Code Fénix Maximum

CAPÍTULO 134: Insurrección-3

CAPÍTULO 134: Insurrección-3

En una pantalla de televisión dentro de una tienda del centro de Berlín, la imagen de una mujer rubia, de porte elegante y mirada firme, acaparaba toda la atención. Las luces del escaparate titilaban, reflejándose en los charcos de lluvia acumulada sobre el asfalto.

La voz del presentador resonó desde los altavoces:
“Alemania se prepara para una nueva era. Con una popularidad histórica y el respaldo de la coalición europea, la doctora Elena Strauss se posiciona como la próxima presidenta del país. Exdirectora del Instituto de Investigación Genética de Múnich y exmiembro del Consejo Global de Defensa, Strauss promete fortalecer la seguridad interna y erradicar cualquier amenaza bioterrorista.”

La multitud frente a los televisores aplaudía, algunos levantaban la voz vitoreando su nombre. Pero Marcus, con su gabardina empapada y las manos en los bolsillos, observaba en silencio. Su rostro reflejaba desconfianza.

“Elena Strauss…” —pensó con un deje de ironía— “brillante, carismática y con pasado en los laboratorios de defensa. Justo el tipo de persona que oculta más secretos de los que muestra.”

La cámara del noticiario mostraba a Strauss saludando desde un escenario repleto de banderas, su sonrisa perfecta proyectada en cada pantalla del distrito. Marcus frunció el ceño.

“No me fío de ti… Ni un poco. Antigen tenía contratos con tu instituto hace meses. Y ahora apareces justo cuando todo se está pudriendo otra vez. Qué coincidencia, ¿no?”

El viento helado barrió la calle, arrastrando un periódico con el titular “El futuro de Alemania está en sus manos”. Marcus dio media vuelta, encendió un cigarrillo y se alejó entre la multitud, con el pensamiento clavado en esa mujer que pronto gobernaría el país.

“Si estás metida en esto, Strauss… Fénix no será el único que te busque.”

Las puertas automáticas de Enid Corp se abrieron con un leve susurro metálico, dejando entrar a una joven de cabello castaño rubio, ojos verdes y una expresión de mezcla entre nervios y curiosidad. Agnes Templeton ajustó el lazo de su blusa blanca y respiró hondo antes de avanzar hacia la recepción. El ambiente era sobrio, con tonos grises, cristales pulidos y el emblema corporativo brillando detrás del mostrador.

—Buenos días —saludó con una sonrisa algo temblorosa—. Soy Agnes Templeton… vengo transferida desde la sede de Bruselas.

La recepcionista levantó la mirada de su monitor y asintió, con esa profesionalidad robótica típica de las grandes corporaciones.
—Sí, señorita Templeton, está en la lista. La CEO la espera en el piso 32. Tome el ascensor principal. —Le extendió una tarjeta de acceso—. Bienvenida a la sede de Enid Corp, en Múnich.

Agnes asintió, disimulando el nudo en la garganta.
—Gracias… —respondió en voz baja, mientras se dirigía al ascensor.

El ascensor era de cristal, con vistas al corazón del edificio: una red de pasillos cruzados, luces frías y personal moviéndose con precisión mecánica. Mientras ascendía, sus pensamientos se desbordaron:

“Piso 32… la oficina de Enid Drakewood. Dios, ¿en qué me he metido? La CEO de Enid Corp… la mujer más poderosa del continente. Si meto la pata en mi primer día, probablemente me echen antes de la hora del almuerzo.”

Se miró el reflejo en el vidrio, intentando sonreír.
“Vale, Agnes, relájate. Eres eficiente, puntual, y trabajaste tres años en relaciones internas. Esto no es tan distinto… solo que ahora estás a un ascensor de distancia de las leyendas.”

Una leve sonrisa se dibujó en su rostro.
“Marcus. Lucian,Vanessa y… Fénix Rogers.”
Su corazón dio un vuelco al pensar ese nombre.
“El Fénix. El que sobrevivió al infierno en Berlín. El que volvió de entre los muertos. Si algún día pudiera conocerlo…”

El ascensor emitió un pitido suave al llegar. Las puertas se abrieron, revelando un pasillo amplio, silencioso y con aroma a café recién hecho. Dos agentes de seguridad la observaron brevemente, y uno de ellos indicó con un gesto hacia la puerta principal de la oficina de la CEO.

Agnes tragó saliva y avanzó, escuchando el eco de sus tacones sobre el mármol. Frente a la puerta de cristal opaco, se detuvo un instante.

“Aquí voy… primer día, nueva sede, nueva vida.”

Alzó la mano, tocó suavemente el panel de identificación y la puerta se deslizó hacia un lado con un leve zumbido.

La voz de Enid Drakewood resonó desde el interior, firme y elegante:
—Pase, señorita. La estaba esperando.

—Así que tú eres Agnes Templeton, ¿verdad? —dijo con tono sereno pero firme—. La nueva secretaria transferida desde Bruselas.

Agnes asintió rápidamente, con las manos unidas frente al cuerpo.
—Sí, señora Drakewood. Es un honor poder trabajar aquí.

Enid giró lentamente, observándola de arriba abajo con un gesto evaluador.
—Bueno, espero que ese entusiasmo te dure. Aquí no trabajamos en una oficina cualquiera, señorita Templeton. —Caminó despacio hacia su escritorio—. La gente que trabaja en Enid Corp no es ordinaria. La mayoría de los que ves aquí han sobrevivido al infierno mismo.

Agnes la escuchaba con atención, intentando mantener la compostura.

—Este lugar… —continuó Enid, con la mirada fija en la ventana— era antes Berlín. Nuestra sede original. Pero ya sabes lo que pasó. —Su voz bajó un tono, más cargada de seriedad—. Ahora estamos aquí, en Múnich. Temporalmente. Cuando Berlín se reconstruya, volveremos. Ese edificio es parte de nuestra historia… y no pienso dejarlo atrás.

Guardó silencio un instante, dejando que sus palabras calaran. Luego se volvió hacia Agnes.
—Tu función aquí será directa: serás mi asistente personal. Manejarás mis agendas, coordinarás las reuniones del consejo, filtrarás llamadas y solicitudes internas. También tendrás acceso parcial a los canales de inteligencia interna, pero bajo ninguna circunstancia interferirás en operaciones.




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