Code Fénix Maximum

CAPÍTULO 44 : El Fugitivo Parte-15

CAPÍTULO 44 : El Fugitivo Parte-15

El sueño fue una trampa. No fue descanso, sino un viaje de regreso al sótano del orfanato. Garras frías atravesando su pecho, la risa de Adrian resonando en sus oídos, la impotencia helada de la muerte. Fénix se despertó de golpe, con un jadeo ahogado, sentado bruscamente en la cama. Las sábanas estaban empapadas de sudor frío y su corazón martilleaba contra su caja torácica como un animal enjaulado.

La habitación estaba en penumbra. Miró el reloj en la mesilla de noche: 4:30 PM. Se había quedado dormido después del entrenamiento con Lucio, buscando un descanso que su mente se negaba a concederle.

—Mierda —masculló, pasándose una mano por el rostro, sintiendo la tensión en cada músculo.

Se levantó, las piernas algo inestables, y se dirigió al pequeño lavabo de su habitación en las instalaciones de Enid Corp. Se salpicó la cara con agua fría una y otra vez, intentando borrar la sensación de las garras fantasmas y el eco de las risas. El agua goteaba por su barbilla mientras observaba su reflejo pálido en el espejo. Los ojos todavía tenían sombras de la pesadilla.

—Esto tiene que parar —le dijo a su reflejo, su voz un susurro ronco.

Se vistió con ropa de campo práctica—jeans oscuros, una sudadera con capucha negra y una cazadora resistente—y salió de su habitación. Justo a tiempo, como si lo hubiera planeado, se encontró con Marcus en el pasillo, quien estaba ajustando el protector de su brazo.

—Parece que te pasó un camión por encima, amigo —comentó Marcus, con una sonrisa ladeada—. ¿Las pesadillas otra vez?

—Algo así —respondió Fénix, evitando la mirada—. ¿Qué hay de la misión?

—Enid nos espera en recepción. Dice que es algo sencillo.

Caminaron en silencio hasta la recepción principal de Enid Corp. Enid estaba allí, de pie frente a un holograma que mostraba un mapa de las afueras de Berlín. Vestía su habitual traje ejecutivo, pero su expresión era tensa, concentrada.

—Fénix, Marcus —los saludó con un gesto de cabeza—. Sé que acaban de regresar, pero tenemos una oportunidad que no podemos dejar pasar.

Ambos se acercaron. Enid amplió el holograma, destacando una zona industrial abandonada a las afueras de la ciudad.

—Inteligencias interceptadas —comenzó a explicar—. Irene, la hermana de Viktor, tiene una reunión esta noche. 22:00 horas. En este complejo abandonado de las afueras.

Marcus silbó suavemente.
—Irene... la hermana oscura. La que nunca se muestra. ¿Con quién se reúne?

—Esa es la pregunta del millón —respondió Enid, cruzando los brazos—. No lo sabemos. Podría ser con un aliado, un informante, o algo peor. Nuestra misión, y quiero que esto quede muy claro, es solo de observación. Solo observación. Colocaremos dispositivos de escucha y vigilancia a distancia. Recolectaremos información. Nada de enfrentamientos, nada de intervenciones. ¿Entendido?

Fénix asintió, su mirada fija en el mapa.
—Entendido. Solo ojos y oídos.

—Exactamente —confirmó Enid—. Lucian y Vanessa están ocupados con otra operación, así que tendrán que ir solo ustedes dos. Marcus, tú a cargo del equipo de vigilancia. Fénix, tú eres la cobertura. Manténganse ocultos, manténganse en silencio. Cualquier signo de problemas, se retiran inmediatamente y reportan. ¿Claro?

—Como el agua, jefa —dijo Marcus, cargando su mochila de equipo.

—Fénix —Enid lo miró fijamente—. Nada de héroes. Esta vez solo observamos.

—Sí, Enid —respondió Fénix, con seriedad—. Nada de héroes.

Enid asintió, satisfecha.
—Bueno, móntense en la van. El equipo ya está listo. Y recuerden... discreción ante todo.

Mientras se dirigían al garaje, Marcus cargaba el equipo de vigilancia y Fénix revisaba su arma, asegurándose de que estuviera cargada y con silenciador.

—Oye, ¿estás bien? —preguntó Marcus de repente, rompiendo el silencio—. En serio, pareces... tenso.

Fénix suspiró, guardando su arma.
—Son solo... cosas en mi cabeza. Adrian, el orfanato... a veces vuelve.

—Entiendo —dijo Marcus, su tono perdiendo su usual ligereza—. Esa mierda te marca. Pero oye, esta misión es fácil. Entramos, ponemos los juguetes, escuchamos, y nos largamos. Nada de acción. Podría hacerlo dormido.

—Eso espero —respondió Fénix, con una sonrisa débil—. No tengo ganas de más drama hoy.

—Apuesto a que no —Marcus abrió la puerta de la van—. Después de esto, si todo sale bien, te invito algo para beber. Creo que las necesitas.

Fénix subió a la van, mirando por la ventana mientras la ciudad empezaba a teñirse con los colores del anochecer.
—Eso suena bien, Marcus. Eso suena muy bien.

La van arrancó, llevándolos hacia las afueras oscuras y abandonadas de Berlín, donde los secretos de Irene esperaban ser descubiertos, y donde la promesa de una misión sencilla se sentiría como un lujo fugaz antes de que la tormenta se desatara de nuevo.

El runrún de la van era el único sonido en la cabina, un zumbido bajo y constante que se mezclaba con el latido acelerado de Fénix. Afuera, los edificios de Berlín empezaban a dar paso a paisajes más abiertos, más oscuros. Marcus manejaba con calma, tarareando una tonada baja.

Pero dentro de la mente de Fénix, había una tormenta.

«Mierda, mierda, MIERDA.» El pensamiento era un tamborileo obsesivo, en sincronía con el tic-tac del reloj digital del tablero. «19:47. Dos horas y trece minutos. Eso es todo lo que tenemos.»

Miró por la ventana, viendo cómo la última luz del día se desvanecía, siendo reemplazada por una oscuridad que sentía más pesada, más personal.

«Enid dijo que era sencillo. Solo observar. Colocar los dispositivos y largarnos. ¿Cuánto puede demorar? Una hora, tal vez dos si hay complicaciones...» Tragó saliva, seca. «Pero tiene que ser antes de las 22:00. Tiene que ser.»

Una imagen se impuso detrás de sus ojos: la luna llena, la Luna del Cazador, ascendiendo en el cielo. Y con ella, el peso del contrato. La presencia de Adán, que se volvería tangible, exigiente.




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