Cleventine 2: Pasado y Presente

2x39. Nuevos almaati

2º LIBRO - Pasado y Presente

39.

Nuevos almaati

Un ruido de motor apartó el silencio que siempre reposaba sobre los prados silvestres de aquella recóndita región de China. Las nubes bajas se abrieron y la pequeña aeronave aterrizó suavemente de manera vertical sobre un campo llano. En el interior, MJ y Kain se fueron desabrochando los cinturones. Después MJ se acercó a donde la piloto estaba sentada.

—¡Mil gracias por este favorazo, Umeko, te debo una muy grande! —le gritó por encima del ruido del motor.

La piloto apagó el motor y se quitó los cascos para poder oírla. Era una mujer en la cuarentena de edad y algo rellena. MJ la conocía porque trabajaba como chica de la limpieza en el edificio de su universidad. Y Yako le reveló hace tiempo que, además, era una almaati, de la AoRS de Tokio.

—Si me das gratis un saco gigante repleto de dulces y sándwiches hechos por ti, ¡te llevaría hasta la Luna, guapa! —le aseguró Umeko, con una enorme sonrisa contenta, mientras palpaba la abultada bolsa de plástico sobre el otro asiento del copiloto, que MJ le había dado como pago por este viaje—. En cambio, ese de ahí venía sin nada —bufó, señalando donde estaba Kain, en los asientos de atrás.

—¡Os he dicho que tenía dinero para pagar, cualquiera que fuera el precio! —protestó este—. ¿Cómo iba a saber que a los almaati del hangar de Tokio se les paga con comida?

—Señorito —impugnó Umeko—. Los almaati del hangar, para empezar, no estamos para llevar y traer a humanos comunes de un lado a otro. Estamos para llevar a miembros oficiales de la Asociación y a los criminales capturados destinados al programa de castigo y reforma del Monte Zou.

—¿Qué? —se sorprendió MJ—. ¡Yo no lo sabía! No tengo mucho dinero… Por eso fui a probar suerte, presentándome sólo con una bolsa llena de dulces y sándwiches. Creía que con algún tipo de pago podíais acceder. ¿Por qué has aceptado llevarnos si normalmente no debéis hacerlo?

La piloto no respondió enseguida. En lugar de eso, se hizo la misteriosa con una sonrisilla ladina.

—Eres alguien muy importante para alguien importante —dijo entonces—. Pide lo que desees, MJ, y se te dará.

—¿Qué? ¿A qué viene ese trato favoritista? —frunció el ceño, confusa—. ¡Si no soy nadie!

—Tu amigo sabe de lo que hablo —casi rio, volviendo a encender los motores.

MJ se giró y miró Kain, encontrándolo con ese mismo tipo de sonrisilla cómplice con la piloto.

—¿Qué? ¿De qué estáis hablando? No entiendo…

—¡Voy, que me voooy! —anunció Umeko, volviendo a ponerse los auriculares.

—Vamos, favorita —la llamó Kain, saliendo por la puerta lateral con su bolsa de equipaje.

MJ también se bajó, y Umeko se marchó volando, dejándolos solos en medio del campo, y regresó el pacífico silencio de los prados.

—A Yako le gusta mucho charlar con la gente incluso fuera de la cafetería, por lo que veo —se rio Kain.

—¿Qué tiene que ver eso ahora?

—Yo sólo sé que he tenido una suerte tremenda de coincidir contigo en el hangar. Si no hubieras estado, no habría tenido este viajecito, y encima gratis.

—Ya, muy gracioso y mentiroso estás hecho tú, canalla, que te fuiste de la cafetería diciendo que ibas a Shizuoka a pasar un tiempo con tu prometida y tus futuros suegros.

—Tienes razón. Ojalá fuera más honesto, como mi amiga MJ, que está ahora en Shikoku visitando a su abuela enferma —ironizó.

MJ se puso roja y apretó los labios, consciente de su hipocresía.

—No me puedo creer que los dos hayamos coincidido con este plan. ¿Por qué no me lo habías dicho? —preguntó ella.

—Porque no quería que se lo contaras a Yako. Ya sabes lo pesado que siempre se pone con lo de que los humanos deben apreciar y agradecer tener una vida normal, segura y alejada de los problemas y bla, bla… ¿Y tú por qué tampoco me habías comentado nada a mí?

—Madre mía… —suspiró MJ, cerrando los ojos con cierta vergüenza, y Kain adivinó que era por el mismo motivo.

—Hahah… Pues verás qué contento se va a poner cuando se entere un día de estos —terminó riendo el neozelandés.

—No le va a sentar nada bien… —se lamentaba MJ—. ¡Pero es que yo llevo dos años planteándomelo! Decidí tomármelo con calma, esperar un tiempo, por si la idea terminaba pareciéndome una locura… pero es que cada mes que pasaba, más convencida estaba. Nunca he tenido algo tan claro.

—Pero… ¿por qué exactamente deseas hacerlo? —le preguntó Kain, con una sonrisa sagaz, sabiendo de sobra la respuesta.

—Porque quiero estar más cerc-… —fue a responder, pero luego sacudió la cabeza y lo miró con enfado para disimular su sonrojo—. ¿Y cuál es tu razón?

—Voy a casarme y a formar una familia pronto —contestó con orgullo y solemnidad—. Y quiero aumentar mis capacidades físicas y conocimientos para saber protegerla a toda costa. Hala. Te toca —le dio un toque en el brazo.

MJ tenía los labios apretados, le daba mucha vergüenza revelar sus razones. No es que ella se infravalorara, pero le gustaba ser realista y por eso estudiaba Derecho. Y ser realista significaba entender y aceptar que ella, al lado de miles de mujeres iris y almaati, era una simple humana del montón que no hacía gran cosa por el mundo entero ni tampoco era la más bella o inteligente o fuerte.




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