Code Fénix Maximum

CAPÍTULO 98 : El entrenamiento

CAPÍTULO 98 : El entrenamiento

En la penumbra de la sala de entrenamiento de Antigen, el aire olía a metal y esfuerzo. La habitación, enorme y fría, estaba equipada con sacos de arena, maniquíes de combate, y sistemas de defensa holográficos. Entre ecos de golpes y respiraciones controladas, Darem y Alex se enfrentaban cuerpo a cuerpo, sin tregua.

El contraste entre ambos era evidente: Darem, alto y sereno, proyectaba una calma peligrosa, cada movimiento calculado con precisión quirúrgica. A pesar de su fuerza brutal, sus ataques eran eficientes, casi elegantes. Por otro lado, Alex parecía estar disfrutando del caos. Se movía con una sonrisa retorcida y una energía desbordante, como si cada golpe, cada desliz y cada provocación fueran motivo de diversión.

—"¿Eso es todo lo que tienes, viejo?"— se burló Alex, saltando hacia atrás tras recibir un golpe ligero en las costillas. Aun respirando agitadamente, su rostro mantenía una expresión traviesa, casi infantil. —"Pensé que eras la gran leyenda."—

Darem lo ignoró, soltando un suspiro paciente, como un adulto cansado de escuchar la misma broma por enésima vez. Se colocó en guardia sin perder la compostura. —"Si dejaras de parlotear, durarías más en combate."—

Alex soltó una risa desquiciada mientras giraba sobre sus talones y se lanzaba de nuevo contra Darem. —"¿Y dónde estaría la diversión en eso?"— rugió mientras intentaba un golpe bajo, que Darem bloqueó sin esfuerzo con su antebrazo.

El cuerpo más pequeño de Alex retrocedió, pero sus ojos brillaban con malicia juvenil. —"Oye, la próxima vez que vea a ese tal Fénix..."— hizo una pausa para enderezarse y limpiarse el sudor de la frente. —"Voy a matarlo."—

Darem, inmutable, observó al joven sin prisa mientras bajaba la guardia y se tomaba unos segundos para evaluar sus palabras. —"¿Ah, sí? ¿Y cómo piensas hacerlo?"— preguntó con tono neutro, sin una pizca de emoción, como si discutiera el clima.

Alex alzó los hombros con despreocupación. —"No sé, algo creativo. ¿Tal vez desmembrarlo lentamente? ¿O dejarle un regalito explosivo dentro del pecho?"— Se rió entre dientes, como si la idea fuera una broma particularmente graciosa. —"El punto es que ese tipo no tiene idea de lo que le espera. Esta vez no se va a ir caminando."—

Darem negó lentamente con la cabeza, limpiándose las manos con una toalla cercana. —"No es tan fácil como crees, Alex. si fuera así de fácil yo lo habría matado hace tiempo."—

Alex resopló, exasperado, como un adolescente al que le acaban de decir que no puede hacer algo. —"Por favor, ¿qué tan difícil puede ser? Solo es otro inmortal. Todos caen eventualmente."—

Darem, sereno como siempre, lo miró con esa calma que rayaba en el desdén. —"Inténtalo si quieres. Pero si terminas muerto... problema tuyo."—

Por un momento, el ambiente se volvió pesado. Alex dejó escapar una risa ligera, sin preocuparse por el aviso. —"Siempre tan optimista, Darem."—

El hombre no respondió. Solo ajustó los guantes en sus manos, listo para reanudar el entrenamiento. —"Toma esto en serio, Alex. Fénix no es alguien que puedas vencer solo con chistes y trucos baratos. Si subestimas a tipos como él, no tendrás otra oportunidad para aprender la lección."—

Alex le guiñó un ojo con arrogancia. —"Entonces será mejor que no falle, ¿eh?"—

Darem no replicó. En cambio, dejó caer su peso en una postura de combate y lanzó un rápido gancho que Alex apenas pudo esquivar. La sesión continuó en silencio, con golpes precisos y esquivas veloces.

Darem sabía que las palabras no iban a detener a Alex, ni mucho menos cambiar su actitud imprudente. Al final, algunos aprendizajes solo se obtenían con sangre... o con la muerte.

Y si Alex quería desafiar a Fénix, Darem no iba a detenerlo. Pero tampoco lo ayudaría. Cada quien hacía sus apuestas en esta vida, y si Alex se jugaba mal su mano, solo quedaría recoger los pedazos

La luz tenue de la sala de descanso de Enid Corp filtraba apenas un resplandor suave entre las persianas. La estancia, amueblada con sofás amplios y muebles minimalistas, olía a desinfectante, mezclado con el leve aroma del café que alguien había dejado olvidado en una esquina. En el centro de la habitación, recostado en un sofá con una pierna colgando y el brazo sobre los ojos, estaba Fénix. Respiraba lento y profundo, intentando encontrar algún alivio al dolor punzante en sus músculos.

El leve chasquido de la puerta al abrirse fue lo único que rompió la calma. Marcus entró sin anunciarse, su andar relajado pero con ese aire burlón que nunca lo abandonaba.

Cerró la puerta con el pie y se quedó unos segundos observando a Fénix, quien seguía inmóvil en su lugar.

—"Vaya, hasta los inmortales necesitan siestas, ¿eh?"— soltó Marcus con una sonrisa irónica, acercándose al sofá y dejándose caer en un sillón cercano.

Fénix apenas movió el brazo para dejarlo descansar sobre el respaldo del sofá, dejando al descubierto sus ojos. Uno de ellos estaba rodeado de un moretón violáceo y una venda cruzaba parte de su ceja derecha. —"Mejor siesta que morirme, supongo."— respondió con tono seco.

Marcus apoyó un codo en el brazo del sillón y lo miró con una mezcla de curiosidad y diversión. —"¿Cómo va tu recuperación, viejo? ¿Te dijeron cuándo vas a poder levantarte sin parecer un zombie?"—

Fénix soltó un suspiro cansado. —"El doctor dice que en un par de días debería estar bien... más o menos."— Levantó ligeramente la mano para señalarse la ceja. —"La herida en la ceja... va a dejar cicatriz, según él."—

Marcus arqueó una ceja y dejó escapar una pequeña risa. —"¿Y te importa?"

Fénix negó lentamente con la cabeza, como si la idea le resultara completamente irrelevante. —"Nah... ya me daba igual desde antes."—




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