CAPÍTULO 7 : El retorno de la mano perdida
El primer pensamiento de Fénix al despertar fue: "Mierda, sigo vivo."
El segundo: "¿Dónde coño está mi mano?"
Las sábanas frías se le pegaban a la piel mientras intentaba moverse. Una punzada aguda en el cuello lo detuvo. Sus dedos - los que le quedaban - rozaron una venda áspera.
—Vaya —murmuró con la voz ronca—. Parece que Darem me dejó un recuerdo de despedida.
Al girar la cabeza, el vacío lo golpeó antes que el dolor. Donde debería estar su mano izquierda, solo había un muñón vendado.
—Genial. Ahora soy el tipo de los chistes de mancos —resopló, aunque la sonrisa se le congeló en los labios.
La puerta se abrió con un susurro. Enid entró como siempre: tacones clavándose en el silencio, traje negro impecable, mirada que calculaba cada una de sus reacciones.
—Vaya, qué sorpresa —farfulló Fénix—. ¿Viniste a regañarme por perder una pieza?
Enid se sentó al borde de la cama sin pedir permiso.
—No exactamente. —De su bolso sacó algo que hizo a Fénix parpadear—. Pero sí vine a devolverte algo.
En sus manos enguantadas sostenía una mano pálida y perfectamente conservada. Su mano.
—¡Hostias! —Fénix se incorporó demasiado rápido—. ¿Me la trajiste como trofeo o qué?
—Vamos a reimplantarla —anunció Enid mientras un equipo médico entraba con una caja de herramientas que parecía sacada de una película de terror.
—Eh, no, gracias —Fénix retrocedió hasta chocar con la cabecera—. Estoy bastante unido emocionalmente a mi nuevo look de pirata.
Enid no sonrió. Solo levantó una jeringa.
—No es opcional.
El sedante solo adormeció lo suficiente para que no se moviera, pero no lo bastante para no sentir.
—¡JODER, ENID! —rugió Fénix cuando la primera grapa atravesó carne y hueso—. ¡ESTO ES PEOR QUE EL DIVORCIO DE MIS PADRES!
En el pasillo, Lucian y Vannesa intercambiaron miradas. Los gritos atravesaban la puerta como cuchillos.
—¿Le está haciendo un exorcismo o qué? —preguntó Lucian, pálido.
Vannesa encendió un cigarrillo.
—Peor. Le está ayudando.
Dentro, Fénix jadeaba entre blasfemias.
—¡TE PROMETO QUE DE AHORA EN ADELANTE ME CORTARÉ LAS UÑAS SOLO! ¡DIOS, BASTA!
Enid no se inmutó. Sus manos enguantadas trabajaban con precisión quirúrgica mientras murmuraba:
—Cállate y deja de moverte. Quiero que esto quede simétrico.
Fénix no aguanto mas y debido al dolor intenso cayo inconciente...
Horas despues desperto.
La luz fluorescente le golpeó los párpados. Fénix levantó instintivamente ambas manos para protegerse... y se quedó mirando sus diez dedos.
—Carajo... —Movió los dedos de la mano recién reattachada. Dobló la muñeca. Hizo un puño. Todo funcionaba. Todo dolía como el infierno.
Enid apareció en su campo de visión, limpiándose las manos con una toalla estéril.
—¿Cómo te sientes?
Fénix sonrió ese sonrisa torcida que tanto la exasperaba.
—Como si me hubieran pasado por una trituradora de carne y luego me hubieran cosido de nuevo. —Alzó la mano recuperada—. Pero gracias. Supongo.
Enid se inclinó sobre él, perfume caro y peligro mezclándose en el aire.
—Esto es solo el principio, Fénix. Tenemos algo que podría hacerte... más fuerte. —Sus uñas acariciaron el vendaje de su cuello—. El suero Uber Lycan.
Fénix no apartó la mirada.
—Suena como una forma elegante de decir "experimento horriblemente doloroso".
—Lo es. —Enid sonrió—. Pero si te portas bien... habrá recompensa.
El silencio se extendió. Fénix conocía ese brillo en sus ojos. Era el mismo que tenía un tiburón oliendo sangre.
—¿Qué clase de recompensa?
Enid le susurró algo al oído que hizo que sus pupilas se dilataran. Cuando se apartó, Fénix se aclaró la garganta.
—Bueno... cuando pongas el suero así...
En el laboratorio de Enid Corp Fénix se preparaba mentalmente mientras el Dr. Armitage ajustaba sus gafas mientras explicaba:
—Tres inyecciones. Ojo derecho para visión mejorada. Hombro para el sistema nervioso. Columna vertebral para integración neuromuscular.
Fénix miró la jeringa como si fuera una serpiente.
—Genial. Primero me cosen la mano y ahora me van a pinchar como a un muñeco vudú.
Fénix suspiro hondo ya que sabias que lo que se venia no iba a ser un paseo por el parque.
Enid observaba desde la esquina, los labios curvados en una sonrisa que prometía dolor... y algo más.
Fénix respiró hondo.
—Vamos a esto.