Close to you

Capitulo IV: Gorgeous

Ernesto

Seis meses antes.

El calor llego a la ciudad con todas sus fuerzas, esto solo significaba calor y olor putrefacto en los salones y no mencionemos el hecho de que luego llevan sus tacos, yo no puedo con el olor a garnacha y lo peor viene después… la basura odio que mis alumnos dejen basura.

Llego al salón 206, esta es la clase más insufrible que tengo, estadística para la carrera de administración. Mis ojos la buscan sin poder evitarlo  y como siempre está en el chisme con sus amigas, aunque parece que no les presta demasiada atención porque Andrea está muy concentrada en pintar sus labios de ese color carmín tan excitante que siempre me trae como desequilibrado.

No lo entiendo.

Las manos me sudan e incluso me tiemblan un poco, treinta y cinco años y yo reaccionaba como un adolescente, en mi defensa–tengo que admitir con cierto orgullo– que también se pone nerviosa, así que ya somos dos.

–En serio Andi– dice una de sus amigas, si mal no recuerdo es Luisa, el cabello verde fosforescente es casi imposible de olvidar. – ya anímate.

–no ínsitas Lu. –Responde Andrea con fastidio– si se da, se tiene que dar.

– ¡Oh vamos!–exclama Luisa con cansancio.

–Es que él es muy…– Andrea dice susurrando y al parecer las cuatro chicas no se han dado cuenta que estoy detrás de ellas– Siento que hay algo, no puedo decir el que pero… me gusta mucho.

–Licenciada Gámez haga el favor de guardar sus chismes para después de la clase por favor– las regaño porque el escandalo estaba a tope, parecían ventaneado.

–disculpe, profesor– responde Andrea con sus mejillas sonrojadas.

Adorable.

 

Andrea

Seis meses antes

Wey neta ¿a quién se le ocurre dejar un collage en tercer semestre de licenciatura?– pregunto frustrada mientras mis amigas y yo caminamos en dirección a una papelería.

Lu, Gloria, Xiomara, María y yo andamos en el centro de la ciudad buscando revistas viejas y baratas para usar en nuestro collage, la verdad es que entorno social no me gusta para nada, pero por algo está la matricula ¿no?

– ¿Ya sabes que figura harás?– me pregunta Gloria, que al igual que yo no nos gusta hacer ese tipo de trabajos.

–una rosa– respondo con simpleza– para ser más exactos el símbolo de los Tudor’s.

Factor importante: me encanta, me fascina la historia.

La papelería a la que vamos está dentro de dos cuadras, hemos dado un montón de vueltas por todo el jardín y la verdad es que siento que solo nos hacemos mensas.

– ¡Wey!–exclama Lu con emoción– mira hacia tu derecha.

Volteo tal y como me dice y ahí está, mi novio como me gusta decirle. A mi derecha, en la acera de enfrente hay un restaurante medio fifí, ahí hay un par de mesas que están en una se podría decir “terraza” y los peatones podíamos ver perfectamente quien estaba ahí y bueno Ernesto está ahí, comiendo con su papá.

–no puede ser–susurro más para mí que para mis amigas.

Wey se hizo el que no nos vio–dice Xiomara una vez que dejamos el restaurante atrás.

Pinche tipo payasodice Lu con enojo– no sé cómo te puede gustar.

 

Llego a mi departamento, el cual está en total silencio lo cual es demasiado raro, dejo mis cosas en la sala y me encamino a la cocina, donde solo este Roberto comiendo lo que parece ser una ensalada.

–hola–saludo sentándome a su lado. –saliste temprano.

–Sera más bien que tú llegas tarde– comenta con una sonrisa burlona.– muy bien, dispara.

Roberto es mi mejor amigo y me conoce demasiado bien por lo que por más que trate de ocultarle las cosas es imposible y la verdad es que le tengo mucha confianza y nunca me juzga, nada más me regaña.

–Hoy lo vi.

– ¿a Ernesto?

–Si, en el restaurante– digo con énfasis para demostrar mi punto.

– ¿Ese restaurante?–pregunta de regreso–tienes que estar bromeando Andrea.

–Te lo juro–digo mientras suelto una risa nerviosa– tienes que creerme cuando te digo que cada vez que pasaba por ese restaurante algo me decía que Ernesto iba a comer ahí y hoy me lo encontré comiendo con su papá.

–debe ser una coincidencia–Roberto es algo escéptico con relación a energías, sueños y demás cosas pero en cambio yo creo mucho en eso.

– ¿otra coincidencia? No lo creo.

 

Andrea

Tiempo presente.

Ernesto se estaciona afuera de un restaurante japonés, tengo que confesar que no sabía si nos llevaríamos la cena a su casa o nos quedaríamos aquí, la verdad es que no alcanzo a ver si hay mucha gente, es mi primera vez saliendo con un maestro y la verdad es que tengo nervios.

– ¿Cenamos aquí?– pregunta mientras se estira hacia atrás para agarrar su mochila y sacar su billetera.

–Como quieras, por mí no hay problema–prefiero que decida él.

–Los miércoles no hay mucha gente así que no le veo problema con cenar aquí.

Ambos bajamos y nos encaminamos al local. Una vez vi en un video de una mujer muy guapa y sexy que en la primera cita no debías tomarlo de la mano, no sé porque pero sigo su consejo y me mantengo un poco alejada.

Soy un fracaso.

El restaurante es acogedor y te inspira relajación, llámenme loca pero así me siento, entras al restaurante y está un recibidor donde te espera un mesero, avanzas y puedes ver una barra donde preparan el sushi además el techo está iluminado por–lo que parece ser- lámparas de bambú.

El mesero nos lleva hasta una mesa algo alejada, si hay gente y la ventaja de ser foránea es que es muy raro que te encuentres a alguien conocido.




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