Close to you

Capítulo I: El comienzo

Los primeros días de universidad son los más difíciles y no se diga el primer semestre, que fastidio, aún recuerdo el temor ante no conocer la ciudad, el adaptarme a vivir sola o bueno… casi sola porque mis amigos, mis mejores amigos son mis roomies, que un no sé cómo no nos hemos matado pero sobreviví al primer semestre, que no sobreviva al tercero.

–dios, huele delicioso– dice mi amiga Jocelyn entrando a la pequeña cocina del apartamento, yo estoy esperando a que la jarra de café se llene para que mis amigos alcancen y que después no me estén reclamando.

–Ya casi esta– contesto sacando dos tasas de una de las gavetas y ella se sienta en la isla de la cocina – Te levantaste temprano.

–Entro a las 10:00 am y tengo que bañarme– contesta mientras le sirvo el café– ¿tú a qué hora entras?

–A las 9:00, me voy en media hora–aclaro sentándome frente a ella.

Mis amigos y yo habíamos decidido que debíamos vivir en el centro de la ciudad y no cerca de la universidad, porque esta queda demasiado lejos y no queremos tener problemas de inseguridad, así que tenemos que salir con media hora o cuarenta minutos para tomar el camión y llegar temprano a clases.

– ¿Ya sabes cómo lo harás? –pregunta de repente mi amiga con una sonrisa curiosa–no te hagas la tonta ¿la apuesta? La recuerdas ¿verdad?

Oh esa apuesta.

Hay alguien, un maestro, si suena ilógico y tonto. Me dio clases hace medio año y desde el primer día me tuvo loca, más loca de lo normal.

–No me va a dar clases este semestre– aclaro con cierta tristeza, porque desde mi punto de vista él es un buen maestro. –así que aún no se mi estrategia.

–más vale que te inventes una. –Amenazo– te dejo porque este cabello no se lavara solo.

Veo como Jocelyn se va hacia el pasillo donde están las habitaciones, me termino mi café y me voy a la habitación que comparto con Tiare, la cual está en su quinto sueño por lo que trato de no despertarla al maquillarme, antes de salir de casa verifico que no olvide mis llaves, mi teléfono, mis audífonos, credencial de la escuela y credencial para el camión y la cartera, cuando verifico que este todo salgo del apartamento.

El apartamento está en el tercer piso, es de los más grandes, en fin salgo del ascensor y camino rápido hacia la parada del camión, solo espero que no tarde.

Quince minutos y mi transporte no pasaba, carajo primer día y ya llegaba tarde a mi clase de calidad, el que empieza mal el semestre, lo termina mal. Trato de mandar energía positiva hacia el universo pero me es casi imposible, hasta que diosito me hace el milagrito, ¿Qué milagrito? Milagroso, joyita traída por los dioses.

Estoy en la esquina, esperando el dichoso camión cuando un camioneta blanca, no especifico que marca porque no soy buena para los carros, en fin el vidrio del piloto baja y no puedo creer lo que están viendo mis ojos ojerosos.

Mi novio, it´s hereeee. OMG.

– ¿Vas al campus, licenciada?– ay dios mío, me va a dar un ataque. Sus ojos castaños viéndome fijamente, su pequeña sonrisa y su barba de candado. –nos podemos ir juntos.

–Bien sabe que no me voy a negar ante tal oferta– respondo tratando de sonar tranquila, mi profesor sonríe un poco más y entro a la camioneta.

El silencio que no rodea no es incómodo y ni en mis mejores sueños pude imaginarme esto, bueno si me lo imagine pero jamás pensé que pasaría.

– ¿Pudiste resolver lo de tu materia de finanzas?– él tan atento, que hermoso es.

Cuento rápido, el semestre pasado tuve un problema con una materia que reprobé ya que la maestra pidió licencia y no había nadie con el que presentar extra, bueno si había pero tenía la esperanza de que él me aplicara mi examen, lo cual no paso, desafortunadamente.

–sí, profesor, gracias por su preocupación.

–Me dio mucha pena no poder haberte ayudado– dice con cierto pesar.

–entiendo que no es su área dentro del campus y pues lo importante es que la pase.

–me alegro escuchar eso, licenciada. – nos detenemos en un alto y voltea a verme y claro me cacha viéndolo fijamente por lo que bajo mi cara totalmente sonrojada.

Nuestra conversación se termina, y el silencio vuelve, aun no puedo creer que se haya tomado el tiempo de pregúntame si gustaba irme con él, nunca me había pasado. Mis amigas/compañeras de la carrera siempre me han dicho que es muy egocéntrico y creído, pero a mí nunca me ha tratado mal, todo lo contrario siempre me saluda y resuelve mis dudas.

–Buenos días– saluda mi profesor al vigilante para que nos abra la pestaña, el vigilante nos mira normal, supongo que es normal que un maestro le dé aventón a un alumno de vez en cuando. –gracias, buen día.

–Buen día, Dr. Marín– se despide el vigilante y avanzamos por el estacionamiento.

–gracias por traerme, profesor– agradezco una vez que baje del vehículo.

–no es nada, nos vemos después.

Cuando tú quieras mi amorrr.

Camino hasta el edificio de ciencias sociales y administrativas y subo las escaleras hasta el piso cuarto, donde será mi clase de calidad.

 

 

– ¿Cómo te fue en tu primer día?– me pregunta mi amiga Tiare cuando me ve en la sala del apartamento echando la hueva.

–Cansado– contesto rápidamente pero de repente me llega el recuerdo de la mañana– ¿adivina quién me llevo al campus?

–odio las adivinanzas así que deja el misterio. –Tiare se deja caer sobre el sillón al lado de mí y sonríe con picardía.

–ash, aguafiestas– doy un suspiro y trato de no sonrojarme o sonreír como tonta– estaba en la esquina, esperando el camión, cuando llego una camioneta blanca…

–No– me interrumpe Tiare emocionada– ¡no! no puede ser.

–sí, si puede ser– ambas gritamos emocionadas y nos levantamos para saltar con tontas– me llevo mi profesor al campus ¡¡Ahhh!!

–Así que el Dr. Ernesto Marín te llevo– grito Tiare– ¡vaya eso ya es un gran avance!




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