Códice Mortale

Prólogo

El mundo, escenario de fortunas y desgracias, es el telón de fondo ideal para una obra de dolor. Después de todo, las mejores obras son aquellas que nos hacen llorar.

A lo largo de los siglos, ha habido cambios significativos en la tierra que lo han ayudado a avanzar, pero... ¿quién creará estos cambios? ¿Quién decidirá el destino de la humanidad? ¿Un simple mortal o una deidad todopoderosa? Es un misterio para la humanidad, sin duda, pero creemos que uno solo tiene la respuesta a esa pregunta.

¤ ???¹:
- Hoooaaah... Viejo, ¿Sigues con eso? ¿No te cansas?
Exclamó preguntando a otra persona entre las sombras, acompañado de un largo bostezo que demostraba aburrimiento. Con desdén, el joven se balanceaba en la silla giratoria, los pies apoyados en el escritorio de madera, ajeno al trabajo de su padre

Situado en una habitación tipo un laboratorio que parecía sacado de otra época, iluminado por una luz verdosa espectral que lo envolvía todo en un halo de misterio, haciendo qué sea imposible ver con claridad las figuras de los individuos presentes en la escena.
El otro individuo; Inclinado sobre la mesa de trabajo, la pluma danzaba sobre el pergamino, trazando símbolos arcanos que solo él parecía comprender. Bajo el ala del sombrero, la gabardina negra ocultaba sus movimientos, solo el rasgueo de la pluma sobre el códice interrumpía el silencio. La máscara de pico, fría y blanca, centraba la atención en los lentes rojizos, dos orbes de intensidad inhumana.

¤ ???²:
- No me aburro, es mi deber.
Sus lentes rojizos brillaban con intensidad, fijos en las páginas del libro, ajeno a la presencia de su hijo

¤ ???¹:
- Esto es enfermizo, ¿lo sabes?
Replicó el joven con monotonía

¤ ???²:
- ¿Enfermizo?
El tono del hombre cambió a una voz ronca después de haber escuchado esas palabras. Miró por encima del hombro al descreído individuo. Este hombre lleva puesta una máscara blanca con la forma de un pico igual que las aves, únicamente se podía ver unos lentes circulares rojizos observando a su contrario
- Es mi deber. La voluntad divina. Limpiar la tierra

¤ ???¹:
- ¿Dios necesita tu ayuda? Ridículo.
Replicó incrédula a lo que dijo aquel hombre. Con un suspiro exasperado, se levantó de un salto, caminando hacia la puerta con pasos pesados, dejando atrás el laboratorio

¤ ???²:
- Cree lo que quieras, hijo mío. El final justifica los medios.
Respondió sereno a la incredulidad de su hijo. Con un movimiento preciso, dejó la pluma en el tintero, enderezándose para contemplar las palabras escritas, como si buscara una señal divina

Después que el hijo del sujeto enmascarado se fuera del lugar, entró alguien más. La silueta del uniforme nazi se recortaba en la penumbra, el cabello rubio, pulcramente peinado, contrastaba con el cubrebocas negro con la calavera. Sus ojos rojizos, afilados como cuchillas, escrutaban la escena. Surgió de las sombras, con las manos entrelazadas tras la espalda, observando al Enmascarado con una mirada fría y calculada.

¤ ???³:
- Los jóvenes... Siempre igual.
Comentó con un tono de broma

¤ ???²:
- Es un ignorante, Mengele. Esto es ciencia y fe, entrelazadas
Compartió su idea con el soldado de cabellos rubios, cerrando el libro que tenía entre manos y contemplando su portada

¤ Mengele:
- ¿Ciencia y fe? ¿Juntas?
Preguntó escéptico y curioso

¤ ???²:
- Nada es imposible.
Se giró hacia Mengele, la máscara oculta, pero la victoria brillaba en sus lentes, al mostrar la portada del libro: un cuervo carmesí sobre negro, "Códice Mortale" grabado en letras óseas




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