Code Fénix Maximum

CAPÍTULO 63 : El Incidente en Washington - Parte XIII

CAPÍTULO 63 : El Incidente en Washington - Parte XIII

La azotea de Enid Corp era un oasis de tranquilidad en medio del bullicio nocturno de Berlín. El viento nocturno acariciaba suavemente a Enid, quien estaba apoyada contra el barandal, mirando la luna llena con una expresión pensativa. La ciudad brillaba bajo ella, pero su atención estaba completamente perdida en la vista del cielo nocturno.

De repente, una voz conocida rompió el silencio.

—¿Disfrutando de la luna llena o esperando a que caiga un licántropo del cielo?

Enid dio un pequeño respingo, llevándose una mano al pecho mientras giraba rápidamente.

—¡Por Dios, Fénix! ¿Siempre tienes que aparecer de la nada?

Fénix, con su usual semblante sarcástico, dio un paso hacia ella, apoyándose en el barandal a su lado.

—Es un talento natural. Pero no vine aquí a espantarte... esta vez.

Enid suspiró, intentando recuperar la compostura, y luego le dedicó una sonrisa relajada.

—Bueno, supongo que hay cosas más aterradoras en este mundo que tú. Aunque no muchas.

Ambos compartieron un breve silencio mientras contemplaban la ciudad. Finalmente, Enid rompió la calma.

—Hiciste un gran trabajo en Washington, ¿sabes? No solo derrotaste a Adán, sino que lograste que el mismísimo presidente George W. Bush se inclinara ante ti. Casi parecía que quería contratarte como su mano derecha.

Fénix bufó, cruzándose de brazos.

—Ese tipo de trabajos no son para mí. Los trajes de oficina me quedan bien, pero la política... prefiero las peleas con monstruos y ególatras.

Enid sonrió, como si esperara esa respuesta, y luego cambió de tema con un tono más serio.

—Hablando de eso... —Se giró hacia él, sus ojos brillando bajo la luz de la luna—. Quiero ofrecerte algo, Fénix. Algo que nunca he ofrecido a nadie antes.

Fénix arqueó una ceja, intrigado.

—Esto suena interesante. Adelante, sorpréndeme.

Enid se apartó del barandal, tomando aire antes de continuar.

—Quiero que seas mi mano derecha.

El silencio que siguió fue breve, pero palpable. Fénix la miró con escepticismo antes de responder.

—¿Tu mano derecha? ¿No se supone que ya tengo un trabajo? Ya sabes, salvar el mundo, soportar a Lucian y Vanessa, cosas de ese estilo.

Enid sonrió, pero no cedió.

—Tu equipo es importante, lo sé. Pero Marcus puede tomar tu lugar como líder operativo. Ha demostrado ser más que capaz. Además, estoy hablando de algo más grande, algo con más alcance.

Fénix entrecerró los ojos, evaluando sus palabras.

—¿Y cuáles serían exactamente las ventajas de ser la mano derecha de la CEO de Enid Corp?

Enid dio un paso hacia él, su tono cargado de confianza.

—Acceso a todos los recursos de la corporación. Influencia en las decisiones que moldean el futuro de nuestra sociedad, no solo de los humanos, sino también de las razas sobrenaturales. Libertad para actuar en misiones clave sin las restricciones habituales. Y, por supuesto... —Enid hizo una pausa, inclinándose ligeramente hacia él—. Podrías hacer las cosas a tu manera, sin que nadie cuestione tus métodos.

Fénix se cruzó de brazos, reflexionando.

—Suena tentador, pero... ¿qué gana Enid Corp con esto?

Enid lo miró fijamente, sus ojos mostrando determinación.

—Gano a alguien en quien puedo confiar. Alguien que no solo es fuerte, sino también inteligente y, aunque te cueste admitirlo, comprometido con hacer lo correcto. No es algo que se pueda decir de cualquiera, Fénix.

Fénix dejó escapar una risa corta y seca.

—Eso suena como un discurso de ventas, pero admito que suena bien.

Se giró hacia el barandal nuevamente, contemplando la luna llena.

Fénix permanecía mirando la luna llena, pensativo. Por un instante, el silencio entre ambos se hizo más denso, interrumpido únicamente por el sonido del viento nocturno. Luego, sin apartar la vista del cielo, Fénix habló con un tono calmado.

—acepto. Y si esto significa hacer las cosas a mi manera y tener un impacto real... entonces acepto el papel.

Enid lo miró, sorprendida por un momento, antes de que una sonrisa genuina iluminara su rostro.

—¿De verdad?

Fénix giró su cabeza hacia ella, con una leve sonrisa irónica.

—¿Qué puedo decir? Me convences con tus discursos. Y, bueno... parece que podría ser interesante tener un puesto oficial como mano derecha de la reina.

Enid dejó escapar una risa suave, claramente aliviada. Sin pensarlo dos veces, dio un paso adelante y lo abrazó, algo que tomó a Fénix por sorpresa.

—No sabes cuánto significa esto para mí.

Fénix permaneció inmóvil por un momento antes de dar unas palmaditas torpes en su espalda.

—Bueno, tampoco es para tanto... No estoy firmando un contrato con mi sangre, ¿o sí?

Enid se separó, aún sonriendo, y negó con la cabeza.

—No, pero definitivamente es un cambio de juego.

Ambos dejaron que el ambiente relajado los envolviera. Entonces, Enid dio un paso más cerca de Fénix y, sin previo aviso, levantó sus manos y sostuvo suavemente su rostro entre ellas. Fénix parpadeó, sorprendido por el gesto, pero no se apartó.

—Eres mucho más de lo que aparentas, Fénix Rogers —dijo Enid en voz baja, su mirada intensa encontrando la de él—. Lo sé desde el primer día que te conocí.

Fénix dejó escapar una leve sonrisa.

—Y tú eres mucho más insistente de lo que aparentas. Pero supongo que... eso es lo que hace que funcionemos, ¿no?

Enid inclinó ligeramente la cabeza, evaluándolo como si buscara algo en sus ojos.

—¿Funcionamos? —repitió ella, con un leve matiz de diversión.

Fénix suspiró, resignado, pero también aliviado de poder ser honesto.

—Llámalo como quieras, pero sí... funcionamos.

No hicieron falta más palabras. Enid, con un movimiento seguro, se inclinó hacia él. Fénix no se apartó, sino que cerró los ojos justo cuando sus labios se encontraron en un beso que, aunque inesperado, parecía inevitable.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.