2º LIBRO - Pasado y Presente
15.
Desubicados
—Ah... —entendió Naminé, con cara anonadada—. O sea... que es cosa de un salto en el tiempo causado por la niña desconocida que atacó a padre ayer.
Link asintió, sentado frente a ella en la mesa del comedor del piso de Denzel. Le había estado explicando a su hermana todo lo sucedido con ellos. Tanto la espada de Link como el bolso de Naminé reposaban en otra silla junto a ellos. Owen estaba en el salón, en el sofá, leyendo con curiosidad una revista de coches y motos de carreras.
—Y… —continuó la mujer—. Eso significa que estamos muy lejos de casa.
Su hermano mayor volvió a asentir.
—Luego... Mis tres niños y mi marido están sin mí a dos siglos de distancia.
Otro asentimiento.
—¡No! ¡No puedo soportarlo! —saltó, agarrando a su hermano de la camiseta y lo zarandeó violentamente—. ¡Tengo que volver a casa! ¡Tengo que volver ahora mismo! ¿¡Qué harán mis niños sin su madre!?
—Calma, calma —sonrió Denzel, sujetándola, apareciendo tras ella.
—¡Y tú! —exclamó la mujer, volviéndose hacia él—. ¿De verdad eres tú? ¡Ayer seguías pareciendo un muchacho y ahora pareces más adulto! ¿Qué ha pasado contigo?
—Pues… que he crecido —se encogió de hombros—. Han pasado dos siglos, Nami. Sé que nunca me habéis visto cambiar de aspecto ni envejecer apenas nada durante el periodo de vuestras vidas, pero ya os dije que yo sí envejezco, y se nota más con el paso de los siglos que con el paso de los años. Mi edad aparente ahora es de unos 26 años, más o menos. Pero Nami, love, trata de calmarte.
—Quiero volver a casa, padre —repitió, abrazándolo y apoyándose en su pecho, sin poder tranquilizarse—. Este lugar me espanta. Hay muchas cosas que no conozco, dar un paso a izquierda o derecha es peligroso. Malhechores, máquinas, laberintos de calles, edificios que tocan el cielo... salen por todas partes.
—Lo sé, cariño, lo sé —palpó su cabeza para consolarla—. Es un gran contraste. El Tokio del siglo XXI no es tranquilo, que digamos.
—Amo a mi marido, padre, sabes que sí —le dijo Naminé con gran cara de pena—. Pero es un inútil…
—Lo sé… —masculló Denzel entre dientes.
—Tan inútil…
—Lo sé…
—Será un experto en finanzas y en jugar con los niños y contarles cuentos. Pero no sabe ni cocer arroz, ni remendar ropa ni tratar un resfriado. Tenemos tres hijos… El otro día nuestro pequeño se hizo una herida en la rodilla, y el que vino corriendo hacia mí llorando muerto de miedo fue mi marido, pensando que nuestro pequeño iba a morir por esa raspadura en la rodilla.
—Nami —la calló con un dedo en los labios—. Estate tranquila. Lo más probable es que tu madre y la esposa de Link se estén encargando de todo y de los niños ante vuestra ausencia. Y yo también estoy por allí.
—Si estamos en un “nudo latente”, ¿no estás adquiriendo nuevos recuerdos conforme tu “yo” pasado sigue su vida en mi época después de nuestra desaparición, ya que tu época y la mía comparten el mismo tiempo pero no el mismo espacio?
—Así es —suspiró Denzel—. Aunque no lo creas, por dentro estoy haciendo un enorme esfuerzo por mantener la coherencia, porque de vez en cuando me vienen nuevas memorias que no tenía antes. Y este mediodía me ha venido un recuerdo, un recuerdo de que el día después de mi 194 cumpleaños desperté de mi inconsciencia en el salón de casa, rodeado de tu madre y de la mujer de Link, muy preocupadas. Y creo que escuché los lloriqueos de tu marido en otra habitación junto a los sollozos también de mis nietos.
—Padre, ¿qué recuerdas que madre y mi mujer te dijeran al despertar? —le preguntó Link, intrigado.
—Nada que no sepamos ya. Recuerdo oír a tu mujer explicarme que me habían encontrado en mi estudio inconsciente ayer, que tú y tus hermanos fuisteis en mi ayuda, y que los ocho desaparecisteis de repente. Nadie sabe qué ha pasado y todos están preocupados. Ahora mismo me vienen recuerdos de estar pensando qué hacer al respecto o cómo investigarlo o a quién acudir para saber algo. Eso es lo que mi “yo” de vuestra época está haciendo ahora, mientras tu madre y tu mujer y el pequeño Daniel están poniendo orden y calma en el resto de la familia.
—Así que el padre de nuestra época está intentando decidir qué hacer para averiguar dónde estamos o resolver nuestra desaparición —dijo Owen—. Pero tú no puedes saber qué decidirá hacer, porque lo que sucede allí y lo que sucede aquí están compartiendo el mismo tiempo.
—Sí. Si mi “yo” pasado acaba tomando una decisión mañana, yo lo sabré, en forma de memoria, mañana también, y no antes. Lo más seguro es que elija ser prudente, y esperará un tiempo a que un Denzel de otra época, como yo, le dé alguna explicación. Pero yo por ahora no voy a hacer ningún viaje temporal, hasta que me cerciore de si es seguro o no hacerlo, ahora que sé que hay una supuesta taimu desconocida actuando contra mí.
—Así que… —lamentó Naminé—… no puedes llevarnos de vuelta por ahora.
—Lo siento —afirmó su padre—. Pero la única forma de desatar el “nudo latente” de manera segura y sin arriesgar la línea del Tiempo y poner el mundo en peligro, es resolver la anomalía, o sea, vosotros ocho, de manera completa y de una sola vez. Os tengo que llevar de regreso a todos a la vez y dejarlo todo como estaba antes.
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Editado: 24.11.2024