Club de lectura para señoritas

Prefacio

El viento soplaba con fuerza, provocando que las hebras de cabello castaño claro se removieran de manera armoniosa a sus espaldas. Era el cuadro perfecto para una película.

El sol poniéndose delante de su figura, encogida sobre sus codos apoyados de manera delicada sobre el barandal que separaba la zona al aire libre del café y la arena maltratada de la playa. El sonido de las risas detrás y frente a ella era notorio, el ambiente costero nocturno comenzaba a instalarse. Pero no en ella.

Cerró los ojos y respiró profundo, aferrando entre las manos el precioso colgante de plata, moldeado a manera de una pequeña gota de agua. Idéntico al que pendía sobre su pecho desde aquella mañana, cuando asimiló que esa era la oportunidad perfecta.

Su madre la llamó, pero sus ojos no se abrieron, la mayor comprendió que no era el momento adecuado así que solamente pasó de largo entre las mesas, dedicando una sonrisa extensa a los clientes recién atendidos.

El sol se deslizó otro poco, el aire cálido contribuyó al sopor y los párpados bajos terminaron por sentirse cómodos. Fue entonces que una segunda figura se acomodó a un costado, conteniendo la risa de manera delatora. Supo que era él, no había necesidad de escucharlo hablar.

— Llegas tarde — Sonrió mientras disimulaba una inhalación demasiado profunda y abría los ojos para poder enfocarlo.

— ¿Cuánto ha sido esta vez? ¿5 minutos? — Descansando el peso de espaldas sobre el barandal, con los brazos cruzados sobre el pecho y la tez morena iluminada de manera generosa. Lo único que pudo hacer ella en respuesta inmediata fue reír.

— No cuidaba precisamente el reloj.

— No creo que cuidaras nada con los ojos cerrados — Elevó las dos cejas negras, en perfecta sintonía con el cabello rizado que le jugueteaba en la cabeza, ella volvió a reír.

— Aun así he sabido que venías tarde.

— Tu manía por el tiempo es inmejorable, Nea. — Realizó una reverencia de cabeza ligeramente exagerada y ahora fueron los dos quienes rieron, atrayendo la mirada de los clientes y después la acusadora advertencia de la dueña de la cafetería.

— Tu madre no está de humor — La joven solamente se encogió de hombros, sin girarse para confirmar lo que el chico veía.

— Lleva días así

— ¿Sigue siendo el asunto de la reunión? — Ella asintió con la cabeza de manera seca, volviendo su vista al mar — ¿Al final te ha obligado a ir?

El silencio trajo la respuesta. Él solo suspiró antes de girarse para darle frente al mar, intentando encontrar lo que atraía tanto la atención de la joven. Sin tener éxito.

— Mañana.

— ¿Qué?

— Me voy mañana — Volvió su vista a él, sintiendo su pulso acelerarse mientras los ojos ambarinos colapsaba con los negros propios. La chica casi contuvo el aliento, viendo la escena que tanto había planeado condensarse frente a ella.

— ¿A qué hora? — Era la respuesta que esperaba, el tono preciso. Tomo aire una vez más y se obligó a permanecer tranquila.

— Temprano por la mañana. Seis, siete si consigo algo de tiempo — Aferró la pieza metálica entre sus manos mientras veía la preocupación y los sentimientos caer sobre él, tal como esperó que la noticia sentara sobre el joven.

— Es demasiado pronto — Sonrió de manera triste. La tristeza escaló hasta sus preciosos ojos mientras una de sus manos se dirigía hasta las de la joven, colocándose sobre ellas aun cuando las encontró firmemente cerradas — Te irá excelente y volverás a casa pronto.

El aire escapó de los  pulmones de la chica mientras sus ojos seguían esperando algo más en aquella respuesta, pero nada llegó.

— ¿Volveré? —Él rio mientras deslizaba su mano de regreso a su costado.

— Pues claro que volverás, esta es tu casa. Tus amigas, los chicos y yo estaremos esperando. Solo será una semana, pasará sumamente rápido.

Sonrió de manera radiante pero la chica no respondió, a pesar de seguirlo contemplando de manera fija.

—Nea, ¿Estás bien? — Ella sacudió la cabeza y bajó la mirada, alejándose un poco de la barandilla.

— Si, si. Lo estoy. Yo solo esperaba…— Cerró los ojos y apretó el presente en una sola mano mientras la llevaba tras su espalda.




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