Tras un rato de viaje sobre el lomo del animal, Kael llega al pueblo abandonado. Apenas intenta desmontar, sus piernas ceden, y termina desplomándose al suelo, consumido por el agotamiento.
—Mierda… —murmura entre dientes, apretando la mandíbula mientras intenta incorporarse con esfuerzo.
Durante unos instantes, permanece arrodillado, respirando con pesadez. Finalmente, logra ponerse en pie, tambaleándose ligeramente. Avanza hasta el animal y toma una de las cuerdas que sujetan la manta que lo cubre, asegurándola a uno de los postes de un edificio cercano. Sin decir palabra, se dirige hacia la casa que usa como refugio, sus pasos resonando suavemente en el silencio del pueblo.
Al cruzar el umbral, deja caer su espada con un golpe seco contra el suelo y, sin preocuparse por nada más, se desploma sobre el viejo sofá. El cansancio lo envuelve de inmediato, y sus párpados se vuelven pesados mientras el sueño lo arrastra poco a poco.
El cansancio lo vence rápido. Apenas cierra los ojos, el sueño lo arrastra a un lugar oscuro y deformado, donde las sombras parecen cobrar vida a su alrededor que ya conocía bien. Con precaución, termina caminando por el lugar.
—Este lugar de nuevo… —Murmura para sí mismo, apretando los dientes para contener el enfado que siente al volver a estar en este lugar.
De pronto, la figura de su padre se materializa más adelante, de pie. Pero algo no está bien.
Antes de que Kael pueda siquiera moverse, Kazrareth aparece a su espalda. Su silueta imponente se alza, rodeada de una magia oscura y densa que crepita a su alrededor como llamas.
— ¡No lo toques! —grita Kael, tratando de correr hacia su padre, pero por más esfuerzo que hace no logra acercarse.
—Demasiado tarde, Kael… —susurra Kazrareth con voz gélida entre risas, levantando una mano envuelta en esa magia morada oscura.
Un rayo oscuro impacta en Gerold, impactándole en su espalda mientras mira directo a Kael. La carne de su padre comienza a desintegrarse lentamente, fragmento a fragmento, mientras sus ojos se mantienen fijos en Kael hasta el último segundo.
—¡No! ¡Papá, aguanta! —Kael forcejea con todas sus fuerzas, pero es inútil. Sus manos solo arañan el aire mientras el cuerpo de su padre se convierte en polvo, llevándose con él la última esperanza de que todo fuera solo una ilusión.
—Esto es tu culpa… —murmura Kazrareth, sus ojos brillando con crueldad—. Si hubieras sido más fuerte…
La voz de Kazrareth resuena en su cabeza mientras trata de mantenerse en control agitando la cabeza.
— ¡Esto no es real! —grita Kael, tratando de convencerse a sí mismo, pero sigue sintiendo ese dolor agudo.
Tras abrir los ojos, vio que el escenario cambio de golpe. Ahora, frente a él, está su madre, Alyssa. El rostro de Kael se ilumina por un segundo al verla, pero su expresión se transforma en una mezcla de terror y desesperación al darse cuenta de lo que está a punto de pasar.
—Mamá… —su voz tiembla—. No… no puedo perderte de nuevo. ¡Corre! ¡Huye!
Alyssa no se mueve. Mira a Kael con una mezcla de tristeza y amor, como si quisiera grabar su rostro en la memoria antes de lo inevitable.
Kazrareth sonríe con malicia, y esta vez, usa el propio cuerpo de Kael para lanzar el ataque. Una ráfaga de magia roja oscura, casi negra, brota de sus manos y atraviesa a Alyssa.
— ¡Nooo! —Kael grita con todas sus fuerzas, su voz desgarrada por el dolor.
Alyssa se desploma lentamente, su cuerpo quedando inmóvil en el suelo. El silencio es ensordecedor, salvo por el sonido de las gotas de sangre que caen al suelo. Kael se arrodilla junto a ella, con lágrimas resbalando por su rostro.
—Mamá… por favor… ¡despierta! —Suplica, sujetando su cuerpo sin vida—. ¡No puedes dejarme! ¡No ahora!
Kazrareth se acerca lentamente, observando la escena con una sonrisa satisfecha.
—Qué conmovedor… —comenta con burla—. ¿Cómo se siente perder todo lo que amas de nuevo, Kael?
La furia se enciende dentro de él como un incendio descontrolado. Deja el cuerpo de su madre en el suelo y se gira hacia Kazrareth, apretando los puños con tal fuerza que sus uñas se clavan en su piel.
— ¡Te voy a matar! —Ruge Kael, sus ojos ardiendo de rabia—. ¡Voy a hacerte pedazos!
Cargando con toda su fuerza, Kael se lanza contra Kazrareth, lanzando un golpe directo a su rostro. Pero Kazrareth lo esquiva con facilidad, como si solo estuviera jugando con él. Kael gira y lanza otro golpe, y otro, pero todos fallan.
—Vamos, lo intentamos varias veces ¿Y eso es todo lo que tienes? —Kazrareth ríe, deteniendo el siguiente ataque con una sola mano y empujando a Kael al suelo de un golpe seco.
— ¡Levántate, Kael! ¡Vamos! —Kazrareth lo provoca, cruzándose de brazos—. Pensé que eras más fuerte. ¿No decías que me ibas a matar?
Kael se levanta una y otra vez, cegado por la ira. Cada golpe que lanza es más salvaje que el anterior, cada caída lo llena de más desesperación. Sus fuerzas empiezan a flaquear, pero su odio lo mantiene en pie, aunque cada vez siente menos control sobre sí mismo.
— ¡Cállate! —Grita Kael, lanzando un golpe más, que Kazrareth desvía sin esfuerzo— ¡Te juro que te destruiré!
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Editado: 25.02.2025