Cleventine 2: Pasado y Presente

2x24. Gemelos temerarios

2º LIBRO - Pasado y Presente

24.

Gemelos temerarios

Cuando cayó la tarde, Brey logró llegar al colegio Tomonari lo suficientemente pronto para encontrar sitio libre en el aparcamiento dentro del recinto. Mejor, porque parar el coche fuera en la calle solía ser un caos cuando venían todos los padres a recoger a sus hijos. Se fue tranquilamente al patio delantero, donde los demás padres se agrupaban para esperar la salida de los niños del edificio, mientras miraba su móvil ensimismadamente, pues estaba estudiando el mapa del terreno de la base criminal que él y Drasik tenían que ir a desmantelar el domingo.

De nuevo, era acosado por las miradas de los demás padres y madres. Para ellos, él se veía aún como un niño. Pero la mayoría de miradas eran de embelesamiento, las madres suspiraban discretamente mientras se lo comían con los ojos. Él, como siempre, pasaba olímpicamente.

En el edificio vecino al otro lado de la valla de más allá, el del instituto de la secundaria superior, también habían terminado las clases y estaban saliendo los alumnos, y algunos profesores. Entre ellos, Denzel, el cual, en vez de dirigirse a la salida a la calle, se fue por los jardines laterales, para echar un vistazo, una vez más, a aquel niño del que no había parado de sospechar toda esa semana.

Lo había estado haciendo cada día desde el lunes de la semana pasada. Ayer no pudo porque tuvo que ausentarse del trabajo, por el reencuentro con Link y después con Naminé.

Llegó a tiempo para ver que los niños de preescolar estaban aún en el patio de atrás jugando en los columpios o con la pelota, y un par de maestras ya los estaban llamando a todos dentro del edificio para que ya salieran al patio principal donde los esperaban sus padres. Localizó rápidamente a Clover, cerca de la puerta con las maestras, esperando a su hermano, que estaba en un cajón de arena recogiendo todos sus muñequitos. Sin embargo, tal como esperaba y ya había visto las otras veces, apareció Jannik en la puerta, desde el interior del edificio, acercándose a Clover para saludarla.

La niña le respondió alegremente. Denzel, entre los arbustos junto a la valla, los observó detenidamente. Una vez más, Jannik obsequió a Clover con un objeto raro. Esta vez, era una simple piedra de cuarzo rosa, que a la niña le encantó. A cambio, Clover le dio a él un dibujo que había pintado con los dedos en clase, en una hoja de árbol, que luego la maestra había plastificado. Jannik sostuvo la hoja con cara de haber recibido el mayor tesoro de todos y después se la llevó contra el pecho apasionadamente. Clover se reía, viéndolo exagerado.

Intercambiaron algunas palabras más. Y entonces, Clover se sacó de dentro de la blusa el cordel que llevaba colgando del cuello, donde llevaba el pequeño cazasueños de plumillas rojas como colgante. Se lo mostró a Jannik mientras le decía algo muy contenta, y él respondió algo con la misma sonrisa.

—¿Pero qué…? —murmuró Denzel, y se agarró a la valla casi sin darse cuenta, aproximándose un paso más para observar mejor entre los hierros.

Reconoció ese objeto. El tipo de objeto que era realmente. Un talismán Knive. «¿¡Qué hace una humana como Clover en posesión de algo así!?» pensó escandalizado. «Él… ¡se lo ha dado él! ¡Sabiendo que está prohibido!».

Para Denzel, aquello ya fue suficiente.

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Unos minutos después, los mellizos ya salieron por la puerta principal del edificio, acompañados por su maestra, y por aquel niño albino con aspecto gótico.

—Permitidme sosteneros la cartera, bella damita, debe de pesaros —le pidió cortésmente Jannik a Clover.

—No importa, no me pesa —le sonrió la niña.

—¡Aléjate de ella! —protestó Daisuke por octava vez en esa semana.

—Ah, tan gruñón como vuestro padre, rorro —contestó Jannik, con una burla disimulada bajo un tono amable, y le dio la espalda—. Insisto, señorita Clover, no carguéis con este peso, vuestra figura hermosa no merece esta incomodidad…

—¿Y qué pasa con mi hermosa figura? —protestó Daisuke de nuevo, tendiéndole su mochila para ver si Jannik también tenía la gentileza de llevársela, pero este le dio más la espalda, poniendo toda su atención en Clover.

—Ejjem… —carraspeó Brey con fuerza, sobresaltándolos, cuando llegó hasta ellos—. Yo se la llevo, ¿te parece? —le espetó a Jannik, cogiendo la mochilita de Clover.

—¡Oh, futuro suegro! —sonrió Jannik, y de repente hincó una rodilla al suelo con postura de caballero a punto de declararse—. Permitidme suplicaros por la mano de vuestra hija, oh, poderoso Raijin…

Brey se quedó quieto y mudo, y miró a la maestra, la cual se encogió de hombros.

—Nada más terminar la clase, este niño de primero de primaria ha aparecido de la nada detrás de Clover —le explicó—. Bueno, me voy a cerrar el aula. Hasta la vista, Brey.

—Adiós —se despidió, apretando los dientes con la vista clavada en Jannik—. ¿“Tan gruñón como vuestro padre”? —repitió.

—¿Acaso he dicho una mentira? —sonrió Jannik.

La vena de la sien de Brey se hinchó un poquito.

—Enanos, esperadme en la fuente del patio —les ordenó a los niños.




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