Cleventine 2: Pasado y Presente

2x27. Amigos

2º LIBRO - Pasado y Presente

27.

Amigos

Llegó el sábado, aunque para Neuval seguía siendo como un viernes muy largo. De hecho, no había pasado por casa aún. Después de despertarse ayer por la tarde de su breve siesta, se le había quedado una molesta sensación en la cabeza.

Hacía tiempo que no soñaba con la voz de Monique. No era lo mismo que soñar con su imagen o con recuerdos visuales de ella. Soñar únicamente con el sonido de su voz le había sucedido con menos frecuencia, pero siempre había solido venir precedido de algo malo. Era como un mal augurio. Neuval se convenció hace tiempo de que existía un patrón, porque cada vez que soñaba con la voz de su hermana, diciéndole aquellas palabras que nunca lograba entender, al poco tiempo ocurría una desgracia. La última vez que soñó esto, fue poco antes de la tragedia que acabó con la vida de Katz y el posterior descontrol que se apoderó de él, haciéndole enloquecer y destruir medio Japón.

Esto le traía malestar, ansiedad, paranoia, y lo único que conseguía apaciguarlas, antes eran las drogas, pero ahora procuraba acudir a otras prácticas, como ponerse a trabajar y concentrarse en cosas lógicas y racionales, como la ciencia. Por eso, cuando ayer por la tarde toda la empresa se fue vaciando de empleados que se marchaban a sus casas a descansar, él se quedó en el edificio toda la noche, alternando trabajo en su despacho y en su laboratorio privado, sin dormir ni un minuto.

Lao no le había dicho nada porque estaba acostumbrado a que Neuval tuviera estos episodios de aislamiento e insomnio, y ya había aprendido que lo mejor era dejarlo tranquilo. Hana también sabía esto. Por eso, ayer, antes de irse, le dijo que no se preocupase por nada, que ella estaría con Yenkis en casa. Para Neuval, Hana realmente era un salvavidas.

No obstante, pesar de que ella le juraba de corazón que encargarse ella sola de Yenkis –y de Cleven antes– y de la casa durante los días que hicieran falta le encantaba y no le suponía ni una sola molestia, él lo seguía viendo injusto. Pero esto les pasaba a todos los iris, especialmente a Brey, que les costaba muchísimo pedir ayuda a los humanos para encargarse de cosas que supuestamente eran su responsabilidad y de nadie más. En esos casos, los iris siempre buscaban compensarlo. Normalmente, Hana se cabreaba con él cuando él le preguntaba cómo le gustaría que le compensara este tipo de favores, porque ella estaba harta de recordarle que, si estaba viva y sana y con un hogar y con empleo, era gracias a él, y eso ya era una compensación de por vida.

Sin embargo, esta vez Hana sí que necesitó de él un favor de vuelta. Le dijo que necesitaba irse de viaje este fin de semana, este sábado al mediodía, y que no quería dar explicaciones sobre ello hasta que regresase. Esto chocó a Neuval al principio, pero luego pensó que, tal vez, Hana quería ir a visitar a algún amigo, o a algún familiar, después pasar los últimos años sin contacto alguno. Neuval sabía que ella se peleó con su padres y se marchó de casa cuando tenía 17 años, y que vivió un tiempo con una prima, y luego con amigos y malas compañías… Fuera lo que fuese, Neuval confiaba en Hana.

«—¿De verdad que no te importa ni te enfada? —le hubo preguntado ella ayer, antes de irse a casa—. Sé que debería informarte y darte detalles, pero…

—Las únicas veces que estás obligada a informarme y darme detalles es cuando se trata de un asunto de trabajo. Ya que es lo que pone en tu contrato laboral —sonrió él—. Pero en asuntos de tu vida personal y cotidiana… No eres de mi propiedad, Hana —intentó hacerle entender—. Eres una adulta y libre de hacer lo que quieras. Informarme sobre adónde vas y por qué es una decisión que tomas sólo para dos fines: conocer mi opinión y facilitarme el localizarte si desapareces o te pasa algo malo. No querer mi opinión ni mi seguridad en esto es de tu libre elección.

—Vale, Neuval. Pero eso no responde a mi pregunta.

—Hm… —casi rio, posando una mano en su mejilla—. No. No me enfada en absoluto, es absurdo enfadarse por eso.

—O muy humano —repuso ella.

—Exacto, cosa que no soy. Escucha, lo único que me importa es que estés bien, hagas lo que hagas. Si me quieres contar algo, me lo cuentas. Si quieres saber mi opinión, me preguntas. Si me quieres a tu lado, me llamas y voy volando, literalmente.

—Hahah… De acuerdo, Neu —acarició sus cabellos en su nuca—. Sólo te diré que no te preocupes. No voy a hacer nada peligroso ni ver a nadie peligroso.

—Lo único que te pido aparte de que estés a salvo, es que también tengas cuidado con tu identidad, Hana. Por favor, es muy importante. Si vas a ver a algún viejo familiar o amigo, no uses tu antiguo nombre. Ya te lo conté, pero la identidad que te di hace tres años la elaboraron los monjes del Monte Zou, y si algún policía cerca de ti se enterara o no le encajara al-…

—Descuiiiida —le interrumpió pacientemente—. No habrá problema con eso, te lo prometo. Y volveré en unos días, aún no sé cuándo, pero pronto. Sólo es un viaje que necesito hacer sola.

—Créeme, entiendo mejor que nadie ese tipo de viajes. Así que, ve tranquila. ¿Es al mediodía?

—Sí, tomaré un avión al mediodía, pero no te preocupes por Yenkis. Estaré con él esta noche y toda la mañana. Yenkis me ha dicho que él ya tiene planes mañana: comerá al mediodía con sus amigos en un restaurante, los acompañarán los padres de Ichiro Fujimoto. Y después, se irá a la casa de los Fujimoto, porque Ichiro y él tienen que hacer un trabajo escolar juntos, sobre la granja escuela. Lo han invitado a dormir también.




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