2º LIBRO - Pasado y Presente
43.
Reunión: los Magenilhav
—Brey —lo llamó Agatha—. ¿Son aquellos adornos que me dijiste que acababas de comprarle a una vendedora ambulante durante el festival?
—Sí…
—¿Una horquilla con flor de lirio y una moneda cash con magatamas?
—¡Sí!
—¿¡Cómo que una vendedora ambulante!? ¿¡Quién te las vendió!? —dijo Denzel.
—¿¡Queréis decirme qué coño pasa y a qué viene tanto drama con esos trastos!? —se cansó Brey, señalando las proyecciones que Hoti alternaba de ambos objetos cada cuatro segundos.
—¡Esos “trastos”, niño, como irrespetuosamente los llamas —le explicó Denzel—, pertenecieron a Mó y a Zhen Yu hace tres siglos y medio! Me dijeron que eran las posesiones más valiosas de sus vidas. Que nadie más que ellos podían tenerlas, ¡nunca!
—¿De los… brujos esos que ayudaron un tiempo a la Asociación y luego se largaron?
—¿¡Que “ayudaron”!? ¡Menudo eufemismo!
—¡Mira si eres pelmazo cuando tu parte humana emocional sale a tocar los huevos en lugar de explicar las cosas con sentido! —se hartó Brey.
A los taimuki se les escapó una risa, que ahogaron a tiempo tapándose las bocas.
—¡Serás insolente…! —se enfadó Denzel.
—Vamos a ver, calmaos los dos —se impuso Agatha, alzando una mano en alto—. Denzel, sé lo importantes que Mó y Zhen Yu fueron para ti. Los primeros y mejores amigos de tu vida. Pero ha pasado mucho tiempo. Los iris de esta época desconocen lo que tú conoces. Y tiene que haber una explicación sobre los Magenilhav. Ni siquiera yo he llegado a saber nunca qué son exactamente. Y tú tampoco.
—¿No sabes lo que son y te pones así de histérico? —protestó Brey.
—No tengo que saber lo que son, crío insolente, lo que tengo que saber es que son los objetos más importantes que Mó y Zhen Yu poseían, el incalculable valor que tenían para ellos, y que nadie más que ellos tenía derecho a tenerlos. La ladrona esa que te los dio, dime ahora mismo cómo era. Tengo que saber quién es y dónde los robó.
—¡No sé cómo era! Iba vestida con una túnica y capucha grande, apenas podía ver su barbilla y labios. Aparte de fumar algo que olía fuerte, terroso y amargo, en una pipa antigua blanca, y unos tatuajes en sus dedos y el dorso de sus manos, no vi nada más.
En ese momento, Denzel abrió los ojos con sorpresa tras sus gafas.
—Sólo era una señora disfrazada para el festival, vendiendo algunos accesorios tras una mesa endeble —continuó Brey—. Me llamó al pasar. Me convenció para que le comprara la horquilla y el colgante. Me los vendió más baratos que una barra de pan, que hasta me sentí culpable de no darle voluntariamente más dinero por ellos. Se los di a los niños. Cuando Agatha me preguntó quién me los había vendido, miré al lugar de antes, pero la vendedora ya no estaba. Se habría movido a otra esquina del recinto.
—Entonces… son definitivamente los Magenilhav, ¿verdad? —preguntó Neuval, que había estado esperando confirmar esa parte—. Las reliquias de los brujos que plasmaste en uno de tus tomos. Las auténticas. ¿Denzel? —lo llamó, al ver que se había quedado muy quieto y callado.
Los demás también vieron que algo acababa de afectar al taimu. Ahora, todo lo que su rostro expresaba era una amarga añoranza.
—La pipa blanca con la que fumaba… —murmuró, mirando hacia Brey—. ¿Tenía relieves de flores talladas en la cazoleta?
—¿Qué? Pues… —se extrañó Brey, e intentó hacer memoria, haciendo uso de la alta capacidad de atención a los detalles de su iris—. Sí, flores y hojas. Y estaba formada de tres piezas, ensambladas con dos aros dorados. ¿Por qué?
Denzel se llevó una mano a la cara y se frotó los ojos detrás de las gafas.
—Los tatuajes de sus dedos. ¿Eran símbolos pequeños en la base de cada dedo?
—Sí.
—Y los tatuajes cubriendo el dorso entero de sus manos. ¿Una mariposa en la mano derecha…?
—Y una tarántula en la izquierda —afirmó Brey.
—Cielo santo… —murmuró Agatha.
—Padre… —se levantó Naminé para atenderlo, al descubrir que se frotaba los ojos porque le caían algunas lágrimas.
—¿Qué es lo que nos estamos perdiendo aquí? —preguntó Pipi, tan confuso e intrigado como los demás.
—Brey —lo llamó Agatha—. Esa mujer que te vendió esos accesorios era la bruja Mó. Su espíritu materializado.
—¿¡Qué!? —exclamaron todos.
—La hostia… —dijeron los iris más jóvenes.
—Claro… —murmuró Neuval, igual de atónito con esta noticia, pero viendo que era la confirmación de su teoría final.
—¿Es-… Estás segura? —dijo Brey, sintiendo un poco de repelús al oír la temible palabra “espíritu”—. No noté un campo electromagnético que…
—No lo emiten cuando se materializan —le dijo Yako, que tampoco salía de su asombro.
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romance y humor, accion con poderes, sobrenatural y crimenes
Editado: 15.12.2025