Close to you

Capítulo II: Fiesta

–Disculpa, Licenciada Gámez– dijo soltando mi mano– fue algo…

–no te preocupes Ernes… perdón, lo siento es que…–he visto y escuchado que a los Dres. Les molesta que les hables de tu, si es que eres alumno, hay algunos que se molestan porque les dices profesor o maestro así que si son algo ... especiales–no le quise faltar al respeto.

–Ni yo a ti, Andrea– nunca se escuchó mejor mi nombre–fue un arrebato.

–no me molestaría si lo hace de nuevo– yo y mi hocico loco, demonios– shit, lo dije en voz alta.

–Así es– dijo volteándome a ver con una sonrisa, creo que los dos nos encontrábamos nerviosos. – Acostumbro tomarme un café a esta hora ¿gustas uno?

–Me encanta el café– respondo inmediatamente.

Andrea tranquilízate, no te muestres tan desesperada.

Nos detenemos en una cafetería que queda de camino al campus y normalmente abren temprano, no, no es una tienda de autoservicio. Ernesto detiene el auto y no hace alarde de quererse bajar, que al cabo llevamos tiempo, bueno al menos yo, no sé cómo ande él.

–Profesor ¿está casado?– los chismes dicen que no está casado pero tenemos que confirmar para mi próximo movimiento.

– ¿Cambiaría algo mi estado civil?– voltea a verme, le sostengo la mirada y él sonríe con cierta picardía.

–Su estado civil puede esclarecer mi mente o nublarla más.

– no estoy casado.

–Me alegra– Ernesto frunce el ceño y me mira confundido y yo pues, hago lo que una chica estúpida hace.

Desabrocho el cinturón de seguridad, paso mi mano izquierda por su nuca y no puedo hacer otra cosa más que chocar mis labios con los suyos. Y puedo decir, en esto momentos, que me sentía en el paraíso, claro que lo tome desprevenido porque no me sigue el beso de inmediato, pero es cuestión de tiempo para que me siga el juego e incluso sus manos traviesas me rodean por mi cintura.

Sonrió sobre sus labios, trato de acomodar mejor mi cuerpo pero el espacio es pequeño e incómodo. Sus manos se afianzan a mi cintura y mis manos comienzan a acariciar aquella barba de candado que– si bien en otros no me gusta– en él me encanta. Millones de sensaciones me recorren de pies a cabeza y aunque me contraríe decirlo siento cierta humedad en mi entrepierna.

 

 

– ¡y bien! ¿Qué paso después?– me pregunta Tiare una vez que llego al departamento y que termino de contarle de aquel beso tan caliente en el estacionamiento de la cafetería.

–pues nos bajamos, compramos café y nos fuimos al campus.

Tiare me mira con desesperación y comienza a tocarse su cabello castaño como muestra de ello, me mira irritada y con ganas de más, porque ella sabe que nunca he llegado tan lejos con un hombre… bueno si pero solo con unas cubas demás.

– ¿en serio? Después de semejante beso me sales con eso.

–pues me avergoncé y…

– ¡no mames! Ese tipo te siguió el beso y ¡tú te avergüenzas!– grita y se levanta del sillón– ¡Jocelyn ven acá!

Veo como Jocelyn hace caso ante el llamado, viene vestida con ropa deportiva vieja y con una bolsa en la cabeza, otra vez se está pintando el cabello.

– ¿Qué quieres, perra?–así nos decimos de cariño– ¿y bien? Me tengo que enjuagar sino se me quema el cabello.

–Esta tonta– responde Tiare irritada– ¡se besó con el maestro y después salió huyendo!

–Que pendejada wey– responde Jocelyn negando con la cabeza–al menos ya estás un paso adelante, lo demás será más sencillo.

¿Más sencillo? No sé cómo lo veré a los ojos los siguientes días.

wey habla con él ¿tienes su whats?– pregunta Jocelyn con una sonrisa pícara. –eres jefa de grupo, tienes que tenerlo.

–nunca da su teléfono, todo es por correo.

–sencillo, pídeselo.

Para mis amigas todo es sencillo pero a mí me va a costar un pedote pedirle su número.

No seas ridícula si la ya lo besaste.

Cállate estúpida.

–Ninguna palabra de esto a Ben– recalco antes de que se vaya Jocelyn al baño.

Jocelyn se detiene a medio pasillo, gira su cabeza como la niña del exorcismo y me mira con enojo, demasiado enojo.

3…2…1

– ¡Que te valga verga si se entera o no!– exclama enojada– Ese cabron tuvo su oportunidad contigo y si la desaprovecho es su problema.

–O sea Ben pudo haberte robado tu virginidad, hasta tonto salió– añade Tiare negando con la cabeza– aún no sé porque decidió venirse con nosotros, a final de cuentas él ya no se juntaba con nosotros en la prepa.

Dejando de lado el tema de que sigo siendo virgen a los 20 años, está el hecho de que se puede decir, que manipule/ convencí a mis amigos de estudiar en esta ciudad, porque aquí estaban “casualmente” la carrera que estudiaríamos.




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