Close to you

Capítulo XXXXVII: Juicio

Dante se sienta a mi lado y me da un vaco con agua, el cual bebo rapidamente, lo necesitaba con urgencia. Lo noto tenso por lo que pongo mi mano en su rodilla y le doy una apreton, no espero una reaccion, asi que su mano sobre la mia me toma un poco desprevenida, sea lo que sea que lo acongonje se que lo resolveremos juntos.

Nuestras miradas oscuras se cruzan, mi novio me mira preocupado, no entieno el porque pero aun asi le sonrio en un intento de tranquilizarlo.

Cuando el reloj da la 10:00 pm decidimos que es hora de irnos, de todas maneras no podiamos hacer nada, ya todos sabiamos nuestro testimonio y debiamos perfeccionarlo sin tergiversar los hechos.

–Los puedo llevar yo– se ofrece Ernesto cuando nos damos cuenta que él nos trajo. –es algo tarde para que vayan en taxi.

–No es necesario– le digo sonriendo levemente– pediremos un vehículo en una de esas aplicaciones.

–llega en cinco minutos– anuncia Oliver sin levantar sus ojos de su celular.

Sentía mis parpados pesados, últimamente no dormía bien, espero que hoy sea una buena noche porque mi cuerpo necesitaba descansar a gritos.

–¿cansada? – me susurra Dante, asiento apoyando mi cabeza en su hombro– Ya casi nos vamos bella dama.

–Podríamos hacer una breve parada en una tienda– añade Oliver repentinamente– Quiero una cerveza.

–Una cerveza y unas alitas– susurro Dante, supongo que se le antojo la comida– ¿Qué opinas Andrea?

–No tengo hambre, solo quiero llegar a dormir– susurro aun sobre su hombro.

En algún determinado momento cerré mis ojos y no supe de mi hasta que estuve sobre mi cómoda cama, con un Dante dormido a mi lado. Estaba tan agotada que lo único que hice fue acurrucarme mas a su lado y abrazarlo.

Despierto cuando la voz de Dante llega a mis oídos, esta diciendo mi nombre y me mueve con suavidad. Lo veo con los ojos entrecerrados y él se encuentra viéndome con detenimiento y vuelvo a notar esa mirada de preocupación.

–¿Qué sucede? – pregunto en un susurro, me estremezco y me envuelvo en el cobertor.

–estabas temblando del frio– Dante se levanta, camina hasta el closet y se estira para bajar otra cobija. – Eso no es normal.

Volteo hacia la ventana y veo que sigue oscuro, que bueno porque quiero volver a dormir con mi almohada humana.

–Es que soy friolenta– contesto con tranquilidad, decido cambiar de tema antes de que quiera indagar mas y es que quiero seguir durmiendo– Ven a la cama, todavía es temprano.

–Bien– dice arropándome con la cobija.

Se vuelve a acostar a mi lado y de inmediato me acurruco entre sus brazos cálidos y fuertes, inevitablemente suelto un gemido de satisfacción. Inevitablemente vuelvo a quedarme dormida.

 

Aplico mi labial rojo favorito como toque final de mi maquillaje. Me echo un ultimo vistazo en el espejo y veo que todo esta en su lugar, mi saco azul me hace ver como una mujer madura y seria, llevo unos zapatos con tacón pequeño, mi cabello cae en suaves ondas, mi maquillaje es clásico pero el rojo en mis labios me da un look arreglado, además de que es elegante, el rojo me hace sentir más segura.

Y seguridad era lo que mas necesitaba.

Tal como pensaron, hoy era mi interrogatorio, los días anteriores habían citado a los que antes habían sido mis amigos, hoy me toca a mi y a Ernesto, cabe destacar que nos interrogarían separados, la verdad no se me el proceso. De lo único que estaba segura era que no debía ponerme nerviosa o soltaría toda la sopa.

–te ves muy guapa– me alaga Dante viéndome desde el marco de la puerta– toda una licenciada.

Sonrío incomoda, ojalá esto no estuviera pasando, pero como dice mi mamá “las cosas pasan por algo”. Hablando de mi sacrosanta madre, ella no sabe nada, sí sé que debí decirle, pero no necesitaba su preocupación, no ahora, prefiero hablar este tema con ella cuando todo esté debidamente resuelto.

–Lo harás bien, linda– añade posándose detrás de mí, pone sus manos sobre mis hombros y cruzamos nuestras miradas a través del espejo y el trata de sonreírme.

–Gracias– poso mi mano sobre la suya que esta en mi hombro derecho. Dante me mira con confusión– Por apoyarme.

Dante rueda los ojos, como si estuviera fastidiado y después se arrodilla para estar a mi altura.

–¿No tienes enemigos, dices? Una pena, amigo mío: ese alarde es vano. Aquel que participa en la refriega del deber, que los valientes soportan, debería haber hecho enemigos. Si no los tienes, pequeño es entonces el trabajo que has hecho. <<Si a ningún traidor has escarmentado, si ningún zafio patán te ha calumniado, si ningún entuerto has enderezado, entonces... has sido un cobarde redomado>>

Quedo absorta ante sus palabras tan llenas de significado, sus palabras llevan completamente la razón y me infunde valor para ser valiente y ser resiliente porque esto pasara, se resolverá y saldré victoriosa y una vez que esto termine, alguien pagara este chistecito.

–¿de donde sacaste eso? –me siento interesada ya que es algo muy inspirador además nunca había escuchado ese verso.

–Charles MacKay, escoses– dice encogiéndose de hombros– Mi padre siempre la usa, supongo que la he memorizado. Alguien quiso perjudicarte mi bella rosa– acaricia mi mejilla con dulzura– Pero saldrás de esta y créeme cuando sepa quien te metió en esto me vengare, porque nadie se mete con las personas que quiero.

Sonrío enternecida, como unas palabras tan simples pueden hacer regocijar a mi maltratado corazón. Paso mis manos por los hombros de Dante y me inclino hacia él, acorto la distancia entre nuestros labios y nos unimos en un dulce beso, Dante succiona mi labio inferior, su lengua invade mi cavidad bucal y llega un punto en que ambos estamos en el suelo besándonos.

El momento termina, aunque seguimos muy cerca el uno del otro.

–yo también. – Me alejo un poco para mirarlo y Dante solo levanta una ceja– Yo también te quiero.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.