Cleventine 2: Pasado y Presente

2x42. Reunión: Izan y el Pacto taimu

2º LIBRO - Pasado y Presente

42.

Reunión: Izan y el Pacto taimu

—¿¡Qué!? ¿¡Una tercera taimu!? —exclamaron algunos.

—¿¡Ha estado oculta por ahí!? ¿¡Cuánto tiempo!? —se alarmaron otros.

—¡Denzel! —saltó Yako, horripilado por la noticia—. ¿¡Lo sabe Alvion!? ¡La Asociación debe conocer este dato, cuanto antes! ¡Hay que tenerla localizada!

—¡No, Yako! —le pidió este, haciéndole un gesto de calma—. No sabemos hasta qué punto difundir esta noticia puede poner en peligro a toda la Asociación. No sabemos con qué gente o qué seres anda involucrada. Sakura y los otros, ¿qué es lo que visteis anoche?

—Drasik la vio —aclaró Kyo—. Sakura y yo estábamos noqueados en ese momento.

—Apareció una niña de la nada, con un mechón blanco y un gorro cubriendo su cabeza hasta su nariz —explicó Drasik—. Viernes y los otros hicieron contacto físico con ella y desaparecieron, igual que un teletransporte.

—Esa misma es la que vimos atacándote en nuestra época —le dijo Owen a su padre.

—¿Cómo no has podido descubrirla antes? —le preguntó Effie—. Creía que los dioses os obligaban a Agatha y a ti tener una estricta vigilancia sobre la descendencia.

—Eso es algo que no he conseguido averiguar aún —dijo Denzel—. Lo que ha sucedido, es que esa taimu viajó al pasado, a una fecha y lugar donde yo me encontraba reunido con mi familia entera. Celebrábamos mi cumpleaños. Y por eso ella eligió ese momento. Como sabéis, Agatha y yo, a partir del día de nuestros respectivos cumpleaños, pasamos tres semanas con nuestro don anulado para recibir la recarga energética anual con la que los dioses nos mantienen vivos. Somos vulnerables durante 21 días.

»Esa taimu me atacó en mi casa, aprovechando un momento en que estaba apartado de mi familia, y no pude defenderme. Sin embargo, al parecer ella pasó por alto que yo en ese momento no me encontraba solo del todo. Estaba con Daniel, mi nieto mayor, de 10 años por aquel entonces —dijo mirando un momento a Link—. Él pudo correr a la casa principal y dar la alarma a mis hijos. “Los ocho” vinieron en mi ayuda, se enfrentaron a la atacante, y ahí es cuando sucedió el salto en el tiempo. Creemos que fue accidental, durante el intento de esa taimu de escapar. En cualquier caso, intentaba matarme. Pero tengo razones para creer que no por decisión propia.

Los demás fruncieron el ceño. Excepto Pipi, que miró de repente a Neuval.

—Creo que al final vas a tener razón con esa teoría —le susurró sorprendido.

—¿Sobre qué? —preguntó Brey, que lo había oído, y miró a su cuñado esperando una respuesta.

Pero Neuval no apartaba una mirada seria de Denzel.

—Está haciendo un Pacto. ¿Verdad? —le preguntó el Fuu entonces al profesor.

—Eso me temo —afirmó Denzel, agachando la cabeza.

—¿Qué? ¿Qué es eso? —preguntaron los demás.

—¿Qué quiere decir?

—Espera… —dijo Yako, alarmado—. Denzel… ¿te refieres a…?

—A esa mala práctica que Agatha y yo solíamos hacer en otros tiempos, alguna que otra vez. Pocos iris saben sobre ello, como vuestros maestros —señaló brevemente a Pipi y a Neuval—. Y los Zou —miró a Yako.

—¿En qué consiste? —le preguntó Kyo.

—Podemos prestar nuestro don, temporalmente, al servicio personal de alguien. Si lo hacemos, es porque nosotros también queremos a cambio algo valioso o un favor de esa persona.

—Espera, espera —lo frenó Drasik, perplejo—. ¿Dices que ha habido personas… a lo largo de los últimos siglos… que os han tenido bajo su poder, pudiendo ordenaros hacer cualquier cosa con vuestro don?

—No cualquier cosa —discrepó Denzel—. Por supuesto, está limitado. De no estarlo, los dioses no nos habrían dejado existir siquiera. Los dioses le dieron esta capacidad a Agatha, que luego yo heredé, teniendo en cuenta que nos ponían a vivir durante siglos en este mundo lleno de peligros naturales y de humanos imprevisibles. En momentos malos, de peligro o de necesidad, el Pacto servía como un mecanismo de supervivencia. La persona con quien hacemos el Pacto se convierte en nuestro “amo” temporalmente. Tras realizar un pequeño procedimiento de transmisión de energía, la mitad de nuestro don se queda dentro de él como fianza. Pero él no puede usarlo. Solamente retenerlo.

—¿Cómo es… ese “pequeño procedimiento”? —quiso saber Effie, que había captado una ligera incomodidad en la voz de Denzel al mencionarlo.

—Eso no es importante ahora —hizo un gesto con la mano—. Del amo, nosotros podíamos pedir, por ejemplo, dinero, refugio, información, documentos falsos con los que poder seguir manteniendo nuestra identidad protegida al paso de los siglos de un país a otro… Y de nosotros, él nos pedía hacer uso de nuestro don para conseguir algo también, pero tenía prohibidos algunos usos, prohibiciones impuestas por los dioses: el viaje en el tiempo como interventor y no como observador, es decir, viajar al pasado para intervenir con algo o alguien y producir con ello un cambio irremediable con una nueva línea temporal a la que originalmente dirigía el dios Kero; y también, el teletransporte del amo a cualquier lugar que suponga para él una muerte inmediata, como el fondo del mar, o dentro de un volcán activo, o la Luna…




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