en ocultarlo, ¡y por eso papá acabó provocando que te marcharas de casa!

Lex se sorprendió al ver a su hermano tan alterado por eso.

—Yen… Yo no me marché de casa por descubrir que papá ocultaba cosas.

—¿Qué?

—Fue por otra cosa. Otra cosa que hizo… que me dolió que hiciera sin mi permiso.

—¿Qué… qué fue lo que te hizo?

—No te preocupes por eso. Es un asunto entre él y yo. Pero escucha, Yen. Papá tiene sus razones para ocultar su pasado y su relación familiar con los Lao ante nosotros y ante la sociedad. Todo es y siempre es para mantener la seguridad entre ambas familias, todo siempre es para protegernos.

—Pero… ¿tan en peligro estamos? —se preocupó el niño.

Lex no contestó. La respuesta a esa pregunta ya estaba relacionada con todo el resto del secreto, la Asociación, los “iris” y sus misiones contra criminales del mundo… Yenkis entendió ese silencio de su hermano. Que, si quería saber más, eso ya lo tendría que averiguar solo.

—¿Sería mucho pedir que dejes tu curiosidad aquí y no indagues más? —le preguntó Lex.

—¿Es porque estaré en peligro si sigo ahondando?

—Podrías ponerte en peligro —asintió—. Eres inteligente, Yenkis, igual que papá. No sólo en cosas científicas y matemáticas, sino también en las emociones. ¿Entiendes que si te pones en peligro aun después de escuchar nuestras advertencias, y te pasara algo malo, eso nos afectaría a papá, a Cleven y a mí el resto de nuestras vidas?




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