Papá no sabe cuánto me ha costado crecer sin una madre, pero tampoco se ha dado cuenta que me abandonó en aquel momento y he tenido que crecer también sin un padre.
¡Duele!... ¡Me duele mucho!
Todas las noches lloro amargamente desahogándome con mi propio llanto. Mis lágrimas están llenas de todo mi dolor y de palabras que he querido decir pero que he reprimido por miedo a hablarlas.
No tengo amigos, bueno, solo hay una excepción. Mariela, ella ha estado conmigo siempre, es la única que sabe cómo me siento y lo destrozada que estoy por dentro, a pesar de no darlo a mostrar.
¡Ella es increíble!