Code Fénix Ashes of the otherworld

Capítulo 19 - La casa en silencio

Capítulo 19 - La casa en silencio

En la sala silenciosa de la casa del abuelo, apenas iluminada por la luz tenue de una lámpara de aceite, Elira permanecía sentada frente a una taza de té ya tibia. No lo bebía. Solo lo sostenía con ambas manos. Sus pensamientos, en cambio, hervían.

Recordaba la voz de Fénix. Sin titubeos. Sin piedad.

“Eres débil. Eres inútil. No me sirves para nada.”

No eran palabras nuevas. Solo eran… las mismas que escuchó toda su vida.

Bajó la mirada. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos antes de que pudiera detenerlas.

Es verdad…
Soy un estorbo.
La única de mi familia que apenas sabe usar hechicería. Ni siquiera puedo curar a alguien como es debido…

Una lágrima cayó sobre la mesa. Otra le tembló en la mejilla.

Detrás de ella, Cain seguía de pie frente a la ventana, observando la bruma exterior como si nada pudiera conmoverlo. Sin embargo, habló con absoluta calma:

—No llores.

Elira se sobresaltó. Se secó el rostro con torpeza… pero él ya lo había visto todo.

Cain no se giró. Continuó mirando hacia fuera mientras su voz resonaba grave, firme, sin juicio.

—He visto imperios caer por personas más frágiles que tú. La fortaleza no siempre se hereda. A veces… se conquista con sangre.

Elira apretó los labios. Dudó un instante… y luego habló por primera vez sobre algo que nunca decía en voz alta.

—Mis padres… se avergonzaban de mí. —Su voz tembló—. Me llamaban error. Decían que ser bruja y no dominar la magia era una desgracia… Me abandonaron cuando tenía ocho años. Mi abuelo fue el único que no me dejó morir.

Cain asintió, muy levemente, sin volverse.

—Entonces no eres débil por naturaleza —dijo con calma—. Solo llevas demasiado tiempo cargando un juicio ajeno como si fuera verdad absoluta.

Elira respiró hondo, aún temblando.

Casi sin darse cuenta, lo escuchaba más atentamente que a nadie en años.

Cain, sin apartar la mirada del exterior, exhaló lentamente antes de hablar.

—No te subestimes tan rápido, Elira. La debilidad es algo temporal. La cobardía… no. Y tú no huyes. Eso ya te distingue.

Elira bajó la cabeza, y esta vez, cuando susurra, lo hace con sinceridad:

—Gracias…

Silencio. Una tregua en el alma.

Cain entonces se giró, cruzando los brazos con una elegancia absolutamente antinatural.

—Bien. —Su mirada se clavó en ella—. ¿Y ahora qué?

Elira parpadeó. Miró hacia la puerta. Luego tomó aire… y sonrió con determinación.

—Vamos a salvar a ese idiota antes de que lo maten.

Cain la observó… y por primera vez, esbozó una leve, tenue sonrisa.

—No lo haré por él —aclaró con absoluta frialdad—. Pero con Drácula dejo demasiadas cuentas abiertas.

Elira asintió.

Y esa decisión… cambió el destino de la noche.




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