Al escritor Víctor Fernández García, mi primer guía en el sinuoso camino de la escritura, quien con paciencia y sabiduría me mostró las primeras luces en este mundo de palabras. Fue mi apoyo incondicional cuando más lo necesité, y por eso le estoy eternamente agradecida.
Y a aquella persona que más tiempo me hizo perder... por hacerme comprender la verdadera importancia de cada instante, demostrando que incluso los segundos desperdiciados pueden enseñarnos el valor incalculable de lo que no vuelve.