CAPÍTULO 96 : El Día Después
Fénix se despertó al amanecer, como siempre lo hacía en Enid Corp. Aunque esta vez, abrir los ojos fue un esfuerzo más grande de lo habitual. El dolor en su hombro izquierdo era punzante, constante, como un recordatorio de la pelea con Alex. Se levantó con dificultad, sintiendo cada músculo del lado izquierdo de su cuerpo protestar. Todo su brazo izquierdo estaba completamente inmovilizado, envuelto en vendajes gruesos que le recorrían desde el hombro hasta la muñeca. Sin su regeneración, el brazo estaba débil, prácticamente inútil.
Con un suspiro de frustración, Fénix se vistió torpemente con una sola mano. Algo tan simple como abotonar su camisa se había convertido en un desafío monumental. "Vaya, esto sí que es una bendición," pensó con sarcasmo, su humor sombrío reflejando su estado de ánimo. Al final, optó por una camisa sencilla que no requería demasiada destreza para ponerse. Se miró en el espejo por un momento, observando su reflejo con desaprobación.
—"Mírenme, soy un desastre,"— murmuró a los espectadores invisibles. —"No puedo ni abotonarme la camisa sin sentirme un idiota. Todo porque alguien decidió que sería una buena idea hacerme probar el sabor de la mortalidad... otra vez."— Sus palabras estaban cargadas de ironía, pero había una seriedad subyacente en su voz. Era un recordatorio constante de que su regeneración estaba comprometida, de que su cuerpo no era invencible como antes.
Con su humor negro de siempre, Fénix bajó las escaleras hasta la cafetería de Enid Corp, encontrando el lugar relativamente tranquilo. El olor a café y huevos revueltos llenaba el aire, mezclándose con el sonido de las conversaciones matutinas y el zumbido de las máquinas. Normalmente, Fénix disfrutaría de la energía de la mañana, pero hoy, todo parecía un poco más apagado, más distante.
Se dirigió a la barra con paso lento, todavía adaptándose a la sensación de tener un brazo menos. Al llegar, con su única mano libre, tomó una taza de café y se sirvió un poco de la humeante bebida. El calor del café en su mano derecha le proporcionó un breve consuelo en medio del dolor.
—"Bueno, aquí estamos,"— comentó en voz baja, más para sí mismo que para nadie más. —"En el maravilloso mundo de desayunos de Enid Corp, donde cualquier cosa puede pasar. Y hoy, el evento principal: Fénix tratando de cortar su tostada con una sola mano. No se lo pierdan."—
Mientras intentaba con dificultad cortar un trozo de tostada, Fénix sintió una presencia familiar cerca. Un aura oscura y magnética que siempre captaba su atención. Levantó la vista y, para su sorpresa, allí estaba Alucard, de pie junto a su mesa, con su sonrisa característica.
—"Bueno, bueno, si no es el propio 'Perro de Enid' disfrutando de su desayuno matutino,"— dijo Alucard con un tono burlón, aunque había una nota de respeto en sus palabras. Se sentó frente a Fénix, observándolo con esos ojos penetrantes que parecían ver a través del alma.
Fénix se limitó a rodar los ojos. —"No sabía que teníamos un invitado tan importante esta mañana. ¿Qué te trae por aquí, Alucard? ¿Te has quedado sin sangre fresca?"—
Alucard sonrió con ese brillo misterioso en su mirada. —"No, no, querido amigo. Solo pasaba a ver cómo estabas. Aunque me divierto con tus constantes bromas, debo admitir que de todos los vivos, eres al que más respeto. Por extraño que parezca."—
Fénix arqueó una ceja, divertido. —"¿Eso es un cumplido? Porque viniendo de ti, suena casi a una amenaza."—
—"Tómalo como quieras,"— respondió Alucard con un encogimiento de hombros. —"Pero es la verdad. Eres uno de los pocos que han salido vivo de cada pelea en la que te has metido"—
Fénix dejó escapar una risa suave, aunque el movimiento hizo que su hombro punzara de nuevo. —"Ya, bueno, no es como si tuviera muchas opciones. Es pelear o morir de aburrimiento."— Su tono era sarcástico, pero había un brillo en sus ojos que reflejaba la sinceridad de sus palabras. Por más que los dos se lanzaran pullas, había una especie de respeto mutuo entre ellos.
—"He oído rumores,"— comenzó Alucard, inclinándose un poco hacia adelante, —"de que tu brazo izquierdo está... incapacitado. Eso no es algo que ocurra todos los días. Cuéntame, ¿qué pasó?"—
Fénix se quedó en silencio por un momento, tomando un sorbo de su café antes de responder. —"Digamos que tuve un pequeño encuentro con uno de los juguetes nuevos de Antigen. Un vampiro llamado Alex. Parece que tiene un don para romper cosas... especialmente mis huesos."—
Alucard lo observó con interés, sus ojos rojos destellando. —"Interesante. Así que hay alguien más por ahí que puede darte pelea."—
Fénix asintió con una sonrisa irónica. —"Sí, más o menos. Aunque no estoy seguro de que llamarlo 'pelea' sea lo correcto cuando tu brazo termina hecho pedazos y no puedes regenerarte."—
Alucard sonrió. —"Debe haber algo más en esto. ¿Por qué no puedes regenerarte?"—
—"Una historia complicada,"— respondió Fénix. —"Parece que Alex tiene algo especial en sus golpes. Algo que bloquea mi regeneración. Así que aquí estoy, como un idiota, con un brazo inútil y la perspectiva de semanas de recuperación."—
Alucard asintió lentamente, como si procesara la información. —"Hmm, parece que este Alex será un desafío interesante."—
Fénix asintió. —"Lo es. Pero ya veremos quién ríe al final."— Le dio un último sorbo a su café y se levantó con dificultad, dando a entender que la conversación había terminado. —"Gracias por la charla, Alucard. Siempre es un placer... más o menos."—
Alucard se levantó también, con una sonrisa. —"El placer es mío, querido amigo. Que tengas un buen día, o al menos, uno menos doloroso."—
Fénix lo observó irse, sabiendo que la batalla con Alex no era el final, sino solo el comienzo de una nueva serie de desafíos.
Fénix caminó lentamente por los pasillos de Enid Corp, sintiendo el peso del vendaje en su hombro y el dolor punzante que le recordaba a cada paso su encuentro con Alex. Su humor estaba, como era de esperarse, en su punto más bajo. Después de su conversación con Alucard en la cafetería, no había encontrado nada más que hacer que subir a la oficina de Enid y decirle directamente lo que pensaba de la idea de estar seis semanas sin hacer nada. "Como si pudiera aguantar tanto tiempo sin hacer algo útil," pensó.