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Para desconcierto de Patricia, a partir de ese día, Julián se mostró mucho más detallista y protector, tanto con ella como con la niña. Cada que tenía oportunidad, el joven se acercaba a conversar con ella y trataba de ayudarla mucho más de lo que hacía antes. A veces llegaba con alguna golosina para la pequeña y también insistía mucho en invitarlas de nuevo al pueblo a pasear o a ir al cine.
Paty, en el fondo, se sentía halagada. Pero su lastimado corazón no confiaba en nadie. ¿Cómo es que un joven tan agradable y sano se iba a fijar en una mamá soltera? ¡Y menos alguien con tanta responsabilidad como la que Julián tenía! Él debía hacerse cargo de sacar a su mamá adelante. Y ella sólo sería un lastre en su vida, alguien que no era digna de ser tomada en serio.
Una mañana inusualmente tranquila en el trabajo. Paty se encontraba de pie, afuera del local, vigilando a lo lejos el bosque donde su pequeña jugueteaba, como siempre, cuando Julián se le acercó.
— ¿Por qué nunca aceptaste volver a salir conmigo? — Le preguntó con algo de amargura. — ¿Mi mamá o yo te tratamos mal o algo así? ¿Hice algo que te ofendiera?
Paty negó con una sonrisa triste.
— Ambos fueron muy amables y les estoy muy agradecida por habernos dado alojamiento esa noche.
— ¿Entonces? — Demandó él.
La joven se ruborizó y bajó la vista.
— No sería la primera vez que alguien se acerca a mi pensando que, como soy mamá soltera, sería muy fácil llevarme a la cama. — Dijo en voz baja, casi para sí misma. — Y créeme. Sólo he estado con el papá de mi niña. Jamás volvería a confiar en alguien otra vez.
Julián la miró sorprendido por un instante, luego su expresión cambió a enojo.
— ¿Te he faltado al respeto de alguna manera? — Preguntó con rabia. — ¿Te he manoseado? ¿He hecho insinuaciones? ¿Me traté de meter a tu cuarto la noche que dormiste en mi cama? ¿Qué carajos he hecho como para que pienses esa mierda de mí? ¡Si sólo buscara acostarme contigo jamás te hubiera llevado a mi casa ni hubiese permitido que mi madre te conociera y ni siquiera me preocuparía por tu hija!
Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y empezó a caminar hacia los corrales a toda prisa, pateando alguna piedra en su camino para desquitar su frustración.
Paty, sin poderlo evitar, derramó unas lágrimas que trató de limpiar inmediatamente.
— ¿Qué hice? — Se preguntó a sí misma mientras regresaba al interior del local a seguir trabajando.
El resto del día, Julián no le dirigió la palabra en lo absoluto con excepción de asuntos del trabajo y cuando llegó la hora de salida, él apenas terminó con sus obligaciones se dirigió a la puerta.
— La espero en la carretera, doña Juana. — Dijo sin mirar atrás antes de irse caminando.
— ¿Y ahora? — Preguntó la mujer, bastante intrigada.
Paty sólo se encogió de hombros, negando.
— Buenas noches, nos vemos mañana. — Dijo mientras se sentaba junto a su hija, para encender el televisor del local y poner dibujos animados para la pequeña mientras llegaba la hora de ir a ayudar a la casa a preparar la cena para la familia.