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Una muy embarazada Patricia caminaba hacia los árboles, buscando a su hija.
— ¡Ely! ¡Ya vámonos que se nos hace tarde!
— ¡Ya voyyy! — Gritó la niña, saliendo del bosque y corriendo hacia su mamá. — Es que se había caído una casita y la estaba componiendo.
— Vámonos que no queremos perder el autobús. — Dijo Paty, abrazando a su hija.
— Si, y la abuela está sola. — Asintió Elena. — Le prometí que íbamos a ver una película juntas, cuando llegáramos.
Patricia sonrió. Ely y la mamá de Julián se habían tomado muchísimo cariño y se llevaban de maravilla la pequeña ya estaba por entrar a la primaria, pero aunque durante el día se quedaba en el pueblo con su nueva abuela, seguía yendo los fines de semana y en las vacaciones al rancho a cuidar el bosque de hadas. Patricia y Julián ya tenían un par de años que se habían casado. Ella era infinitamente feliz con ese hombre y ahora esperaban su primer hijo juntos. Aunque él siempre le decía que Ely también era su hija, y la quería y la cuidaba como tal.
Iba sonriendo, escuchando el parloteo de su hija, cuando se detuvo de golpe.
— Oh por Dios... — Musitó asustada.
— ¿Qué pasa, mami? — Preguntó la niña.
— Corre a buscar a tu tío Paolo, o a tu tía Delia, a tu papá o a quien encuentres. ¡Corre! Diles que ya va a nacer el bebé, que se me rompió la fuente.
— ¡Ayudaaaaaaaaaaaa! — Gritó Elenita mientras corría hacia los corrales. — ¡Ayudaaaaaaa!
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Esa noche, Paty yacía en una cama de la pequeña clínica del pueblo, con su bebé en brazos, Julián estaba sentado junto a ella, admirando al pequeño.
— Es hermoso. — Musitó el joven, admirado. — Es un niño bellísimo.
— Se parece a tu mamá. — Asintió Paty. — Esta naricita es igual a la de ella. ¿Verdad?
Joel asintió con orgullo.
— Todos están afuera, esperando conocer al pequeño. — Mamá también, el jefe la trajo en su camioneta.
— ¿Ya decidiste por fin qué nombre vamos a ponerle? — Preguntó Patricia, mirándolo con curiosidad.
Julián negó.
— ¿Qué tal si se llama igual que su papá? — Sugirió ella. — Julián Junior.
Él sonrió asintiendo.
— Si tú estás de acuerdo, lo llamaremos así.
Paty asintió y le dedicó una sonrisa a su marido.
— Te amo. ¿Sabes? No tienes idea de lo feliz que soy contigo.
Él se inclinó y la besó con ternura.
— Te aseguro que yo soy muchísimo más feliz. — Dijo en un murmullo antes de volverla a besar. — Te adoro Paty, te adoro con todo mi ser.