Close to you

Capítulo XXXII: Vida normal

Observo los tendederos frente de a mí, están colgadas numerables hojas de colores y en ellas se exponen nombres… de maestros. Se supone que esas hojas están ahí para exponer a los acosadores y violadores del campus.

Busco su nombre y suelto un silencioso suspiro al ver que no está, pero ¿Qué pensaría de el si estuviera su nombre ahí? Supongo que me decepcionaría, pero primero desconfiaría porque Ernesto lo único que me ha demostrado es su ética profesional y a excepción de mí, no creo que haya habido alguien más o bueno a estar alturas prefiero no pensar en él.

Me alejo de ahí y me voy a mi salón, esta en el cuarto piso así que me mentalizo del montón de escaleras que tendré que subir. Abro mi música en mi teléfono, escojo una buena rolita, en este caso suena Dark Room y sin mas subo las escaleras.

–Hola Andrea– me saluda un chico que curso una materia conmigo.

–Hola José– le devuelvo el saludo con una sonrisa y continuo mi camino.

Llego temprano al salón así que me doy el lujo de elegir mi lugar el cual está en la primera fila, observo mi teléfono y aún faltan diez minutos para mi clase de mercadotecnia comenzara por lo que saco el libro de romance que deje a medias cuando estaba en mi departamento.

Me sumerjo en la historia cursi de los personajes, en las maravillosas descripciones de la autora y sobre todo en mi personaje masculino favorito, estoy tan ensimismada que no noto cuando Xiomara llega a sentarse a mi lado.

–¿Qué lees? – me sobresalto al escucharla sobre mí y ella ríe llena de mi desgracia.

–una novela– digo cerrando el libro y dejándolo sobre mi butaca. –¿Qué tal las vacaciones?

Xiomara sonríe y me platica de todas sus aventuras con sus primos, que se fue a Tlaxcala con sus abuelos paternos y sonrió alegre de que se la haya pasado bien con su familia.

–¿y tú? ¿Qué tal las cosas con el doctor? – la sonrisa se borra de mi rostro y solo queda una mueca en mi cara.

–Terminamos– susurre sin emoción– Fue antes de las vacaciones.

–Que feo ¿Por qué no me dijiste nada?

–Creo que primero quería sanar mis heridas– dije encogiéndome de hombros.

–Si de hecho te ves más delgada– dijo viendo fijamente mi escote, si mi mamá me comento que no las tenía tan grandes– y te ves menos ancha de la espalda.

–Mi mamá insistió en que fuera con la nutrióloga– conteste recordando que había bajado un par de kilos.

–Te ves bien y espero que te sientas bien– dijo Xiomara sonriendo con cierto deje de tristeza– Y es un pendejo por lo que sea que te haya hecho.

–Mi primera relación y fue un fiasco. – dije recordando los últimos días con Ernesto.

–Pero vendrán más– Xiomara siempre tenía esa actitud positiva que te hacia sonreír y pensar que todo iba a estar bien. –Deberíamos salir un día de estos o ir a la bienvenida, para distraernos e iniciar bien el semestre.

–Me parece perfecto– dije inmediatamente– Hay que decirles a las demás e investigar que día es la bienvenida.

Después de eso mis compañeros llegaron junto con Luisa y Gloria, esta última llevaba sus rizos oscuros sueltos y se veía muy guapa.

El día paso rápido entre presentaciones, aunque la mayoría ya nos conocíamos, también cada maestro expuso sus criterios de evaluación y me escogieron como jefa de grupo, lo cual internamente lo agradecía.

A media jornada escolar voy a la cafetería con mis amigas, compro una botella de agua y una gelatina, porque llevaba mi lonchera con las típicas verduras, las cuales ya me tenían harta, pero si quiero bajar mas kilos tengo que seguirlas consumiendo.

–Hay panquesitos de zarzamora– anuncio Luisa mostrándonos el enorme trozo de pan y lo peor mis favoritos– ¿No vas a comprar uno Andy?

–Se me antojan, pero traigo suficiente comida– contesto y le doy un trago a mi botella de agua.

–¿a poco estas llevando bien la dieta? – inquirió Luisa con burla– Recuerdo la otra que hicimos y siempre la rompías.

Luisa y yo habíamos comenzado una dieta hace un tiempo, había adelgazado al menos cinco kilos, pero no la seguía al pie de la letra, pero esta vez era diferente porque si me sentía comprometida con hacer el cambio.

–Pues trato de seguirla, aunque una vez a la semana si me como unos buenos tacos o unas enchiladas– dije sin perder la calma. –Y la verdad es que cuando me excedo en comer grasa o dulce me duele el estómago entonces prefiero no arriesgarme.

Luisa hace una de sus típicas caras de disgusto y la ignoro deliberadamente. En serio no la entiendo, todo lo que hago le parece mal, cualquier opinión que doy en clase la contradice o me dedica una de sus caras, la verdad es que no se que le ocurre y más cuando recién la conocí nos llevábamos de maravilla.

–¿si vamos a ir a la bienvenida? – pregunto Xiomara repentinamente.

–Yo si quiero – dije y después me secundo Gloria.

–¿Dónde será? – inquirió Luisa enarcando una de sus depiladas y perfectas cejas.

–En el boulevard 89– conteste– Creo que no es un antro tan chico porque la de hace un año fue un asco me estuve muriendo de calor y ni me dejaban bailar.

–Y sin contar a los tipos acosadores– añadió Gloria.

–La verdad si me gustaría ir – dijo Luisa– tengo ganas de perrear y mover el culo.

Si, una de los atractivos de Luisa eran sus anchas caderas y su trasero, aunque para ser honesta Gloria tenia mas nalgas que ella y no estaba tan ancha, además de que Gloria no es una perra conmigo.

–Pediré permiso– dijo Luisa.

–Bien yo iré buscando que ponerme– añadí y es que ser foránea trae sus beneficios ya que yo no pedía permiso.

–de todos modos, falta una semana– dijo Gloria– porque tenemos que ver cuánto cuestan los boletos.

–Si, a ver si nos hacen un descuento.

 

Bajo del camión y me deja enfrente del departamento, inserto las llaves y abro la puerta; camino por el largo pasillo, saludo a los vecinos que pasan, subo escaleras y finalmente abro la puerta de mi depa, el frio aire me invade y lo agradezco infinitamente.




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