CAPÍTULO 146: Insurrección-15
6:00 A.M — Motel-Múnich.
La luz gris del amanecer entra por una ventana quebrada. No hubo sueño. No hubo paz. El reloj solo confirmó que habían sobrevivido una noche más.
Fénix está sentado en el borde de la cama, los codos apoyados en las rodillas, la cabeza agachada. Sus puños aún tienen sangre seca. Respira lento… como si cada inhalación quemara.
Marcus está contra la pared, limpiándose restos de sangre del labio con una toalla sucia. Su ojo derecho ya se está regenerando, pero aún se le ve hinchado, la mirada completamente desencajada.
Agnes está cerca de la ventana, quieta, con la espalda tensa, mirando la calle vacía. Sus manos tiemblan apenas, pero su expresión permanece firme. Nadie habla.
Pasan segundos que parecen horas.
—Tenemos que irnos —gruñe Marcus sin levantar la mirada—. Enid Corp está a seis cuadras.
Fénix levanta lentamente la cabeza. Tiene las ojeras marcadas, barba irregular, sangre reseca en la comisura de los labios. Sus ojos revelan odio… pero también cansancio.
—…Sí —murmura apenas audible—. Ya no tenemos margen.
Agnes solo asiente. No hace falta decir nada más.
Caminan por las calles casi desiertas. El amanecer pinta todo de un tono frío. Están hechos un desastre. Ropa destrozada, sangre en el cuello, cortes, moretones. Es evidente que estuvieron en guerra.
Finalmente, el edificio negro de ENID CORP se alza frente a ellos. Imponente. Silencioso. Demasiado perfecto para contrastar con su estado.
Cruzan la puerta principal. En el enorme hall… silencio absoluto.
Y entonces —una voz gélida los atraviesa desde lo alto de las escaleras.
—Ya sé todo.
Es Enid.
Está quieta. Inmóvil. Con los brazos cruzados. Postura elegante. Mirada asesina.
Fénix da un paso hacia ella, con urgencia.
—Enid, déjame explicar—
—Cállate —escupe Enid como un filo helado—. Helena ya me contó todo.
Marcus frunce el ceño. Agnes cierra los ojos.
—Tú… —Enid aprieta los dientes mientras baja lentamente los escalones—. Tú, Marcus y Agnes fuisteis a intentar inculpar a Helena. Entrasteis ilegalmente. De camino matasteis DOCE personas. Y a Mara, de la División Especial.
Silencio.
Fénix aprieta los puños.
—No fue así. Nosotros—
—¿AH, NO? —Enid estalla—. ¿ENTONCES QUÉ, FÉNIX? ¿FUE UNA FIESTA? ¿UN PASEO NOCTURNO ENTERRANDO GENTE?
Y detrás de Enid… aparece Helena.
Elegante. Impecable. Sonriendo suavemente.
—Todo lo que dice Enid es verdad —dice Helena, con calma—. Lo vi todo. Yo estuve ahí.
Fénix VE ROJO.
—¡TE VOY A—!
Marcus lo sujeta con fuerza.
—¡Fénix, NO! ¡CÁLMATE!
Enid se gira levemente con odio puro.
—Helena me mostró las cámaras de vigilancia —sentencia con frialdad absoluta—. Las vi yo misma. Estás acabado.
—¡YO TENGO PRUEBAS CONTRA ELLA! —ruge Fénix— ¡PRUEBAS QUE DEMUESTRAN QUE ESTÁ MINT—
—Entonces muéstramelas —dice Enid. Gélida. Letal. Un segundo. Solo eso.
Fénix mira a Marcus.
Silencio.
Marcus lentamente… niega con la cabeza.
—…No las traje.
La mirada de Enid arde.
Una rabia profunda. Contenida. Personal.
—…Eres patético —susurra.
—Ah, y una cosa más —dice Enid con una calma escalofriante.
Fénix la mira.
—El supuesto “testigo” que capturaste en una bodega —prosigue Enid— era parte del equipo de Helena... Fénix.
Un silencio que parece hundir el suelo entero.
Fénix no se gira. Pero sus dedos tiemblan.
Enid da un paso adelante.
—Y revisamos los lugares que decias que habia ´´evidencia´´ y no encontramos nada.. —su voz se quiebra apenas, lo justo para demostrar que duele—. Esta vez… me has decepcionado de verdad.
Fénix cierra los ojos. Pero no dice nada.
Y ENTONCES —LO ABOFETEA.
Un golpe seco. Violento. Sonó en todo el hall.
El rostro de Fénix gira por el impacto. El silencio se vuelve IRREAL.
—Tú y Marcus quedan suspendidos indefinidamente —declara Enid con voz firme como sentencia de muerte—. No sois parte de Enid Corp hasta nuevo aviso.
Se gira hacia Agnes.
—Tú… no te despido porque me costaste demasiado dinero traerte. Pero estás a un solo error de seguir sus pasos.
Fénix, con la mandíbula apretada hasta sangrar… se da la vuelta.
Y camina hacia la salida.
Sin mirar atrás.
Enid lo observa irse. Sin pronunciar una palabra.
La tensión se corta como acero.
Marcus, que hasta ahora se había mantenido en silencio absoluto, gira lentamente la cabeza hacia Enid.
La mira… con una expresión que no había usado jamás con ella.
Ni odio. Ni miedo. Decepción.
—Nos han corrido de lugares mejores —murmura con una calma letal—. Créeme… esto no nos quita el sueño.
Y sin esperar respuesta, se da media vuelta y sigue a Fénix.
Helena, en cuanto Marcus desaparece por la puerta, da un paso hacia Enid, suave, casi fingiendo empatía.
—Hiciste lo correcto —dice con falsa serenidad—. Era necesario ponerlos en su sitio.
Enid no responde. No inmediatamente. Pero su mandíbula se tensa.
Fénix camina adelante, cabeza baja, los puños firmemente cerrados, los dientes apretados de rabia contenida. No hay gritos. No hay palabras. Solo furia… en silencio absoluto.
Marcus lo alcanza, respirando pesado.
—Fénix.
No obtiene respuesta.
Marcus acelera el paso y lo iguala.
—Ey… te dije que no valía la pena discutir con ella en ese estado.
Fénix se detiene. Apenas. No lo mira.
—No valía la pena —repite, la voz temblando apenas, seca, rota—. ¿Me estás diciendo que lo que vimos anoche… no valía la pena?
Marcus aprieta la mandíbula.
Fénix levanta apenas la mirada. Ojos rojos, rabia comprimida, peligrosa.