Cleventine 2: Pasado y Presente

2x36. Piezas que no encajan

2º LIBRO - Pasado y Presente

36.

Piezas que no encajan

El reloj de la mesilla marcó las ocho en punto y empezó a dar pitidos. Normalmente, Brey se tomaría su tiempo en apagar la alarma, dejar que sonara después de otros cinco minutos, volver a apagarla, y así ir saliendo del sueño poco a poco. Pero esta vez era un caso diferente. Apagó la alarma y abrió los ojos, despertando por completo. Era hora de cumplir su parte de la misión antiterrorista, y por eso dejó que su iris activara toda su energía y atención en su cuerpo y mente.

Se incorporó sobre la cama y vio que Daisuke seguía ahí bajo el edredón, dormido junto a él. Procuró no hacer mucho ruido mientras se vestía rápidamente, usando ropas oscuras y una sudadera con capucha. Sacó de debajo de su cama una maleta negra llena de armas, que ya había preparado el día anterior.

Fue a salir por la puerta, pero entonces se detuvo, mirando atrás. No debía olvidarse. Aunque estuviera dormido. Fue hasta la cama y se inclinó hacia Daisuke, posando una mano sobre su cabeza.

—Nos vemos más tarde, enano —murmuró.

Sus padres siempre se despedían de él, de Izan y de Katya debidamente antes de irse, pero no sólo a una misión, sino a cualquier parte. Era algo importante en la familia Saehara. Finalmente, Brey salió de la habitación y fue a la de los niños, donde estaba Clover durmiendo sola en su cama en la esquina del fondo de la habitación. La lucecita de la pared seguía dando una penumbra suficiente para ver el entorno. Brey vio los oscuros cabellos ondulados de Clover esparcidos sobre su almohada, y el bulto de su cuerpo bajo el edredón. De igual forma, se inclinó hacia ella y posó una mano sobre ella.

—Volveré, Clover. Y hablaremos, te lo prometo.

Antes de bajar por las escaleras, se asomó a la habitación de Cleven, y también la vio pacíficamente dormida en su cama. Sabía que ella tenía la alarma programada para dentro de un pequeño rato, así que procuró no arriesgarse a despertarla y arruinarle esos benditos minutos más que tenía para dormir.

—Te veo luego, pelmaza chiflada —se despidió en voz baja desde la puerta, la volvió a dejar medio cerrada y, ya sí, salió de casa con su bolsa llena de armas.

Cruzó el rellano del quinto piso hacia la puerta D. Ya empezó a gruñir por lo bajo, porque se supone que Drasik debería estar ahí esperándolo. Sabiendo que Eliam hoy también madrugaba porque tenía que estudiar para un examen importante, llamó al timbre sin reparo. Eliam no tardó en abrir la puerta. Seguía en pijama, y tenía su cabello castaño muy despeinado, pareciéndose mucho a Drasik ahora mismo. Pero tenía sus gafas de leer puestas. Debía de llevar poco rato levantado.

—Qué susto, creí que era Riku llamando a la puerta ya a estas horas. Pero acabo de recordar que no viene hasta la tarde —comentó Eliam.

—¿Riku? —se extrañó Brey—. Riku no viene hoy, ¿no te han llamado de las oficinas?

—¿Cómo? No, no me dijeron nada.

—A mí me mandaron un email el jueves, que por alguna razón pasé desapercibido hasta ayer mismo. Y me dejaron un mensaje en el teléfono. Yo ayer recibí a su sustituto, otro asistente social. Creía que a ti te habrían llamado para avisarte y enviarte a otro, porque el mío me dijo que Riku no podía hacer la visita hoy.

—Pues… no sé nada de eso. Yo acabo de revisar mi correo y mis llamadas, no tengo cambio de planes —Eliam se rascó la cabeza y pegó un bostezo—. Uah… A lo mejor es que Riku no podía hacerte la visita a vos hoy por falta de tiempo, y sólo tiene tiempo de hacernos la visita a Dras y a mí.

—Hm… Puede ser —murmuró, aunque se quedó todavía un poco extrañado—. Hablando del pelmazo…

—¿Qué tienen, misión hoy? —adivinó Eliam.

—Sí, ¿no te lo ha dicho?

—Hah… Drasik ni siquiera me cuenta qué ha desayunado. Lleva ya unas semanas con unos cambios de humor impredecibles y está bastante distante conmigo… Pero… —se rascó la oreja, y miró un momento al suelo, un poco apenado—. Tampoco lo quiero agobiar. Si son pequeños brotes de su majin… Ya sabés que a veces le vienen estas etapas, y luego se le pasan.

Brey no dijo nada, pero el semblante de su mirada se volvió muy serio. Decidió ahorrarse el comentario de que esas etapas de Drasik de padecer días de cambios de humor por culpa de su pequeño majin no solían durar ni la mitad de tiempo que esta de ahora. No quería que Eliam se preocupase más.

—¿Es una misión peligrosa? —quiso saber Eliam, algo tímido, sabiendo que no debería hacer esas preguntas.

—No te preocupes, es un tipo de operación que hemos hecho ya muchas veces. Ahora es con otra gente mala en otro lugar malo —ironizó—. Que dejará de existir hoy. Pan comido para dos veteranos como él y yo.

—Bueno. Pues al parecer Dras se olvidó, porque… —en lugar de acabar la frase, Eliam abrió la puerta del todo para dejar entrar a Brey y dejarle descubrir que Drasik estaba ahí mismo en el salón, totalmente dormido sobre el sofá, en una postura horrible y todavía llevando la ropa de ayer, incluso las botas puestas—. Creo que regresó a casa de madrugada.

Brey cerró los ojos, con una vena palpitando en su frente, mientras llenaba de aire sus pulmones, abandonando poco a poco la calma y el silencio de su constante estado de electricidad estática para convertirse en una tormenta.




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