Cleventine 1: Realidad y Ficción

1x34. El opurita

 

1º LIBRO – Realidad y Ficción

34.

El opurita

 

Fuujin empezó a ser mundialmente conocido hace 25 años cuando se descubrió que había alcanzado un nuevo nivel máximo nunca antes visto en un “iris”. Fue el primero y único hasta la fecha en convertirse en lo que se denominó un “dios iris”, el rango de -sama. Fue algo sin precedentes, e inequívoco, porque este máximo nivel consistía en poder hacer algo que nadie más, excepto los Zou, había hecho nunca: convertirse a uno mismo en su elemento. Su propio cuerpo, físicamente, transformado en aire, conservando la consciencia, haciéndose a sí mismo un elemento natural vivo.

Esto confirmó la teoría que los Zou habían estado sosteniendo desde hace siglos de que el “iris” era una energía arraigada a la mente, o al alma –misma cosa para los Zou–, y no al cuerpo, porque cuando Fuujin se transformaba a sí mismo en aire, podía seguir pensando, viendo, oyendo, sintiendo y actuar conforme a la razón. Era un elemento consciente, un elemento con alma.

Hasta entonces, solamente los Zou habían sido las únicas “criaturas” del mundo en hacer algo así. Por eso, Fuujin se convirtió en un ejemplo para miles de “iris” que, estando en el nivel -san, no sabían que podían lograr subir un peldaño más. Sin embargo, casi todos los que lo intentaron, esforzándose más, haciendo el triple de entrenamientos físicos y mentales, usando el “iris” de manera continua, se toparon con un objetivo que parecía imposible. Pero imposible no era, simplemente era extremadamente difícil, y no sólo dependía del entrenamiento y el esfuerzo, sino también de un motivo.

El motivo emocional. Muchos olvidaron que el “iris”, siempre, siempre, se sostenía en un motivo emocional. Olvidaron que, precisamente, se convirtieron en “iris” por un motivo emocional. El “iris” no era un fenómeno físico, biológico, material… era una energía inmaterial, igual que el alma. E igual que el alma no podía existir si no estaba hecha de recuerdos y experiencias, de pensamientos y emociones, el “iris” tampoco.

El entrenamiento o usar mucho el poder del “iris” en misiones ayudaba, pero eso tenía que venir acompañado por un motivo emocional para despertar un nuevo nivel. Y no era igual para todos, por supuesto. Las personas son diferentes, cada una reacciona de una forma ante algún suceso, y no a todas les afectaba algo con la misma intensidad. Por ejemplo, para Pipi, el nacimiento de su hija Álex le produjo una enorme felicidad que alimentó a su “iris” de más poder. Pero, para Neuval, el nacimiento de su primer hijo fue el acontecimiento más significativo de toda su vida. Porque Neuval, a diferencia de Pipi, tenía un cierto pasado, y tenía un cierto trauma con su padre biológico, y una historia detrás de lo que era para él tener una familia, formar parte de una, y en ella, tener el papel de hijo, de hermano, de marido, de tío, y de padre.

Pipi venía de una familia complicada, pero normal, en la que siempre había tenido a sus padres, a sus abuelos, a tíos abuelos, a sus dos hermanos, varios tíos, muchos primos, varios sobrinos… y en la que siempre había habido cosas buenas y cosas malas, las típicas en las familias. Pipi venía de una familia enorme, y conocía tan bien el papel de cada uno en ella y había visto lo mismo una y otra vez, que había acabado saturado de ella. Y quizá, por eso, tener un nuevo hermano, o un nuevo primo, o sobrino… como que le alegraba pero como que ya no era tan importante. Tener a su hija fue el mayor motivo de felicidad que había tenido nunca, eso sin duda. Pero no llegó a ser “el motivo clave” para su “iris” para alcanzar el máximo nivel porque no tenía un trauma relacionado con eso.

Neuval, por el contrario… tenía unos orígenes bien diferentes, y para él, el nacimiento de Lex fue lo que dio sentido a todo: a su pasado, a su presente, a su futuro, a sí mismo, a su vida y a todo por lo que luchaba en ese mundo. Para él, fue motivo de sobra para que su “iris” rebosase de la mayor dicha, y despertara su mayor nivel de poder. Y de Fuujin-san, pasó a ser Fuujin-sama, estrenando nuevo nivel en la Asociación.

Pues por eso lo de “casi todos”. En los años siguientes, el ejemplo de Neuval sí sirvió, al menos, para un par de “iris” más en el mundo. Al ser un nivel tan excepcional, cabía esperar que apenas nadie más lo lograra. La siguiente fue una mujer en Estados Unidos, una “iris” Sui. Aquí, había que apuntar una excepción. Los Sui eran los únicos “iris” en los que sí era normal convertir su cuerpo en agua si alcanzaban un nivel -san alto, por la única e indiscutible razón de que el agua era el mayor componente básico del cuerpo humano. Sin embargo, no podían durar mucho tiempo, ni hacer muchos movimientos efectivos, porque se evaporaban, y si se evaporaban, significaba que pasaban a convertirse de agua a aire, y si se convertían en aire… era básicamente como morir, ya que era el estado donde su elemento dejaba de ser su elemento. Si un Sui se convertía en agua y a causa de un fuego o de un calor abrasador se evaporaba parte de su masa, al recuperar su cuerpo de carne y hueso podían aparecer sin un dedo, o sin un pie… dependiendo de cuánta agua hubiesen perdido.

Esta Sui de Estados Unidos alcanzó el máximo nivel cuando demostró ser capaz de, no sólo convertirse en agua, sino también en hielo, el más puro y frío hielo, y adoptar formas y moverse sin problema. El hielo era el estado del agua más estable y seguro, significaba que estaba mucho más lejos del estado de evaporarse, por lo que, para un Sui, ser hielo era el mayor nivel de su elemento, su estado más perdurable.




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