Clío Kana (el fin de una era)

En principio del fin.

El reino de Lucarondi se asienta entre dos cordilleras de montañas ampliamente alejadas una de la otra, el día está soleado y hace mucho aire ahuyentando a las nubes.

La industria, por así decirlo, está dividida en familias haciendo  que todas las forjas sean propiedad de la tercera familia más grande dejando a la única forja con precios  más accesibles en los límites del reino, en ella una mujer alta, muy bonita con muy buen cuerpo y cabello castaño corto llamada Clío Kana trabaja sola.

Las trompetas comienzan a sonar en todo el reino anunciando la llegada del ejército, ella se levanta de golpe, cierra su taller y se dirige a la entrada principal para ver al ejército marchar.

Se le hace raro que regresen tan pronto si se fueron hace dos días y el ejército enemigo es supuestamente invencible.

Donde ella trabaja está medio deshabitado y descuidado, pero el resto del reino es majestuoso con sus casas hechas de madera y piedras al igual que las calles dándole un ambiente medieval.

Conforme se va acercando a la entrada el tumulto de gente se vuelve cada vez más impenetrable, por lo que debe tomar otro camino.

Finalmente logra llegar a un punto donde aún no llegan las tropas, las miradas de las demás personas caen sobre ella, tal vez por su manera de vestir o por su cabello corto y desalineado.

Pocos gritos de la gente anuncian que se acerca la caravana y es algo que le extraña a Clío.

Al ver los caballos imperiales se da cuenta del porqué. Dos mujeres lideran el ejército, eso es algo impensable en ese reino pero es cierto. El puesto más importante es ocupado ahora por dos mujeres y es algo que en lo personal a ella le encanta.

Una de ellas es Tamara, delgada, con cabello platinado y recogido, ojos azules y va saludando a todos aunque no todos la saluden a ella. La otra es Helena, más alta, pelirroja con mechas californianas e igual tiene ojos azules.

Las dos mujeres visten pantalones al igual que ella y al pasar enfrente de ella no puede evitar gritarles festejándolas lo que hace que ellas la saluden y la del cabello platinado se le acerca y le pregunta con pena.

-¿Dónde está el castillo?

 Ahí en ese momento toda su vida está por cambiar y ella no lo sabe. Mientras las acompaña les cuenta de su forja y las impresiona. 

Finalmente llegan al castillo y se separan, Helena y Tamara entran no sin antes despedirse con un abrazo. Clío se retira a su taller deteniéndose un rato en un lugar para comer sopa de tejón, todo el tiempo se la pasa divagando como es de costumbre en nuevos artefactos y mayormente en lo que podrían esconder esas mujeres.   

Llega a su taller cuando está anocheciendo y en su puerta hay una nota citándola temprano al día siguiente en el castillo, más precisamente en el comedor y pidiéndole de favor que lleve papel y lápiz.

Al siguiente día se levanta muy temprano, se viste con su mejor ropa, vieja pero es lo más decente que tiene, toma papel y lápiz y se va casi corriendo al castillo.

Son como treinta minutos corriendo del taller al castillo, llega toda cansada y sudada, pero llega. En la entrada encuentra a Helena discutiendo con un miembro de la cabeza de Familia, pasan unos segundos hasta que Helena se harta, le suelta un golpe y lo corre. En eso Helena ve a Clío, la salud y la invita a pasar.

Entran al fondo a una puerta a la derecha  a una sala enorme donde en el centro hay una mesa igual de impresionante con una gran variedad de comida. Se sientan a comer Helena y Tamara, al ver lo tímida que es, Helena la invita a comer y le pregunta si quisiera tener su propio taller a lo que Clío contesta muy efusivamente que sí.

El motivo es que el cabeza de la familia herrera es un machista asqueroso y quieren darle una oportunidad a Clío que les simpatizo. 

Clío acepta tomar un castillo viejo y se retira corriendo. Luego de un rato Tamara sale también corriendo a alcanzarla  dejando a Helena sola en el castillo pensando en todo lo que tiene que hacer para poner en orden el reino.

Clío regresa a su taller y empieza a empacar todo lo que puede caber en su única maleta. Un rato después llega Tamara y se queda mirando todas las cosas que están colgadas en las paredes. Clío está muy ocupada metiendo todo a la fuerza a la maleta cuando escucha que algo se cae, sale y ve a Tamara jugando con un par da palos unidos por una cadena.

Tamara no le pone atención a lo que rompió y toma un pedazo de papel medio limpio y dibuja los principios básicos de un elevador porque para llegar a las habitaciones de los reyes tienen que subir muchas escaleras y le duele solo pensar en tantos escalones.

Clío queda maravillada por la gran coincidencia. Hace pasar al fondo a Tamara y le muestra todos los planos que tiene y en ese instante las dos saben que juntas podrían hacer muchas cosas increíbles. 

Pasan ochos días trabajando las dos juntas. Juntando el poder de Tamara y la experiencia de Clío logran hacer el condenado elevador y otro par de cosas.

Al siguiente día en la tarde las trompetas suenan en todo el reino avisando que el resto del ejército está llegando.  Clío y Tamara están trabajando juntas en el taller nuevo y al escuchar las trompetas Tamara se emocionan y sale corriendo para ir a recibir a los demás nuevos reyes.




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