Cleventine 1: Realidad y Ficción

1x40. Raijin y Fuujin

 

1º LIBRO – Realidad y Ficción

40.

Raijin y Fuujin

 

—“Neu, ¿dónde demonios estás?” —le preguntó Denzel por el teléfono manos libres del coche—. “¡Alvion y yo llevamos esperándote una hora aquí en el templo! ¡Y Alvion está muy cabreado!”

—¡Pues que se joda! —replicó, conduciendo a toda velocidad—. ¡Aún no he encontrado a Cleven!

—“¿¡Qué!? ¡Por Dios, Neu! ¿Y por qué no avisas? ¿Dónde estás ahora?”

—Yendo hacia la casa de Brey —contestó de mala gana, girando bruscamente el volante para coger una calle.

—“¿¡Ella está con él, entonces!?”

—Estoy seguro —afirmó—. Estoy seguro de que ella ha estado con él durante estos días.

—“Espera...” —apaciguó el Taimu—. “¿Qué vas a hacer cuando los encuentres?”

—Obviamente, le diré cuatro cosas a Cleven. Luego mataré a Brey. Seguro que su majin está poniendo en peligro a Cleven como hizo la última vez...

—“¡Hey, hey! ¡No hablarás en serio! ¿Verdad?”

—Te dejo. Túnel —contestó sin más.

—“¡Ni túnel ni leches! ¡Neuval, ni se te ocurra colg...!”

Neuval colgó y siguió adelante, adentrándose en una avenida a cien por hora.

 

* * * *

 

Cleven, aún paralizada frente a la puerta, recapacitó sobre lo que acababa de oír. Se volteó hacia él y se alejó un paso, mirándolo con fiereza.

—No estoy para bromas, Raijin. ¡No tiene gracia! ¡Déjame salir!

Él la agarró del brazo para detenerla cuando ella hizo su cuarto intento de salir por la puerta y la obligó a meterse en el salón, interponiéndose entre ella y la salida, y caminando hacia ella, con una mirada tan severa y sombría que ella no podía hacer otra cosa que retroceder de regreso al salón, nerviosa y asustada.

—No irás a ningún lado hasta que escuches.

—No... No quiero volver a oírlo... Es cruel lo que estás haciendo, pretendes engañarme...

—Tu madre... se llamaba Katzline Saehara —le empezó a decir el chico—. Se crio en esta ciudad, y a los 20 años se casó con tu padre, Neuval Vernoux, nacido en París. Muy poco después tuvieron a Lex, tu hermano. Nueve años más tarde, naciste tú, y cuatro años después, nació Yenkis. Tres años más tarde, tu madre falleció. Mi hermana...

—No... —sollozó Cleven, sin poder creerlo.

—¡Mi hermana! —repitió él, con una voz cargada de rabia—. ¡Falleció hace siete años, un 2 de octubre! ¿¡No te es suficiente!?

—Tú... —musitó con un hilo de voz.

—Me llamo Brey Saehara —contestó Raijin—. Tus abuelos maternos, Hideki Saehara y Emily Smirkova, eran mis padres. Están todos enterrados en el cementerio al que fuimos juntos el otro día. Eres mi sobrina.

Cleven negaba con la cabeza sin parpadear, con lágrimas cayendo por sus ojos y caminando hacia atrás. No podía creerlo. No quería creerlo.

—No... —murmuró—. No es posible... —sollozó, mirando tristemente a aquel chico rubio que, dándose cuenta por fin, vio que tenía los mismos ojos verdes que ella, los mismos ojos que su madre Katz—. No... ¡Tú no puedes ser mi tío! Tú no puedes... no... ¡Dios! —gritó, cayendo de rodillas al suelo y tapándose la cara con las manos—. ¡No puede ser verdad! ¡Todo este tiempo...! ¡Cuando te vi por primera vez en la cafetería, cuando caminé a tu lado por toda Shibuya…! ¡Cuando me peleé contigo en aquella discoteca…! ¿¡Te he tenido al lado todo este tiempo!? ¿¡Todo este tiempo… eras tú!? —cogió aire y apretó los puños—. ¿¡Me estás diciendo que me he acostado con mi tío!?

—¡Calla! ¡Calla, ni lo menciones! —exclamó él, igual de horripilado que ella.

—¡Cabrón...! ¡Estás loco...! ¡Me has engañado todo este tiempo...!

—¡No! ¡De eso nada! ¡No tenía ni la más remota idea hasta ahora! ¡Acabo de darme cuenta de quién eres, en cuanto dijiste hace un momento en el portal que buscabas a tu tío y dijiste mi nombre! ¡No te atrevas a pensar que yo lo sabía! ¡Joder! —gritó para sí mismo, llevándose las manos a la cabeza y dando unos pasos en círculo, intentando él también asimilar la situación, pero apenas podía.

Cleven lloró, notando un vacío en el estómago, una presión en el pecho que no la dejaba respirar con normalidad y un dolor en el corazón que la doblegaba poco a poco.

—Te... te contacté por teléfono... —apenas pudo pronunciar—. Hablé contigo... por teléfono...

Raijin dejó de dar vueltas y se quedó quieto. Bajó las manos, con cara desconcertada. Era cierto... Recibió una llamada de ella, de Cleventine, su sobrina, aquí, en el teléfono de su propia casa, y habló con ella, y ella le dijo lo que quería pedirle... hasta que se cortó la línea. ¿Qué ha pasado con eso? ¿Por qué se le esfumó de la cabeza, por qué se acordaba ahora mismo, ahora que Cleven acababa de mencionarlo? Se cortó la llamada y después... ¿se olvidó sin más? No le cupo la menor duda, eso se debía a que habían tocado su memoria y la habían programado para sufrir este efecto.




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