Code Fénix Maximum

CAPÍTULO 103 : El origen del nombre

CAPÍTULO 103 : El origen del nombre

El equipo llegó a la prisión, un lugar sombrío y desolador, rodeado de altos muros de concreto y alambre de púa. La atmósfera era pesada, impregnada de una sensación de desesperanza que parecía calar hasta los huesos. Anna, Marcus, Vanessa y Lucian caminaban en fila, listos para cumplir su misión.

Mientras se adentraban en la prisión, Anna no pudo evitar preguntar, su voz resonando en el silencio opresivo:

—Oye, ¿por qué se llama “el Escuadrón Fénix”? Quiero decir, siempre he estado curiosa sobre eso.

Marcus la miró con una ceja levantada, recordando los viejos tiempos.

—Se llama así porque antes Fénix era el líder del escuadrón. Era el que dirigía las misiones, el que tomaba las decisiones y enfrentaba el peligro. Era… bueno, era un verdadero líder.

Anna asintió, procesando la información.

—¿Y qué pasó para que ya no lo sea?

Una sombra cruzó la expresión de Marcus.

—Después de un tiempo, se volvió la mano derecha de Enid. No solo eso, las cosas cambiaron para él. Ahora está lidiando con sus propios demonios y, bueno, supongo que la vida le ha dado un giro inesperado.

—Fénix siempre ha sido el tipo duro, pero incluso él tiene sus límites —añadió Marcus con un tono sombrío—. Y ahora, después de todo lo que ha pasado, simplemente… está lidiando con ello. No es fácil ser el mejor en lo que haces y luego ver cómo tu mundo se desmorona.

Lucian, que había estado en silencio, intervino:

—Es extraño pensar que Fénix, que siempre ha sido el pilar de este equipo…

El grupo continuó avanzando por el pasillo oscuro, las palabras de Marcus resonando en sus mentes.

El sonido de sus pasos se mezclaba con el eco de la penumbra. Las paredes estaban cubiertas de grafitis y marcas de años de abandono, y el aire era denso con un hedor a humedad y desesperanza. La iluminación tenue apenas permitía ver más allá de la siguiente esquina.

Marcus se detuvo en un cruce.

—Dividámonos. Lucian, Vanessa, ustedes irán al ala sur. Anna y yo nos encargaremos del ala norte. Si encontramos algo, nos comunicamos por radio.

—Entendido —respondió Lucian, intercambiando miradas con Vanessa antes de dirigirse hacia la puerta del ala sur.

Marcus y Anna tomaron el camino hacia el ala norte, el ambiente cada vez más tenso.

—¿Qué fue lo que pasó aquí? —preguntó Anna, rompiendo el silencio—. He escuchado rumores, pero no sé los detalles.

Marcus frunció el ceño, recordando el horror.

—Fue hace un par de horas. Encontraron un grupo de prisioneros masacrados en una de las celdas. Todo ocurrió en menos de un minuto. Entraron y los cuerpos estaban esparcidos por todas partes, sin una señal de lucha. Fue… brutal.

Anna se detuvo, procesando las palabras.

—¿Masacrados? ¿Sin lucha?

—Así es —respondió Marcus, con voz tensa—. Fue como si algo, o alguien, hubiera entrado y los hubiera aniquilado. Las lesiones eran… inusuales. Más allá de lo que cualquier humano podría causar. Mi primera sospecha fue el vampiro de la fiesta de Antigen, Alex. Es un demonio en la tierra. Enfrentarse a él no es solo complicado, es peligroso. Incluso Fénix tuvo problemas para salir vivo de su enfrentamiento con él.

—¿De verdad crees que está involucrado en esto? —preguntó Anna, inquieta.

—Es una posibilidad. El estilo de ataque es similar y la rapidez con la que ocurrió… No puedo evitar pensar que está detrás de todo esto. Si realmente es quien creo que es, puede hacer cosas inimaginables.

—Si es así, estamos jugando en un terreno muy peligroso —reflexionó Anna, un escalofrío recorriéndole la espalda—. Debemos tener cuidado. Si él está aquí, no solo estamos lidiando con prisioneros, sino con un ser que puede acabar con nosotros antes de que podamos reaccionar.

—Exacto —asintió Marcus, acelerando el paso—. Sigamos adelante y mantengamos la guardia alta. No podemos permitirnos subestimar lo que pueda estar acechando en las sombras.

La tensión se palpaba en el aire. Marcus escaneaba cada rincón oscuro, hasta que su mirada se detuvo en un charco de agua iluminado tenuemente. Algo se movió en la superficie: un destello de metal.

Antes de que pudiera reaccionar, sintió una presencia detrás. Era demasiado tarde. Un movimiento rápido y letal se acercaba. Marcus empujó a Anna con fuerza, haciéndola caer a un costado mientras él se lanzaba al suelo.

Ambos rodaron, evitando el impacto, y entonces lo vieron: una figura emergiendo de las sombras.

Alex sonrió, inquietante, con los ojos brillando de diversión y desprecio.

—Oh, miren quiénes son los valientes del escuadrón. ¿Vienen a jugar en mi jardín?

Marcus se incorporó, aún alerta, mientras Anna trataba de levantarse.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí, Alex? —gritó, con adrenalina en la voz.

Alex dio un paso adelante, disfrutando del momento.

—Simplemente admirando el caos. Es tan… divertido, ¿no crees? La forma en que se precipitan hacia su propia destrucción, tratando de actuar como héroes.

Se inclinó hacia ellos, un brillo maligno en su rostro.

—Pero, por favor, no dejen que yo los detenga. Sigan adelante con su pequeño juego. Solo quería asegurarme de que se divirtieran.

La atmósfera se tornó más pesada. Marcus apretó los puños, conteniendo su ira.

—No estás haciendo esto solo por diversión. ¿Qué es lo que realmente quieres?

Alex sonrió, su tono juguetón tornándose sombrío.

—¿Yo? Oh, no soy más que un espectador en esta obra de teatro. Pero estoy seguro de que todos ustedes tienen su papel que desempeñar. Aunque, si me preguntas, yo diría que el final está bastante claro.




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